La curación en la Ciencia Cristiana es el resultado de la percepción correcta de la clara y eterna visión del Alma. Esta verdadera percepción sanadora ve en la Ciencia, no en la materia o la corporeidad, al hombre perfecto de la creación de Dios. Es la consciencia del hombre verdadero, la idea de Dios, que entonces surge como el único hombre que existe, que haya existido o que existirá.
Cuando los sentidos materiales argumentan agresivamente por una creencia de accidente o dolor, podemos rechazar el sentido material del testimonio. Esto despeja de nuestra consciencia las imágenes sombrías del pensamiento mortal de modo que podamos discernir y hacer la voluntad de Dios, hacernos conscientes de su presencia eterna, y percibir la perfección inmutable del hombre como Su imagen y semejanza. Entonces podemos penetrar hasta el fondo mismo del error — darnos cuenta de su total irrealidad como una ilusión de la mente carnal o mortal. Y así nos damos cuenta de nuestro verdadero sentido de la vista.
La vista verdadera demuestra la omnipresencia de la inteligencia divina. Con la vista verdadera podemos penetrar la sutileza del mal y detectar las intrigas de la mente mortal, reconocer la impersonalidad del error, aun en la presencia del odio, la envidia y la persecución. Podemos apartar todo el mal de la persona y mantener nuestra vista fija en la omnipotencia y omnipresencia de Dios, el Amor. Si realmente podemos ver lo que Dios ha creado allí mismo donde parece encontrarse el error, podemos curar.
Desafíe cada una y todas las sugerencias que digan que usted es un mortal confuso a quien se le puede privar de su habilidad para vislumbrar la Verdad claramente. Dios desconoce tal identidad. El hombre no es un mortal sometido a la confusión. El hombre es una unidad de la integridad y perfección constituida por Dios y preservada por Dios. Se demuestra la nulidad del falso sentido del error discerniendo espiritualmente que el único sentido del hombre es el sentido otorgado por la Mente, el Espíritu, Dios. Con el sentido espiritual puede usted comenzar ahora a ver, como lo hizo Jesús, que es la voluntad del Padre, la ley de Dios, que sea usted perfecto, “como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” Mateo 5:48. — ¡y usted lo puede demostrar!