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Espiritualizando el pensamiento: qué significa y cómo lograrlo

Del número de octubre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Espiritualizar el pensamiento significa aprender a conocer a Dios. Conocer a Dios es comprenderlo y vivir conscientemente con Él. La espiritualización significa armonizar nuestros motivos, actitudes y acciones con la absoluta Verdad, es decir, el Espíritu. Significa despertar a nuestra unión con el Principio infinito, el Amor, como reflejo de Dios.

La espiritualización del pensamiento es la puerta abierta a la inmortalidad. Nuestro Maestro dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3;

Espiritualizar el pensamiento significa despojarnos de rasgos negativos, de motivos pecaminosos, de tendencias materialistas, de concepciones perecederas acerca del hombre y de Dios — reemplazándolos por la prístina consciencia inmortal del Espíritu y de la perfección del hombre. Significa la más profunda cristianización de la vida diaria. Esta purificación es nuestra diaria resurreción. La “resurrección” es definida por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., como: “La espiritualización del pensamiento, una idea nueva y más elevada de la inmortalidad o la existencia espiritual; la creencia material cediendo al entendimiento espiritual”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 593;

He aquí la pregunta: ¿Cómo podemos espiritualizar nuestra consciencia? ¿Cómo podemos acelerar el proceso de la diaria resurrección?

Hace unos años tuve una experiencia iluminadora. Anhelaba comprender mejor lo que sucede cuando el poder divino invierte una situación humana. La búsqueda a la que me lancé aportó nueva luz respecto a lo que significa la espiritualización del pensamiento y cómo lograrla. También me ilustró la importancia del estudio concienzudo por medio de las Concordancias de la Biblia y de las obras de la Sra. Eddy.

Sabía que la experiencia humana se invierte cuando las creencias falsas ceden a la comprensión. Por eso, comencé por buscar la palabra “ceder” y sus derivados. Estos pasajes me hicieron ver cómo el concepto material tiene que ceder al concepto espiritual, cómo el temor cede a la consciencia del Amor puro e infinito, la evidencia falsa cede a la Verdad, la voluntad humana debe ceder a la divina; nuestros conceptos finitos tienen que ceder a la realidad del universo infinito de la Mente. Explican el proceso regenerador de la Ciencia.

Una palabra condujo a la otra. La búsqueda me condujo a la palabra: “cambio”. Ciencia y Salud pone en claro que la discordancia cede cuando, de acuerdo con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, se cambia el falso concepto de las cosas por el verdadero. Aplicando la Ciencia, cambiamos el amor a la materia por el amor al Espíritu, los motivos malos por los buenos, el sentido físico por el espiritual. Cambiamos un punto de partida material por la base espiritual y absoluta del pensamiento y el razonamiento científicos. Cambiamos la noción errónea de un ser mortal finito separado de Dios por la noción verdadera de lo que es el hombre como idea espiritual, pura e inocente, reflejando a Dios y estando unido a Él. La comprensión de todo esto nos proporciona un concepto nuevo de nosotros mismos.

Este estudio me guió a la palabra “reemplazo”. A esta altura encontré una declaración de la Sra. Eddy en que describe cómo opera la Ciencia en la consciencia humana e indica el método para demostrarla. Dice lo siguiente: “La realidad de la Mente demuestra de un modo concluyente como es que la materia parece existir, pero no existe. La Ciencia divina, elevándose sobre las teorías físicas, excluye la materia, resuelve las cosas en pensamientos, y reemplaza los objetos del sentido material con ideas espirituales”.ibid., pág. 123;

A medida que pensaba en esto, fui guiado a explorar pasajes en los que aparecían los términos “abandonar” y “ceder el paso”. Me di cuenta de que los sentidos materiales deben abandonar su falso testimonio porque la Verdad es irresistible e invencible. Los conceptos materiales perecederos de las cosas deben ceder el paso a las perfectas ideas espirituales. Podemos abandonar los temores mortales, los amores falsos, los impulsos egoístas, la creencia en una existencia aparte de Dios — permitamos que estos conceptos materiales cedan a la Verdad y a la influencia sanadora del Cristo siempre presente.

Cuando hacemos esto, nuestros temores y conclusiones falsas se invierten. Y por eso busqué la palabra “invertir” y sus derivados. Eliminamos el error invirtiéndolo con la verdad. Invertimos las sugestiones del mal afirmando lo que es verdadero acerca de Dios y el hombre creado a Su semejanza. Cuando las creencias discordantes y los dolores son invertidos de este modo se reducen a la nada y, como resultado, estamos sanos y restablecidos.

Ceder, cambiar, reemplazar, abandonar, ceder el paso, invertir — por todos estos medios podemos vaciar la consciencia humana del error y llenarla con la verdad. Las afirmaciones de la Sra. Eddy respecto de estos términos nos capacitan para comprender más claramente el profundo cambio de la consciencia, — un cambio de base — que se produce cuando lo mortal cede a lo divino. Este cambio es la espiritualización del pensamiento. La luz irresistible de la Verdad disipa las tinieblas y la ignorancia. Entonces la materia y el mal pierden su engañosa apariencia de realidad.

Para el sentido humano, este proceso de espiritualización aparece como un mejoramiento gradual de la mentalidad humana, — crecimiento paulatino de la gracia. Pero incluye algo mucho más fundamental. Prestemos atención, otra vez, a las palabras: ceder, cambiar, reemplazar, ceder el paso, y veremos que espiritualización no es meramente el mejoramiento de una mentalidad humana sino que es el reemplazo de la supuesta consciencia material por la consciencia inspirada de la Verdad y el Amor, la consciencia cuya fuente es Dios.

El autor del Apocalipsis relata este cambio de consciencia en las palabras de Aquél que estaba sentado en el trono del cielo: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”. Cuando él escribe: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo”, Apoc. 21:5; 11:15; ¿no podemos deducir de que él está hablando de la inversión de la consciencia material falsa y su reemplazo por la consciencia espiritual que imparte Dios?

La Sra. Eddy contrasta esta consciencia espiritual dada por Dios con su opuesto hipotético, en una iluminadora explicación que describe desde la página 572 a la 576 de Ciencia y Salud. Dice así: “El autor del Apocalipsis estaba en nuestro plano de existencia, cuando ya contemplaba lo que los ojos no pueden ver, — aquello que es invisible para el pensamiento no inspirado. Este testimonio de las Sagradas Escrituras confirma la realidad científica de que los cielos y la tierra para cierta consciencia humana, aquella consciencia que Dios imparte, son espirituales, mientras que para otra, la mente humana no iluminada, la visión es material”.Ciencia y Salud, pág. 573;

Poniendo énfasis en el hecho de que esta consciencia inspirada que Dios otorga es una posibilidad presente para nosotros ahora y aquí, ella escribe más adelante: “Este reino de Dios está ‘dentro de vosotros’, — está al alcance de la consciencia del hombre aquí mismo, y la idea espiritual lo revela. En la Ciencia divina, el hombre posee este reconocimiento de la armonía conscientemente en proporción a su entendimiento de Dios”.ibid., 576;

¡Cuán gloriosa promesa! Por medio de la Ciencia podemos en verdad espiritualizar el pensamiento. Las palabras que busqué son esclarecedoras y nos conducen hacia el método espiritual y científico para lograrlo.

En este trabajo inspirador es de fundamental importancia empezar siempre con este pensamiento: Dios perfecto y hombre espiritual perfecto, creado a Su semejanza — y hacer de esta verdad la base de nuestro pensamiento, razonamiento y oración. Este punto de vista revolucionario transforma nuestro concepto acerca de nosotros mismos, de lo que usted y yo realmente somos.

Por ejemplo, descubrimos que una personalidad material no es nuestra identidad verdadera. Las características raciales o familiares no nos definen. El nacimiento material y la creencia en una ley hereditaria no determinan nuestra naturaleza y temperamento. Las leyes de la materia no son el marco de nuestro ser; los años no pueden medir nuestra edad. Las experiencias mortales de crecimiento, madurez y decadencia nunca han sido ni son ahora el desarrollo de la vida. El organismo físico no es nuestro cuerpo; los procesos físicos no constituyen al hombre. El hombre es la idea eterna del Padre-Madre Mente, es perfecto, armonioso y totalmente espiritual, a la semejanza de su Hacedor, como el reflejo puro de Dios.

Comprender todo esto, reconocerlo como verdadero en nosotros mismos e identificarnos así científicamente como el hombre de Dios, es saber la verdad que nos libera de la discordancia y de la mortalidad.

La demostración de esto incluye una poderosa purificación de la consciencia humana. Debemos aprender lo que significa amar sólo a Dios, amarlo de todo corazón, alma, mente y con toda firmeza. Amamos más a Dios a medida que llegamos a comprenderlo mejor y ganar la superabundancia infinita del bien que Dios incluye. Entonces, naturalmente ponemos a Dios, a todas las cosas de Dios, primero en nuestra vida. Después de todo, Dios es la única Mente, la única substancia, el único poder, la única consciencia, el único bien, la única ley, la única Vida, el único Ser — y nosotros somos el reflejo de este Dios infinito. ¿Por qué no amarlo a Él sobre todas las cosas? ¿Cuánto lo estamos amando hoy? Realmente, es natural que le amemos porque Él nos amó primero, como lo dice el Nuevo Testamento.

Si amamos y adoramos sólo a Dios, reconoceremos que la superabundancia de Su gracia es el único e incomparable poder redentor. Pablo nos dice que somos salvos por Su gracia y no por nosotros mismos y nos asegura que “poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. 2 Cor. 9:8.

La Ciencia expone claramente los medios y métodos para espiritualizar el pensamiento. La espiritualización del pensamiento es la manifestación de nuestra continua resurrección, apartándonos de la mentira de que hay vida en la materia; es la ancha puerta hacia la armonía y la inmortalidad. Es nuestra meta científica en la vida; es la salvación a la manera de Cristo.

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