Quienquiera que estudie seriamente la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. pronto da con las cuatro páginas en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, donde se mencionan por lo menos treinta cosas que se pueden hacer para tratar la enfermedad y sus síntomas. Empiezan en la página 390 con esta instrucción: “Cuando los primeros síntomas de la enfermedad se presenten, impugnad el testimonio de los sentidos materiales con la Ciencia divina”.Ciencia y Salud, pág. 390; Estas instrucciones son sólo unas pocas de las muchas que contiene el libro de texto de la Ciencia Cristiana acerca de cómo sanar la enfermedad. Cuando nos enfrentamos con la sugestión de que la enfermedad nos afecta a nosotros mismos o a otros, el estudio de estas instrucciones nos prepara para ponerlas en práctica. Y la práctica de ellas da como resultado la curación que es esencial para todo otro progreso verdadero.
El único progreso real a que podemos aspirar en nuestra vida humana se alcanza a medida que expresamos lo que hemos aprendido sanando al enfermo. Aprendemos que el testimonio de los sentidos materiales es lo único que hay con relación a cualquier clase de enfermedad. La enfermedad no tiene más realidad excepto la que pueda atribuírsele por este testimonio. Y el testimonio de los sentidos materiales es falso.
La verdadera evidencia se encuentra en la Ciencia divina, que comienza con Dios, la Mente divina, y examina lo que el autor de la Epístola a los Hebreos llamó “la convicción de lo que no se ve”. Hebreos 11:1; Esto formaba parte de su definición de la fe. Mas la Ciencia Cristiana revela la naturaleza concreta de tal evidencia. La fe nace de Dios, la Mente, y lo que la fe considera, no se aparta de la realidad sino que es substancia verdadera, práctica y demostrable aquí y ahora. La fe que inspira la Ciencia Cristiana no es una mera esperanza; es evidencia científica.
Esta evidencia es espiritual, y se revela a la consciencia humana por medio del Cristo, la Verdad. Así la Verdad, siempre presente y siempre activa destruye la evidencia material. Cristo Jesús vivió y enseñó la Ciencia del Cristo, la Ciencia divina. Impugnó la evidencia material sanando a los enfermos y resucitando a los muertos. No obstante, su misión principal no fue sanar a los enfermos, sino más bien salvar — salvar a la humanidad del pecado y sus consecuencias.
La Sra. Eddy escribe: “El sanar las enfermedades físicas es la mínima parte de la Christian Science. Eso sólo constituye el toque de clarín para el pensamiento y la acción, en la esfera más alta de la bondad infinita. El propósito esencial de la Christian Science es la curación del pecado”.Rudimentos de la Ciencia Divina, pág. 2; También dice: “Tanto el pecado como la enfermedad son errores, y su remedio es la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. 461;
A veces nos sentimos tentados a movilizar nuestras fuerzas para contrarrestar el pecado sin estar dispuestos a tocar el clarín. O nos sentimos inclinados a tolerar una condición de enfermedad bajo la excusa de que estaremos mejor preparados para tratarla cuando estemos más adelantados espiritualmente. Pero si descuidamos las oportunidades más pequeñas, ¿cómo podemos esperar hacer uso efectivo de las mayores?
Todo síntoma de enfermedad que se presenta en la consciencia humana es — si lo comprendemos — una oportunidad de dar un paso más avanzado para vencer el pecado. Un dolor de cabeza, por ejemplo, es una pretensión específica del mal, que puede ocupar un lugar en la consciencia. Es una pretensión desagradable; por lo tanto cede más pronto que una pretensión pecaminosa de placer en las sensaciones materiales. Pero ¿qué sucede cuando ignoramos la pretensión pecaminosa, o decidimos tratarla sin utilizar el Cristo y la Ciencia divina? Simplemente permitimos a la así llamada mente mortal o el mal, establecer una base para una pretensión mayor.
¿No indica esto la razón de que haya tanto pecado en el mundo — tanto crimen, corrupción, injusticia, egoísmo y degeneración? ¿Y acaso ello no indica el camino a seguir si hemos de adquirir más dominio sobre el pecado? Jesús señaló el camino para los que quisieran seguirlo. Dijo así: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios”. Mateo 10:8.
Si hemos de destruir las causas de la maldad tanto en las personas como en el mundo, ¿acaso deberíamos descuidar alguna oportunidad para sanar a los enfermos? Y si hemos de vencer el pecado en nosotros mismos y así elevar la consciencia en cuanto a nuestra verdadera identidad como ideas de la Mente, ¿podemos acaso permitirnos ignorar un sólo síntoma de enfermedad cuando éste aparece?
Poseemos la Ciencia con la cual podemos atacar cualquier síntoma. Por medio de la fe en Cristo, la Verdad, vemos espiritual- mente en lugar de hacerlo materialmente. Cuando aplicamos la verdad acerca de Dios y el hombre a la pretensión de la mente mortal llamada dolor, inacción, inflamación, lividez, deterioro, infección, o cualquier otro problema, vemos en lugar de estos errores la evidencia de la perfección divina tal como el hombre la refleja, — la perfección espiritual completamente aparte de las condiciones materiales. De este modo enfrentamos las pretensiones del mal dondequiera que aparezcan, y nos fortalecemos para desafiarlas cuando se presenten en otras formas.
Las pretensiones del pecado en el mundo — pretensiones que directa o indirectamente producen la incertidumbre, las injusticias o desigualdades, los temores, y las calamidades que la humanidad parece enfrentar — pueden ser superadas. La Ciencia Cristiana nos proporciona los medios para ello. Podemos comenzar ahora a hacer verdaderos progresos hacia esa meta, en la medida que reconozcamos y mejoremos las oportunidades que se nos presentan todos los días. En la proporción en que aprendemos a sanar a los enfermos aprendemos a sanar el pecado, y de este modo nos estamos equipando para aportar a la humanidad una esperanza iluminada de prosperidad y de paz.
