Todo aquel que desee sanar a otros como lo hizo Jesús, no sólo debe observar una estricta conducta en el orden moral, sino también debe poseer un pensamiento espiritualizado. Bajo la guía de Dios, el Maestro ordenó a sus seguidores a que obedecieran tanto el espíritu como la letra de la ley moral dictada por Moisés.
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