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Hace muchos años me interesé en la curación...

Del número de octubre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace muchos años me interesé en la curación espiritual. Leí veintenas de libros sobre el tema. En algún lugar tendría que haber una respuesta, un camino, para el cumplimiento de la promesa de curación que tan a menudo ocurre en la Biblia. Cristo Jesús, el sanador más grande de todos, dijo: “Y mayores obras que éstas [haréis]” (Juan 14:12 según la versión King James de la Biblia).

En mi corazón yo sabía que un Dios bondadoso jamás nos manda enfermedades en nuestra vida. Mi propia salud, y la de mis hijos y nietos, era bastante buena. Jamás hubo enfermedades serias, a los niños les gustaron mucho los deportes, y yo estaba agradecida. Si uno de ellos tenía una dolencia, tomaba al pequeñito en mis brazos y le pedía a Dios la curación, que a menudo venía rápidamente.

Una de nuestras vecinas tenía grandes problemas — mala salud, fumaba sin cesar, tomaba bebidas alcohólicas, dependía de tranquilizantes y otras medicinas. Yo estaba muy preocupada por ella. Cuando ella y su esposo cambiaron de pronto, me dijo ella que estaba estudiando un libro, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y que los estaba ayudando mucho. En tres semanas esta pareja abandonó todas las medicinas, cigarrillos, y alcohol. Fue un cambio dramático, y me inspiró a que yo leyera literatura de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.. Compré Ciencia y Salud, lo leí, y sané rápidamente de alta presión sanguínea, para la cual un médico me había recetado una píldora que debía tomar diariamente lo cual hice por muchos años.

Durante la lectura del libro, dejé de tomar la píldora prescrita y tres meses después se me hizo un examen médico. El médico dijo: “Estoy admirado de encontrar su presión sanguínea absolutamente normal”. Tuve que decirle que se debía a la Ciencia Cristiana.

Cuando una severa enfermedad atacó a mi familia, yo estaba armada con un conocimiento y una fe sin los cuales jamás hubiera experimentado el suceso más maravilloso de mi vida. Lo acontecido me demostró cómo el amor de Dios va delante de nosotros.

Tenemos trece nietos. Uno de los nietos, un hermoso y saludable muchacho a quién le encantan los deportes, ha ganado copas en torneos de natación, y es un brillante alumno, se puso de pronto epiléptico. Era un muchacho con bondadosos y cuidadosos padres, que estaban desconsolados por la enfermedad de su hijo. Lloré al ver que la condición parecía empeorar.

Mi hijo, que no es Científico Cristiano, encomendó la atención del niño a especialistas sobresalientes. Uno de ellos dijo: “Con toda honradez tengo que decirles que aún no se ha encontrado una medicina que cure esta enfermedad”. El niño tenía ocho años de edad. Les dije a mis hijos que no aceptaran esto, sino que se esforzaran por ver al hijo perfecto de Dios”. “Él es la idea divina de Dios — Dios perfecto, ser perfecto”. Dijeron que a pesar de estar leyendo literatura de la Ciencia Cristiana, no podían ver cómo podía efectuarse una curación mediante esto, pero me pidieron que siguiera orando por el niño.

Le pedí a una practicista de la Ciencia Cristiana que trabajara para mí para que me ayudara a adquirir el conocimiento del poder de Dios claramente en mi propio pensamiento. Se estaba abriendo un nuevo mundo en mi consciencia. Vi muchas curaciones. Mi esposo sanó de piedras en el riñón y de una afección cutánea en una semana. Dificultades aparentemente insalvables se vencieron. Otro miembro de nuestra familia tuvo una curación y es ahora estudiante de Ciencia Cristiana. Todos sus hijos asisten a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.

¿Y qué de nuestro niño que fue el instrumento para encontrar esta perla preciosa? El Día de Navidad él estaba muy enfermo con escarlatina. Había estado en cama por cuatro días con alta fiebre y tenía manchas y las molestias que acompañan esta enfermedad. Almorzamos con la familia, y pedí si yo podía estar con él mientras el resto de la familia iba de visita a la casa de otra rama de nuestra familia. (El niño había estado leyendo por largo tiempo historias para niños de la Ciencia Cristiana, y por supuesto él y yo habíamos hablado mucho acerca de Dios y la curación.)

Una vez que se fueron los otros familiares, leímos de Ciencia y Salud y oramos en silencio. De pronto dijo: “Abuelita, ¿quieres decir que tengo que pretender que no estoy enfermo?” Le respondí: “La pretensión viene del error que trata de hacerte creer una mentira. Tú sabes que no eres material, tú eres espiritual y la imagen de Dios, de manera que ¿cómo puedes estar enfermo?” Me pidió que leyera algo más, y mientras leía, cayó en un profundo sueño. Varias horas después despertó sin fiebre, ¡y con mucha hambre! Le di un huevo y un panecillo. Sus padres casi no podían darle crédito a sus ojos cuando lo encontraron completamente sanado de la escarlatina, que había sido diagnosticada por los médicos.

Yo estaba agradecida y, por supuesto, alabé a Dios decididamente. Varias semanas después mi hijo vino a mí y me dijo: “La epilepsia no ha aparecido por semanas. Estoy muy temeroso de esperar demasiado, pero realmente, mamá, es maravilloso ver al niño tan bien”. ¡Entonces yo supe! El feliz y bendito obsequio de un Dios bondadoso ese día de Navidad, fue más que la curación de escarlatina — fue una completa, perfecta, preciosa demostración del amor de Dios. Lloré de alegría. La mentira de la epilepsia fue vencida. Al poco tiempo el muchacho fue el que ganó más puntos para su equipo de natación del colegio en un esfuerzo que rompió el record. Siempre agradeceré a Dios por ese año de desarrollo, y sé que los años venideros serán ricos en ese maravilloso conocimiento que nos ha dado Cristo Jesús, y confirmado en toda su eficacia sanadora en la Ciencia Cristiana. Naturalmente que estoy agradecida a nuestra Guía, Mary Baker Eddy, que trabajó tan desinteresadamente para darle al mundo este bendito e inapreciable conocimiento.


Yo soy el padre del niño sanado de epilepsia, y estoy profundamente agradecido por el trabajo de oración de mi madre y por todo lo que la Ciencia Cristiana ha hecho por mi hijo.

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