Estoy sumamente agradecido por haber sido educado en la Ciencia Cristiana, por practicar sus enseñanzas en todas mis actividades, y tener hoy día el privilegio de educar a nuestros hijos de acuerdo con sus enseñanzas.
He sido curado de bronquitis asmática, de debilidad intestinal y de otras condiciones mediante la oración en la Ciencia Cristiana.
Estoy especialmente agradecido a Dios por la salud de nuestros hijos y por la independencia mental en que se desarrollan.
En cierta oportunidad nuestro hijo, que a la sazón contaba con dos años de edad, presentó alta fiebre que persistió a pesar del trabajo de oración que hicimos mi esposa y yo. A insistencia de familiares que no eran estudiantes de Ciencia Cristiana se pidió el diagnóstico de un médico, el que informó que era una infección aguda la cual, en su opinión, sólo podría cesar mediante un fuerte tratamiento antibiótico.
Continuamos negando firmemente la realidad del mal y al mismo tiempo pedimos a un practicista de la Ciencia Cristiana que nos ayudara por medio de la oración. Veinticuatro horas después, cuando la convicción del practicista calmó completamente los pensamientos de temor y de falsa responsabilidad humana en el círculo familiar, la condición desapareció completamente para asombro de quienes sólo creían en el tratamiento médico, y para inmenso regocijo, gratitud y convicción de mi esposa y mío.
La armonía y la salud de nuestros hijos están basadas en la omnipotencia y omnisciencia de Dios, las cuales en toda circunstancia tratamos de explicar y vivir por medio de la aplicación devota de nuestra comprensión creciente de la Ciencia Cristiana.
Mi esposa y yo estamos, por cierto, agradecidos por ser miembros de La Iglesia Madre y por servir en nuestra iglesia filial; asimismo por haber tenido una de las más hermosas experiencias de nuestra vida cuando nos unimos a una organización universitaria de la Ciencia Cristiana.
Montevideo, Uruguay
