La gratitud a Dios por la abundancia de las bendiciones que emanan de la infinitud de la provisión del Amor, trasciende en casi todas las páginas del libro de texto de la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.. Precisamente, en la segunda página de este libro, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy escribe: “Dios es Amor. ¿Podemos pedirle que sea más?” Y la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana prosigue más adelante: “¿Pediremos más al lado de la fuente abierta, que ya está vertiendo más de lo que aceptamos?” En efecto, la Ciencia Cristiana define a Dios como Alma, y al Alma como substancia, y razona que un Dios infinito, el bien, sólo puede manifestar una provisión infinita e ilimitada hacia Su amada creación, el hombre.
La Ciencia Cristiana demuestra el poder de la Verdad para sanar no sólo el pecado y la enfermedad sino también la limitación. El cristianismo ortodoxo, en general, limita el poder sanador del Cristo sólo a la curación del pecado, mientras que la Ciencia Cristiana extiende el poder de la Verdad no sólo para sanar toda forma de pecado sino también, para sanar a los mortales de toda clase de privaciones, y lo hace sobre la base de la bondad infinita de Dios — Su perfección absoluta y la perfección del hombre que Él ha creado a Su semejanza.
Es, pues, de vital importancia mantener un concepto de Dios, el Principio divino, como el bien infinito y del hombre como reflejo de Su bondad infinita. Tal vez nos podríamos preguntar: ¿Creemos que Dios, a veces, sólo da con mesura? ¿Estamos dictando nuestras propias leyes, determinando que el hombre está limitado por el concepto de que el bien se da escasamente? En cambio, la verdad es que la ley divina de abundancia está disponible para toda la humanidad, en todo momento y bajo cualquier circunstancia, aun cuando la abundancia parezca estar oculta por creencias impuestas por nosotros mismos, con respecto a insuficiencia y escasez.
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