Me enteré de la Ciencia Cristiana cuando era niña al leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Desde que lo leí por primera vez, me di cuenta de que contenía la verdad que yo deseaba. Estudiaba el libro durante muchas horas de noche y practicaba sus enseñanzas durante el día. Era evidente para mí, por simples experiencias que tuve durante esa época, que un correcto entendimiento de Dios como Mente divina podría y debería curar la enfermedad. En realidad, yo necesitaba una curación física.
Durante algún tiempo había estado sufriendo de asma, condición que amenazaba impedir las más simples actividades diarias. Necesitaba entender mejor la perfección del hombre como hijo de Dios y su exención de enfermedades. Los médicos me examinaron debido a mis frecuentes y prolongadas ausencias de la escuela, pero no pudieron aliviarme ni temporal ni permanentemente. Me di cuenta finalmente de que podría obtener una curación completa sólo al confiar totalmente en Dios, el Espíritu. Esto ocurriría por un cambio de consciencia.
Un practicista de la Ciencia Cristiana me estaba dando tratamiento por medio de la oración y algún tiempo después sentí que había obtenido la curación. Estaba disfrutando de la libertad natural de los adolescentes. Sin embargo, algunas semanas después la misma condición volvió nuevamente con síntomas más alarmantes. Esta vez me mantuve en calma y sin temor. Recordé que el practicista me había dicho que la curación había sido completa y que el error no podía volver una vez que había sido destruido por la Verdad.
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