¿Te has enojado alguna vez con tus padres? ¿A tal grado que algunas veces pensaste que ellos realmente no parecían amarte?
Bueno, no hace mucho eso fue exactamente lo que pensé. Mis padres pensaron que yo había hecho algo que no debí haber hecho, y me mandaron a mi cuarto. Me quedé allí sentada pensando algunos pensamientos muy desagradables acerca de ellos, y puse a mis padres en su lugar — en mi mente.
Después de un rato entró mi madre a hablar conmigo. Yo no quería hablar con ella, pero de todas maneras ella habló. Me dijo que yo era muy buena, porque Dios me había hecho buena. Todo lo que hice fue mirarla y pensé: “Si ella cree que soy tan buena, ¿por qué me mandó a mi cuarto?” Pero entonces agregó que algunas veces mis acciones no eran buenas y que yo necesitaba hacer que mis acciones igualaran el bien que es mi verdadero yo. Ella dijo algo más y me dijo que me amaba y que estaba segura de que yo la amaba a ella y a mi padre.
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