El bien que nos viene de Dios, es ilimitado, constante e invariable, porque Dios, la Mente divina, es el bien infinito. Las teorías astrológicas que tienen que ver con horóscopos para uso diario, indican la aparición de ambos, el bien y el mal. Por tanto, en el mejor de los casos, son cuadros pasajeros de la mente humana. La creencia de que la configuración de las estrellas ejerce influencia sobre el carácter y las experiencias de la vida, puede limitar o impedir el libre desenvolvimiento de la individualidad del interesado.
En la pregunta que sigue, el profeta Isaías no deja lugar a dudas en cuanto a dónde debe recurrir la humanidad: “Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios?” Isa. 8:19; Y el Primer Mandamiento es: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éx. 20:3;
La creencia en el poder de las estrellas para determinar el destino se basa en la creencia de que la vida y la inteligencia existen en la materia. Dios jamás puede crear la materialidad. Las ideas espirituales están en la Mente divina y proceden de ella. La materia no posee actividad ni consciencia, porque Dios, el Espíritu, es la única Vida y la única Mente. El hombre es la imagen o reflejo de Dios. La historia verdadera de la creación en el primer capítulo del Génesis declara: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Gén. 1:27;
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