Me siento muy agradecida por haber crecido en un hogar donde sólo el amor y la paciente comprensión se expresaban, por haber asistido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde los tres hasta los veinte años de edad, y por haber recibido la enseñanza acerca del valor que encierra el hacer nuestro propio y sincero trabajo metafísico. Pertenezco a una familia que ha practicado la Ciencia Cristiana por tres generaciones. El primer servicio de la Ciencia Cristiana que se efectuó en esta ciudad tuvo lugar en la sala de recibo del hogar de mis abuelos paternos.
El toque de la mano conductora de Dios se ha manifestado muy patentemente en mi vida gracias a que pude despojarme de pensamientos egoístas, tanto en mis días de universidad, donde las decisiones correctas y las relaciones armoniosas eran lo normal, como también durante los muchos años de una feliz vida matrimonial y en la crianza de nuestros dos hijos. Han sido innumerables las bendiciones que se han manifestado al mantener una absoluta confianza en Dios, el Amor divino, para satisfacer todas nuestras necesidades. Curaciones de eczema, la dislocación de un tobillo, la lesión de un músculo del muslo, son sólo unas cuantas de las curaciones que he experimentado.
Poco después de mi matrimonio me apareció una irritación epidérmica que gradualmente me cubrió las manos y antebrazos. Estudié y oré como se enseña en la Ciencia Cristiana, percibiendo que la evidencia física era meramente la exteriorización del pensamiento irritado. Gracias al estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, descubrí y expulsé pensamientos desagradables de impaciencia y resentimiento contra un pariente. Los tres primeros versículos de Isaías 61 fueron especialmente útiles y una línea del versículo 3 alertó mi manera de pensar. Dice así: “Manto de alegría en lugar del espíritu angustiado”. De ahí en adelante me esforcé por expresar en cada pensamiento sólo elogio y trato afectuoso hacia ese pariente.
Una noche desperté debido a una sensación de escozor en las manos, me torné a Dios en busca del pensamiento sanador y me vino al pensamiento “la declaración científica del ser” que en parte dice (Ciencia y Salud, pág. 468): “No hay vida, verdad, inteligencia ni substancia en la materia”. Comencé a repetir esto en silencio y al llegar a la palabra “inteligencia” se me reveló el pensamiento sanador: “ ¡Por supuesto, la epidermis no puede pensar!” Con absoluta claridad percibí que la piel carece de sensación, de cerebro, de poder. Le di las gracias a Dios y me dormí tranquilamente.
Poco tiempo después de esto, mediante el estudio más profundo de Ciencia y Salud, el significado de las palabras de la Sra. Eddy (pág. 571) “Conócete a ti mismo, y Dios proveerá la sabiduría y la ocasión para la victoria sobre el mal” se convirtieron en clara percepción para mí. Reconocí claramente mi ser espiritual y el de cada una de las ideas de Dios que expresan Sus cualidades de bondad, pureza, desinterés y todas las demás. Desde ese momento la condición epidérmica mejoró y a la semana no quedaba mancha alguna. ¡Y esto después de casi dos años de estar prisionera de falsas creencias! La curación ha sido definitiva y fue un punto decisivo en mi progreso hacia lo espiritual.
Hace algunos anos cuando nos mudamos de Canadá a Australia, mi esposo, nuestros dos hijos y yo experimentamos el amor de Dios, siempre presente y que lo incluye todo, manifestando Su cuidado, guía y protección. Nos animaba un anhelo de progreso y educación. Apoyándonos en nuestra confianza en Dios, encontramos el hogar adecuado cuantas veces fue necesario, los niños fueron aceptados en una buena escuela, y muchas amistades durables se establecieron durante nuestra permanencia de siete años.
La sabiduría del amor y verdad de Dios reflejada por mis padres en nuestras relaciones ha sido siempre muy evidente. Las palabras “Padre-Madre Dios”, tal como las emplea la Sra. Eddy en su interpretación espiritual del Padrenuestro, tienen para mí un significado muy especial para comprender Su cuidado hacia todos Sus hijos, no importa la edad que tengan (Ciencia y Salud, pág. 16):
“Padre nuestro, que estás en los cielos:
Nuestro Padre-Madre Dios, del todo armonioso” .
En verdad, estoy muy agradecida por el ejemplo sanador que nos brindó Cristo Jesús y por la fidelidad de la Sra. Eddy hacia la revelación de la Verdad que ella denominó Ciencia Cristiana.
Halifax, Nueva Escocia, Canadá