No hay prácticamente un día en que las noticias no nos informen de un nuevo aumento del costo de vida. Los precios aumentan constantemente, y el resultado es que el valor adquisitivo de nuestros ingresos a menudo disminuye. ¿Qué podemos hacer sobre ésto?
Podemos saber que Dios, el bien, es infinito, Todo-en-todo. Por lo tanto, la suma total del bien nunca cambia. Dios, el bien, está presente en todas partes, todo el tiempo y bajo cualquier circunstancia. El bien no está fragmentado. Siempre se expresa plenamente y en actividad total. Podemos abrir nuestros ojos al bien que ya está a nuestro alcance. Podemos mirar a través y más allá de la mentira de la restricción hacia la abundancia de Dios, que está siempre con nosotros y que jamás puede ser afectada por el sentido finito de las cosas de la mente mortal. Puesto que el hombre existe como expresión o reflejo de Dios, es completo y está siempre provisto abundantemente de todo lo que necesita para expresar la bondad de Dios.
Todo aquel que entiende la bondad de Dios y Su inconmensurable amor por Su creación puede, en la medida de su comprensión, demostrar la permanente provisión de Dios, siempre disponible para el hombre. En el Antiguo Testamento el profeta Elías probó en muchas ocasiones la presencia constante y el poder de Dios para apoyar a aquellos que confían en Él y Le obedecen. Durante una época en que había mucha hambre en la tierra, Dios condujo al profeta hacia una pobre mujer que iba a darle el alimento que necesitaba. Esta mujer, una viuda muy pobre y con un hijo menor, estaba en una situación desesperada, contaba con sólo un puñado de harina y una vasija de aceite como último recurso.
Con confianza absoluta en la dirección infalible de Dios así como en Su abundante gracia, Elías intervino en esta situación y le ordenó a la mujer que, en primer lugar, horneara una pequeña torta para él, empleando el último e insignificante puñado de harina y la última gota de aceite que tenía. Le prometió que nunca se agotarían la harina ni el aceite que le ordenaba utilizar. Luego de una breve lucha con su propia incertidumbre y falta de fe, la mujer le obedeció y cumplió las instrucciones del profeta. El relato en 1 Reyes termina con esta verdad sencilla e irrefutable: “La harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías”. 1 Reyes 17:16;
La experiencia nos muestra que en tanto que los recursos materiales se agotan a medida que se usan, las cualidades de Dios se multiplican con el uso. La confianza a la manera de un niño de que Dios es el preservador del hombre, nuestro amor desinteresado por el prójimo, la obediencia a la dirección de Dios, la sabiduría e ingenio, o sea, cada pensamiento que proviene de la Mente divina, incrementa nuestra comprensión de la substancia divina y nuestra habilidad para utilizar esa substancia. El pensamiento iluminado con la luz del Cristo, la Verdad, puede percibir los recursos que provienen de la Mente, pero no se pueden ver hasta que la consciencia esté iluminada por la comprensión espiritual.
El mesmerismo de pensar que un cheque o un ingreso fijo es nuestra provisión tiene que ser abatido por la comprensión espiritual de la provisión abundante y siempre presente de Dios para el hombre. Revelando a Dios como la fuente del poder, la ley y la autoridad por medio de la cual las obras de Cristo Jesús se cumplieron, la Sra. Eddy escribe sobre el Maestro: “Por la magnitud de su vida humana demostró la Vida divina. De acuerdo con la amplitud de su puro afecto definió el Amor. Con la afluencia de la Verdad venció el error”.Ciencia y Salud, pág. 54; Nosotros también podemos demostrar el poder siempre presente del Cristo, la Verdad, para calmar nuestra ansiedad y revelar la abundancia y la afluencia de las ideas espirituales incluidas en el hombre. Las condiciones económicas no pueden aumentar o disminuir el ingreso de ideas espirituales del hombre las cuales, él como semejanza de Dios, refleja constantemente.
La Ciencia Cristiana nos ayuda a elevar nuestro pensamiento por encima del testimonio de los sentidos materiales y a abandonar las trilladas vías por las cuales se recibe la provisión, y a las cuales la humanidad se ha acostumbrado. No cumplimos con el primer mandamiento cuando creemos que Dios permite que a Su creación, el hombre, le falte alguna cosa buena. Confiemos de todo corazón en el amor abundante de Dios hacia el hombre y oremos fervientemente para obtener un sentido más amplio del bien en constante desarrollo. Luchemos por obtener el verdadero concepto del hombre como el hijo bienaventurado de Dios y abramos nuestro pensamiento para reconocer y aceptar las riquezas de Dios.
El hombre, como imagen y semejanza de Dios, tiene una herencia que es mucho más rica de lo que puede concebir la mente humana. Dios y el hombre, el Principio divino y Su idea, son inseparables, y el hombre, conociendo su unidad con Dios, es completo y está satisfecho. Entendiendo la verdad espiritual siempre presente de que Dios cuida de Sus hijos, el Maestro le aseguró a sus seguidores: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. Lucas 12:32;
Si nuestro nivel de vida parece peligrar por las amenazas del proceso inflacionario, la inestabilidad económica o los recursos que menguan, podemos enfrentar estas pretensiones con firmeza y con la consciencia del dominio que Dios da al hombre. Podemos saber que estas condiciones no son reales porque no pertenecen a Dios. Podemos seguir el ejemplo de Cristo Jesús y mirar más allá de lo temporal y discordante hacia las verdades del ser eternas y armoniosas. La Sra. Eddy escribe: “Como nuestro Maestro, tenemos que alejarnos del sentido material para entrar en el sentido espiritual del ser”.Ciencia y Salud, pág. 41;
Sabiendo que la provisión no procede de la materia sino de Dios, la fuente de todo el bien, Jesús alimentó a una multitud con unos pocos panes y peces. Las redes de los pescadores del Mar de Galilea se llenaron totalmente cuando buscaron su provisión “a la derecha”, Juan 21:6; tal como les ordenó el Maestro que lo hicieran. Cuando el recaudador de impuestos exigió a Pedro que pagara el impuesto que le correspondía pagar a él y a Jesús, el Maestro le ordenó a Pedro que buscara en la boca de un pez el dinero para pagarlo: “Vé al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti”. Mateo 17:27;
Es interesante notar que en esta ocasión Jesús rechazó completamente la manera y los procedimientos habituales del mundo para obtener el dinero para los impuestos. Pudo haberle pedido a Mateo, uno de sus discípulos, que se ocupara del asunto puesto que éste había sido recaudador de impuestos y sabía cómo responder a tal exigencia. Indudablemente había judíos adinerados entre los seguidores de Jesús que con gusto le hubieran prestado el dinero. Pero Jesús no creyó que tenía que recurrir a los medios y arbitrios establecidos por el mundo. Probó que él tenía todo lo que necesitaba en cualquier circunstancia como lo tienen todos los hombres cuando saben y prueban que el Espíritu es la fuente permanente e inagotable de su provisión. Cuando recurrimos a la Mente divina, a menudo el primer pensamiento que nos viene es el que soluciona nuestra necesidad humana.
La Ciencia Cristiana nos ayuda a comprender y a demostrar que el hombre hereda de Dios todo lo bueno, todo don perfecto. Refleja la bondad infinita de Dios, la abundancia de Su amor. Nuestro Padre-Madre Dios determina la condición de Su creación y esa condición es espiritual y perfecta. La substancia y la provisión del hombre están totalmente determinadas por la naturaleza de su Padre-Madre Dios. La abundancia infinita es un atributo eterno de Dios, y el hombre refleja esta condición perfecta.
Cada estudiante sincero de Ciencia Cristiana tiene la habilidad dada por Dios para aplicar las verdades espirituales a sus propios problemas, y al hacerlo, elevarse en la escala espiritual. Sin embargo, no vive por sí mismo. La humanidad pecadora y sufriente está esperando la iluminación espiritual que el estudiante de Ciencia Cristiana tiene para darle. Su amor por la humanidad lo impulsa a ayudar a otros a comprender las verdades espirituales; y a medida que lo hace, se amplían sus horizontes, aumenta su gozo y se multiplican sus logros espirituales. La Sra. Eddy nos asegura, “En la relación científica entre Dios y el hombre, descubrimos que todo cuanto bendice a uno bendice a todos, según lo demostró Jesús con los panes y los peces, — siendo el Espíritu, no la materia, la fuente de toda provisión”.Ciencia y Salud, pág. 206.
    