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[Original en alemán]

La Sra. Eddy, autora de Ciencia y Salud,...

Del número de noviembre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Sra. Eddy, autora de Ciencia y Salud, escribe (Poems, pág. 79):

Tu suerte no podrá importar
si es guía Amor,
que es tuya, en calma o tempestad,
la paz de Dios.

Tuve una oportunidad de comprobar la veracidad de estas palabras seis semanas antes de salir de mi país, Alemania, para tomar instrucción en clase de la Ciencia Cristiana. Lo que sucedió pudo haberme impedido dar este paso, pero la voz del Cristo sanador, la Verdad, fue más potente que toda creencia humana, y Dios me enseñó el camino.

Un día, yendo a casa desde otra ciudad, me sentí cansada pues había partido muy temprano en la mañana y ya llevaba casi cinco horas manejando, por lo tanto, decidí descansar unos minutos en un sitio de estacionamiento para vehículos.

Justo cuando me aprestaba a abandonar el lugar, un camión impidió mi salida. No pensé mucho sobre esto hasta que mi puerta fue abierta inesperadamente desde atrás y un hombre amenazó con matarme si no accedía a sus deseos. Naturalmente, mi primer pensamiento fue huir pero al intentarlo me golpeó brutalmente en la cabeza y caí.

El único pensamiento que tuve en aquel instante fue: Dios. No pude pensar más, pero ése fue el pensamiento al que necesitaba aferrarme para mantenerme consciente. El hombre me llevó en su camión a otro estacionamiento de vehículos y durante ese tiempo, tendida en la parte de atrás del camión, dirigí todos mis pensamientos hacia Dios y me mantuve muy quieta. Hasta pude ver a este hombre como una idea de Dios, sabiendo que una idea de Dios no puede dañar a otra.

El camionero continuó con sus amenazas pero Dios fue mi protección. Finalmente el hombre accedió a mis ruegos y me dejó salir del camión. Escondida en una arboleda cercana, oré: “La colina, di Pastor, cómo he de escalar” y, “Fiel Tu voz escucharé” (Poems, pág. 14, por la Sra. Eddy). Después de esto, el hombre se fue y con la ayuda de otras personas que acababan de llegar llamé a la policía para arrestarlo. Ellos decidieron llevarme a un hospital, pues, aún estaba a tres horas de viaje de mi casa.

En el hospital me fue posible dar la información necesaria aunque el diagnóstico había sido que la base del cráneo había sido fracturada, y había perdido mucha sangre. Pidieron a mi madre que viniera inmediatamente ya que no esperaban que sobreviviese aquella noche. Ella llamó a un practicista de la Ciencia Cristiana.

Con la maravillosa ayuda del practicista pude empezar a leer y estudiar Ciencia Cristiana desde el primer día. También dispuse de una bella habitación donde encontré una atmósfera de quietud para prepararme para mi clase de instrucción. Durante ese tiempo todo pensamiento sobre el accidente fue destruido.

Sabía que la creación de Dios es perfecta y que nadie puede ser separado de Él jamás. Comprendí que Dios no sabía nada de este accidente y que mi ser verdadero jamás había sufrido nada de naturaleza alarmante o dañina. Aunque el veredicto médico puntualizaba que por muchos meses no podría recuperarme, abandoné el hospital en poco más de tres semanas y los doctores no pudieron encontrar nada que probase que mi cráneo había sido fracturado. Casi no podían creer que había tenido una completa curación.

Estoy muy agradecida por esta curación. Me demostró que sólo hay una Vida, Dios, que nada puede destruir nuestro eterno reflejo de la Vida y que nada puede entorpecer nuestra comprensión de la verdad o impedirnos dar los pasos correspondientes para lograr el progreso en nuestra comprensión. También comprendí que Dios, en verdad, es una ayuda y protección siempre presente, si nos aferramos a Él inmediatamente. Entonces Él llena nuestro pensamiento; y así, somos más fuertes que cualquier creencia humana.

Estoy muy agradecida por haber tenido la oportunidad de haber recibido instrucción Primaria, que ha sido la experiencia más maravillosa y más preciada de toda mi existencia.


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