Me enteré de la Ciencia Cristiana cuando era niña al leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Desde que lo leí por primera vez, me di cuenta de que contenía la verdad que yo deseaba. Estudiaba el libro durante muchas horas de noche y practicaba sus enseñanzas durante el día. Era evidente para mí, por simples experiencias que tuve durante esa época, que un correcto entendimiento de Dios como Mente divina podría y debería curar la enfermedad. En realidad, yo necesitaba una curación física.
Durante algún tiempo había estado sufriendo de asma, condición que amenazaba impedir las más simples actividades diarias. Necesitaba entender mejor la perfección del hombre como hijo de Dios y su exención de enfermedades. Los médicos me examinaron debido a mis frecuentes y prolongadas ausencias de la escuela, pero no pudieron aliviarme ni temporal ni permanentemente. Me di cuenta finalmente de que podría obtener una curación completa sólo al confiar totalmente en Dios, el Espíritu. Esto ocurriría por un cambio de consciencia.
Un practicista de la Ciencia Cristiana me estaba dando tratamiento por medio de la oración y algún tiempo después sentí que había obtenido la curación. Estaba disfrutando de la libertad natural de los adolescentes. Sin embargo, algunas semanas después la misma condición volvió nuevamente con síntomas más alarmantes. Esta vez me mantuve en calma y sin temor. Recordé que el practicista me había dicho que la curación había sido completa y que el error no podía volver una vez que había sido destruido por la Verdad.
Luego, en la tarde, estuve en comunión con Dios por medio de la oración. Ore para ver el universo de Dios intacto y armonioso y a mí misma como parte de Su plan y por lo tanto perfecta y espiritual. El testimonio del sentido material no era parte de este plan. No era aplicable puesto que leemos en la Biblia (Génesis 1:31): “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. El ataque cesó inmediatamente y dormí tranquilamente toda la noche.
Ese año pasé con buen éxito y calificaciones distinguidas mis exámenes finales y entré a la escuela secundaria y participé plenamente en todas las actividades estudiantiles durante mis años en la escuela secundaria y en la universidad. Nunca más falté debido a esta condición.
El espacio no me permite relatar todas las curaciones que he tenido pero éstas incluyen algunas muy rápidas de bronquitis, gripe y resfríos. Hace algunos años, mientras estaba en la universidad, el deseo de afiliarme a La Iglesia Madre me liberó instantáneamente del deseo de tomar bebidas alcohólicas en reuniones sociales y luego, el mismo año, del hábito de fumar.
Ha habido muchas, muchas otras ocasiones en que he sido bendecida al confiar en mi entendimiento de la Ciencia Cristiana para solucionar problemas, ya sea el problema de la falta de empleo o el de las relaciones humanas. Una situación difícil que tenía que ver con compartir un apartamento con otras cuatro muchachas se resolvió completamente luego de una noche de oración y estudio, y de una forma que nadie podría haber planeado o aun predicho. Recuerdo especialmente esta curación porque vino en un momento particularmente difícil y probó, por sobre todas mis dudas, el poder de Dios.
Estoy muy feliz porque puedo servir, aunque en pequeña escala, a la Causa de la Ciencia Cristiana en su misión de sanar al mundo de pecado y enfermedad. También estoy muy agradecida por la instrucción en clase y por poder servir en una filial de La Iglesia Madre.
Barrie, Ontario, Canadá
