La gratitud a Dios por la abundancia de las bendiciones que emanan de la infinitud de la provisión del Amor, trasciende en casi todas las páginas del libro de texto de la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.. Precisamente, en la segunda página de este libro, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “Dios es Amor. ¿Podemos pedirle que sea más?” Y la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana prosigue más adelante: “¿Pediremos más al lado de la fuente abierta, que ya está vertiendo más de lo que aceptamos?” En efecto, la Ciencia Cristiana define a Dios como Alma, y al Alma como substancia, y razona que un Dios infinito, el bien, sólo puede manifestar una provisión infinita e ilimitada hacia Su amada creación, el hombre.
La Ciencia Cristiana demuestra el poder de la Verdad para sanar no sólo el pecado y la enfermedad sino también la limitación. El cristianismo ortodoxo, en general, limita el poder sanador del Cristo sólo a la curación del pecado, mientras que la Ciencia Cristiana extiende el poder de la Verdad no sólo para sanar toda forma de pecado sino también, para sanar a los mortales de toda clase de privaciones, y lo hace sobre la base de la bondad infinita de Dios — Su perfección absoluta y la perfección del hombre que Él ha creado a Su semejanza.
Es, pues, de vital importancia mantener un concepto de Dios, el Principio divino, como el bien infinito y del hombre como reflejo de Su bondad infinita. Tal vez nos podríamos preguntar: ¿Creemos que Dios, a veces, sólo da con mesura? ¿Estamos dictando nuestras propias leyes, determinando que el hombre está limitado por el concepto de que el bien se da escasamente? En cambio, la verdad es que la ley divina de abundancia está disponible para toda la humanidad, en todo momento y bajo cualquier circunstancia, aun cuando la abundancia parezca estar oculta por creencias impuestas por nosotros mismos, con respecto a insuficiencia y escasez.
Una de las maravillosas declaraciones de la Sra. Eddy es: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud, pág. 494 ; Muchas veces, incorrectamente se cree que esta declaración implica que el Amor divino y la necesidad humana son coincidentes — que Dios, el Espíritu inmortal, penetra el dominio mortal y satisface una necesidad por intermedio de procedimientos humanos. Pero, en realidad, no son coincidentes, como tampoco lo son la luz y la oscuridad. Así como la oscuridad es meramente la ausencia de la luz, la evidencia humana es meramente la creencia de que existe un universo imperfecto fuera del dominio infinito y espiritual de Dios. Y así como la oscuridad desaparece ante la presencia de la luz, así también la comprensión de la ley de abundancia del Amor divino destruye todas las creencias erróneas relativas a las necesidades humanas.
La verdad es que la dádiva infinita de Dios de provisión inmediata e ilimitada está siempre disponible y en abundancia para todos. ¿Aceptamos esto hasta el punto de comprenderlo? Lamentablemente, no. Con mucha frecuencia acudimos al pagano “dios dinero” en lugar de considerar devotamente la ley divina de abundancia.
La Ciencia Cristiana demuestra que Dios, el Espíritu divino, nos da ideas espirituales — ideas que nos aseguran que invariablemente tenemos todo lo que necesitamos. Puesto que el hombre es Su hijo amado, Dios le dota con una herencia ilimitada de ideas espirituales y es nuestro privilegio reclamarlas y utilizarlas. Es como si en el banco del Espíritu existiera una cuenta de crédito ilimitada para cada persona. Ahí siempre hay abundancia de bien. Sólo es necesario que esa persona se identifique como la dueña legítima de la cuenta y proceda a retirar fondos de ella. Ninguna sugestión de falta de comprensión espiritual, por parte de la persona ni la creencia de falta de mérito, incapacidad o insuficiencia pueden privarnos de las ideas espirituales de Dios. Existen siempre en abundancia para abastecer copiosamente la necesidad humana del momento. A la luz de la ley divina de abundancia no hay ninguna exigencia para la cual no haya a mano “fondos” suficientes.
¿Quiere decir esto que uno puede tener todo lo que desee sin que importe si tiene o no “con qué” pagarlo? ¿Qué queremos decir con tener “con qué” pagarlo? ¿Nos dirigimos al falso dios del dinero para saber la respuesta, o, más bien, nos dirigimos a nuestro concepto más elevado de Dios y Le pedimos que nos guíe? El invocar la dirección de la Mente, la inteligencia, probablemente, nos moverá a preguntar ¿cuál es nuestra necesidad? Tal vez anhelemos caminar sobre la luna, pero ¿tenemos necesidad de ir allí? ¿Quizá nos gustaría andar sobre el agua o quitar la piedra que intercepta nuestro camino hacia el progreso espiritual? Estas dos cosas ya han sido hechas por Cristo Jesús y se ha demostrado que son posibles — pero ¿de qué tenemos nosotros necesidad?
Si alguien se encontrara en medio de una crítica situación humana sin medio alguno aparente de escape, Dios respondería a su necesidad. Él le indicaría qué hacer y cómo hacerlo.
Si necesitamos buena salud, el Amor divino nos la proveerá abundantemente. Sólo tenemos que aferramos con esperanza y gratitud a la comprensión de la perfección de Dios y la perfección del hombre como Su imagen y semejanza. Dios nos exige gratitud por el bien ya recibido y por la posibilidad de demostrar la perfección aquí y ahora. Entonces esa necesidad será satisfecha en forma segura y la salud se manifestará en abundancia.
A menudo nos tienta el “dios dinero”, el dios de la limitación y el temor, o de la falta de fondos, a creer que la única solución para un ingreso insuficiente es elegir entre incrementar el ingreso o disminuir los gastos. Pero la experiencia demuestra que un aumento en el ingreso, por lo general, resulta en un aumento aún mayor en los gastos, mientras que el disminuir los gastos, pocas veces satisface nuestras esperanzas.
La Ciencia Cristiana presenta la única solución correcta para resolver problemas financieros. Enseña que el Amor divino satisface las necesidades humanas, nos demuestra que el exceso o la escasez, son falsos. Ambos son creencias que deben ser reemplazadas por la idea verdadera y espiritual de que la oferta y la demanda son gobernadas por el Principio divino. Las dificultades financieras pueden ser solucionadas por medio de la misma verdad que sana cualquier otra clase de restricción o enfermedad — al reconocer la verdad de la perfección del universo de Dios y Su ley de abundancia, y permitiendo que esta verdad nos revele la nada de la falsa creencia y la disuelva en la comprensión espiritual.
La actividad correcta en asuntos financieros es gobernada por exigencias divinas. Meditamos inteligentemente acerca del cuadro humano junto con el reconocimiento de que, en verdad, la situación está bajo la dirección de la Mente divina. Prestamos atención para lograr el máximo de nuestros recursos actuales, para que no se dupliquen nuestros gastos y evitemos aquellos que sean innecesarios. Consideramos con atención el efecto que pueden tener nuestras acciones sobre los asuntos de nuestro prójimo (aunque tal consideración pudiera parecer desventajosa para nosotros) y mantenemos el concepto más elevado de la honradez y del Principio. Como lo establece la Sra. Eddy en el Manual de La Iglesia Madre: “Dios exige que la sabiduría, la economía y el amor fraternal caractericen todos los actos de los miembros de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico”.Man., Art. XXIV, Sec. 5;
El empleo de la ley divina de abundancia introduce en la consciencia humana el reino divino de la armonía, la perfección, el reino mismo de Dios, el cual Cristo Jesús nos aseguró que podemos comprenderlo y disfrutarlo ahora.
El Salmista lo resumió así: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”. Salmo 1:1–3.