¡Qué privilegio fue el de aquél
en el concurrido aposento alto mucho tiempo ha,
do muchas lámparas proclamaban un destello de luz
sobre el pensamiento semioscurecido de un antiguo mundo!
Desde su ventana, él escuchó
mientras uno de los más hábiles oradores de todos los tiempos
fue inspirado por el eterno tema de Vida y Amor y Verdad,
presentado por Cristo Jesús, nuestro Ejemplo.
¿Qué valor tenían la noche declinante, el malestar, la fatiga, o la proximidad,
en presencia de esas preciosas riquezas mentales?
Mas el joven cabeceó, se durmió, y cayó.
Pero como la atmósfera de la Verdad lo envolvía aún, su curación vino
mediante la inspirada convicción de Pablo de que el hombre vive en la Vida.
Otra vez, hoy en día, muchas luces — las verdades espirituales del ser
arden en un mundo agobiado;
y podemos mantenernos despiertos para verlas brillar,
para amar su instrucción,
para compartir todo el esplendor de las ideas puras de Dios
con uno y todos; y comprender, como Eutico al final comprendió,
que el hombre a la imagen de Dios
jamás puede ser mesmerizado por el estupor, el temor, o la muerte,
pero debe, como una lámpara bien cuidada,
manifestar el resplandor incandescente y permanente de la Vida.
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