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Dios gobierna la actividad de la iglesia filial

Del número de junio de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una amiga me dijo hace algunos años: “Antes creía que las elecciones en la iglesia eran gobernadas por Dios, pero ahora me pregunto si no será sólo una cuestión de sentido personal”. En ese momento me sentí tentada a coincidir con ella. Ciertamente parecía que había muchas injusticias. Mucha gente calificada parecía ser dejada de lado en favor de personas más expresivas o quizás socialmente más aceptables. Pero ¿no es esto justamente lo que la hipotética mente mortal, con su pretensión de invertir el orden divino, quisiera que creyéramos? En modo alguno concuerda con las enseñanzas de la Ciencia Cristiana la creencia de que las injusticias son reales. Dios nunca las originó.

En realidad, esta Ciencia nos capacita para demostrar que nadie depende de otros seres humanos para sentirse satisfecho, para ser apreciado o para progresar. Debido a que el Principio divino es supremo, cada individuo y cada situación está bajo el gobierno divino. La Sra. Eddy escribe: “La Ciencia revela una sola Mente, y ésta resplandeciendo por su propia luz y gobernando el universo, incluso el hombre, en perfecta armonía”.Ciencia y Salud, págs. 510–511;

El gobierno total de Dios no exceptúa las actividades de la iglesia; Él lo gobierna todo. Cuanto más comprendamos que la ley divina del bien lo gobierna todo, mayor será la armonía que veremos manifestada en las actividades de la iglesia.

Aunque es obvio que no todos pueden tener la oportunidad de servir en un cargo electivo, pues no hay tantos cargos como personas, todos tienen iguales oportunidades de estar empleados al servicio de Dios.

Si consideramos que podemos hacer uso de la actividad en una iglesia filial para promovernos nosotros mismos o, — como en otras organizaciones humanas — una oportunidad para “hacer carrera”, habremos perdido de vista el significado del trabajo de la iglesia filial. Tarde o temprano debemos despertar a la comprensión de que la auténtica satisfacción se encuentra solamente en el servicio desinteresado en favor de los demás. Cristo Jesús dijo: “Yo estoy entre vosotros como el que sirve”. Lucas 22:27; Ésta es, también, nuestra misión. Desde el punto de vista del servicio, el prestigio que podamos tener en la organización, puede ser de escasa importancia.

Dios tiene un plan infinitamente bueno para cada uno de Sus hijos. Ninguno de nosotros es pasado por alto, rechazado o no valorado. Dios ha provisto al hombre de habilidad infinita y Él nos da a cada uno de nosotros oportunidades ilimitadas para expresar esta habilidad. En la actividad de la iglesia, las circunstancias que parecen tropiezos pueden convertirse en peldaños hacia oportunidades mejores.

En todas las actividades de iglesia debemos estar dispuestos a decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. vers. 42; Cuando estamos dispuestos a dejar de lado nuestros planes humanos, descubrimos que Dios nos tiene reservadas cosas mejores de lo que nunca hubiéramos podido haber planeado nosotros mismos.

Si no se nos da el puesto que deseamos, acaso sea porque no estamos suficientemente preparados como para beneficiarnos ampliamente en virtud de esa experiencia. Más adelante estaremos tal vez preparados para cosechar mayores beneficios para nosotros mismos y para nuestra iglesia filial. La Biblia dice: “La prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. Sant. 1:3, 4;

Una vez se me nombró para una comisión en la que había estado muy interesada y luego se me retiró el nombramiento. Mi primera reacción fue sentirme terriblemente herida y desilusionada. En una situación de esta índole tenemos que elegir: o nos apiadamos de nosotros mismos y pagamos la pena que siempre acompaña al pensamiento erróneo, o bien, recurrimos instantáneamente a Dios a fin de saber cuál será Su solución armoniosa.

Escogí escuchar a Dios y comencé a declarar que la Mente divina gobernaba mi experiencia y que ninguna persona, lugar o circunstancia humana podía privarme de la oportunidad de ser útil. Inmediatamente me vino a la mente este pensamiento: “Si no puedes servir en la comisión, puedes escribir un artículo para las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana”. Escribí dos artículos, y uno de ellos contestaba la sugestión que tenía ante mí: la sugestión de que alguien podía ser privado del bien genuino. Ambos artículos fueron aceptados y se publicaron. Lo que pareció un tropiezo pasó a ser una oportunidad para servir mejor la Causa de la Ciencia Cristiana. Posteriormente se me nombró nuevamente para integrar la misma comisión y la integré muy felizmente durante varios años.

Nadie puede ser privado de su derecho al progreso espiritual. Y en la Ciencia Cristiana se puede probar que nadie puede ser desposeído de lo que se ha ganado y honestamente merece.

Al confiar en la bondad y justicia de Dios, podemos estar dispuestos a renunciar, con amor, a lo que Él no nos ha dado. También podemos estar dispuestos a servir donde Dios nos ha designado y rehusarnos a permitir que la mente mortal nos robe la alegría de servir. Cuando nos sentimos divinamente guiados a aceptar un puesto, debiéramos servir en él de buena gana, negándonos a permitir que la desconfianza en sí mismo u otro pensamiento erróneo nos priven de esa oportunidad. La Sra. Eddy dice: “Cerciórate de que Dios dirige tu camino y luego apresúrate a seguirlo bajo todas las circunstancias”.Miscellaneous Writings, pág. 117;

Cuando, antes de una elección, sentimos el deseo de servir en un cargo electivo, debiéramos examinar con cuidado nuestros motivos. ¿Estamos buscando una gloria personal? ¿O sentimos genuinamente que podemos ser una bendición para la Causa de la Ciencia Cristiana? ¿Ha desarrollado nuestro estudio diario las cualidades de honestidad y discernimiento espiritual? ¿Estamos demostrando la superioridad del poder espiritual sobre las creencias materiales?

Podemos orar concienzudamente para eliminar de la consciencia la idea personalizada de la elección y sus resultados. Podemos aplicar una norma imparcial y científica a la votación, sintiéndonos dispuestos a dejar que se elija a la persona de pensamiento más espiritual, sin distinción de sexo. La Sra. Eddy refutó el argumento de la superioridad de cualquiera de los sexos cuando dijo: “Deseo corregir la afirmación de que prefiero que el Primer Lector de la Iglesia de Cristo, Científico, sea un hombre y no una mujer. Mi preferencia es por el individuo más apto para desempeñar esta función tan importante. Si tanto el Primer Lector como el Segundo son estudiantes míos, entonces, sin referencia al sexo prefiero al estudiante de pensamiento más espiritual”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 249;

Nosotros podemos reconocer la perfección espiritual de cada uno de los miembros de nuestra iglesia sabiendo que el bien se otorga con imparcialidad a todos los hijos de Dios. Podemos así dejar los ajustes humanos en las manos de Dios.

Estas palabras del Christian Science Hymnal, son una potente oración para quien sinceramente desea servir:

Mi gran cuidado habrá de ser
amarte más y más.Hymnal, No. 224.

La cuestión esencial del trabajo en una iglesia filial no es cómo nos tratan los demás, o si obtenemos o no un puesto muy deseado, sino si podemos responder o no, con amor y dejar librado a la sabiduría de Dios, el ajuste de todas las situaciones. La Ciencia Cristiana nos enseña que la corrección de las discordancias que afectan nuestra experiencia no debe nunca depender del cambio de otras personas o de las circunstancias. Comienza siempre en nosotros mismos. Lo que necesitamos es cambiar nuestras propias creencias falsas de miedo, frustración, injusticia y orgullo por las cualidades divinas de amor, confianza, justicia, humildad y fe. Cuando hemos triunfado en la eliminación del error de la consciencia, éste lógicamente desaparece de nuestra experiencia.

Cuando oramos por las actividades de la iglesia, no le decimos a Dios lo que debe hacer. No oramos para colocarnos a nosotros o colocar a otros en determinados cargos. El propósito de Dios puede expresarse de alguna manera mejor. En cambio, oramos para comprender que el poder y la inteligencia de la Mente divina nos gobierna a todos y hará que ocurra lo que deba, para todos. Nos despertamos al discernimiento y al reconocimiento de la verdad de que la voluntad de nuestro Padre se realiza eterna y universalmente. Entonces advertimos lo que en realidad somos: los beneficiarios de Su bondad. Y se demuestra armonía en la iglesia.


Haced todo sin murmuraciones y contiendas,
para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha
en medio de una generación maligna y perversa,
en medio de la cual resplandecéis
como luminares en el mundo.

Filipenses 2:14, 15

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