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Puedes divertirte, ¡honradamente!

Del número de junio de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Lorenzo y sus amigos querían divertirse un viernes a la hora del almuerzo. Fueron a una tienda. Los muchachos empezaron a tomar cosas pequeñas. Se las pusieron en sus bolsillos sin pagar su importe. Creyeron que era divertido hacerlo. Pero Lorenzo sabía que eso era robar. De manera que no se unió a ellos.

Entonces prendieron a los muchachos y a Lorenzo también. Los otros muchachos sabían que Lorenzo no había tomado nada. Pero ellos dijeron que él también había robado. Estaban tratando de robarle a Lorenzo su buen nombre, que es, ni más ni menos, otra clase de robo.

El encargado de la tienda denunció a los muchachos al rector del colegio. Entonces el rector telefoneó a los padres de todos ellos. Se pidió a los padres de Lorenzo que fueran al colegio junto con los padres de los otros muchachos el lunes siguiente.

El día anterior, o sea, el domingo, Lorenzo fue a la Escuela Dominical. Le preguntó a su maestro si podía ayudarlo para salir de esta dificultad. Esa misma tarde se comunicaron por teléfono. Buscaron pasajes apropiados al caso en el libro de texto de la Ciencia Cristiana llamado Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Una frase que encontraron fue: “Recordemos que la ley eterna de la justicia. .. exime al hombre de todos los castigos excepto aquellos en que incurre por obrar mal”.Ciencia y Salud, pág. 385; De manera que sabían que Lorenzo no podía ser castigado por hacer lo correcto. Decidieron mantenerse firme contra la mentira que decía que podía ser castigado. Oraron para ver claramente que el inocente no puede sufrir.

Vino la mañana del lunes, y los padres de Lorenzo fueron al colegio. ¡Toda la historia había cambiado! Ahora los demás muchachos dijeron la verdad. Admitieron que Lorenzo no había robado nada. Sus padres volvieron al hogar felices, y por supuesto él no fue castigado. Lorenzo había sido protegido por obedecer el octavo mandamiento: “No hurtarás”. Éx. 20:15; Y probó que tampoco le podía ser robado su buen nombre.

¿Por qué roba o hurta la gente? A menudo lo hacen porque creen que son pobres. Piensan que no tienen lo que necesitan. No se han dado la oportunidad de descubrir que el amor de Dios provee a todas sus necesidadades. Cristo Jesús dijo: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”. Mateo 6:8.

Hay otros que roban de puro “gusto”. Creen que es emocionante tomar alguna cosa sin que nadie se dé cuenta. Se engañan al creer que es divertido salirse con la suya sin castigo. Pero cualquier cosa que hagamos que perjudique a alguien no es realmente divertido. No debemos permitir que se nos engañe para que creamos que algunas veces es bueno robar.

Si alguna vez somos tentados a robar, es importante saber que nada puede hacernos robar. Dios nos envía pensamientos correctos. Si los escuchamos, ellos nos protegen y nos impiden hacer lo que está mal.

Pensemos qué podemos hacer por nuestro prójimo en lugar de robarle. Hurtar o robar, significa quitarle algo a alguien. ¿No es entonces lo opuesto de robar dar algo a alguien? Hagamos, pues, de ello un mandamiento de amar por medio de dar.

¿Qué podemos dar? A menudo encontraremos maneras afectuosas de compartir lo que tenemos. Pero a cada momento podemos hacer obsequios como, por ejemplo, una palabra amable o una sonrisa alegre. Podemos dar de nuestro amor, y entonces estaremos obedeciendo por completo el mandamiento: “No hurtarás”. Y podremos divertirnos. ¡Honradamente!

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