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Hace varios años, mientras pasaba unas vacaciones...

Del número de julio de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace varios años, mientras pasaba unas vacaciones de verano en una granja de huéspedes en el Canadá, nuestra familia tuvo oportunidad de atestiguar la eficacia de la curación espiritual como se enseña en la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens..

Una mañana nuestro hijito se cayó de la escalinata sin pasamanos y dio con el lado de la cabeza sobre el piso de concreto de la casa de campo. Después de cargarlo hasta una cama y dejarlo al cuidado de mi esposa, fui a comunicarme con una practicista de la Ciencia Cristiana. Sin embargo, antes de poder comunicarme con ella en las horas avanzadas de la tarde, tuve tiempo de apartarme a un lugar solitario para clarificar mis pensamientos y rechazar así las escuetas imposturas del testimonio mortal, y seguir el consejo bíblico en los Salmos (46:10): “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”.

La sugestión: “Si hubiera habido un pasamanos en las escaleras, esto no hubiera ocurrido”, fue enfrentada con la verdad de que una idea espiritual, siendo el reflejo de Dios, no puede caer. No hay, en realidad, hombre caído.

La pregunta: “¿Por qué tuvo que ocurrirnos esto a nosotros?”, fue respondida por la declaración que Cristo Jesús dio a sus discípulos: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9:3).

La pregunta: “¿Se recuperará completamento de esto?”, fue respondida con el pensamiento de que no estábamos buscando una falsificación mejorada sino estableciendo en la consciencia el artículo genuino, una comprensión del hombre completo y perfecto de la creación de Dios.

Con la ayuda de la practicista comenzamos a ver progreso. Fue necesario todavía más purificación del pensamiento pues el sentido material trataba de levantar obstáculos. Una de las creencias era que nuestro hijo no tenía apetito y que lo poco que tomaba no podía retenerlo. Pudimos interpretar este trastorno como algo basado en el temor y reemplazarlo con el amor perfecto (o concepto del hombre perfecto) que echa fuera el temor. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Después enfrentamos la creencia de que el sentido de equilibrio de nuestro hijo estaba deteriorado porque no podía caminar sin caerse. Tuvimos que, en nuestro pensamiento, atribuir toda inteligencia a la Mente divina única y no verla como si morara en una cabeza material. La Mente divina revela al hombre como íntegro, sano, y libre.

El sentido material trató de convencernos de que la curación no era completa mientras la mitad de la cara de nuestro hijo carecía de expresión y estaba inmóvil. Fuimos guiados a comprender que, puesto que Dios es Todo, nada podía paralizar nuestra alegría y gratitud por la presencia de Dios que sentíamos. La mejor manera de expresar gratitud es mediante la alegría, y nuestra alegría no podía perderse o permanecer inexpresada.

En tres semanas la curación fue completa, y fue una bendición que todos pudiéramos reconocerla. “Las pruebas son señales del cuidado de Dios”, nos dice Mary Baker Eddy en la página 66 de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Esta curación ha sido un acontecimiento importante en mi vida y una vara en mi mano.

Estoy por cierto humildemente agradecido a Dios por instrucción en clase, por haber sido alumno y maestro en una Escuela Dominical, y por mi afiliación a La Iglesia Madre y a una iglesia filial.


Cada vez estoy más agradecida por la practicabilidad de la Ciencia Cristiana. Ha sido el único médico en nuestra familia. Cuando nuestro hijo se cayó, inmediatamente oramos para liberar nuestro pensamiento de temor y accidente y reclamar la unidad del hombre con Dios, la única causa y creador. Trabajamos estrechamente con el practicista durante las dos semanas siguientes. A medida que continuamos expresando gratitud por el amor de Dios, y por saber que el hombre de Dios jamás ha experimentado un accidente del cual tiene que recuperarse, la curación fue completa. En septiembre, nuestro hijo pudo ocupar su lugar en el jardín de infantes como un activo estudiante.

Nuestra familia está especialmente agradecida por nuestra Escuela Dominical, la cual es una bendición tanto para el alumno como para el maestro.

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