¿Ha viajado Ud. alguna vez por un país cuya lengua no conocía y sentido una desconcertante sensación de separación de la gente del país por no poder comunicarse con ella? Las barreras del idioma a veces resultan en malentendidos y hasta en mutua sospecha y temor.
Una vez me hospedé en un hotel en el que la camarera no podía entender ninguno de los idiomas que yo hablaba. Rompí accidentalmente mi espejo de cartera, y no me pareció prudente dejar los trozos de vidrio en el canasto de papeles, así que llevé los trozos a la camarera y le pedí que los tirara. Puso sus manos detrás de ella, movió la cabeza, y se veía horrorizada. Sólo cuando el recepcionista del hotel me enseñó algunas palabras en su idioma y pude aclararle a la camarera lo que yo quería que hiciera, se tranquilizó. Yo había estado tratando de protegerla, pero ella pensó que la estaba acusando de haber roto el espejo.
Éste es un ejemplo de los malentendidos y recelos que a veces surgen entre los individuos o — en escala mucho mayor — hasta entre las naciones, simplemente porque cada una de las partes no comprende el lenguaje, o punto de vista, del otro.
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