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“No hay furia vana de la mente mortal”

Del número de julio de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Está nuestra vida a merced de fuerzas materiales sobre las que no tenemos dominio? La Biblia indica que no es así. En las Escrituras hay muchas narraciones sobre personas que probaron el dominio que Dios da al hombre: dominaron epidemias, inundaciones, características hereditarias, tormentas, muchedumbres airadas y la superioridad militar del enemigo.

Al comprender cada vez más nuestro ser verdadero, conforme nos enseña la Ciencia Cristiana, también nosotros seremos capaces de dominar las falsas pretensiones de que el poder está en la materia. Basando nuestros estudios en la Biblia y en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, aprendemos que Dios es el bien, el único poder y presencia — Todo-en-todo. Por lo tanto, es evidente que todo el espacio debe estar lleno del bien y que, en realidad, no hay lugar alguno para ninguna mente o fuerza erróneas. Las tormentas y calamidades no son ni naturales ni inevitables.

Podemos tomar cualquiera de los sinónimos de Dios que se dan en el libro de texto y aplicarlo a la creencia de las fuerzas malignas. Por ejemplo: Dios es Espíritu. Como el Espíritu es el único poder y presencia, no puede haber materia ni causa o efecto materiales. Las divinas energías del Espíritu son las únicas fuerzas que realmente existen. Las fuerzas materiales tienen sólo el poder que erróneamente les atribuimos.

Dios es Mente infinita y el hombre refleja esta única y gran inteligencia. Por ende, no hay muchas mentes, cada una de ellas combatiendo contra todas las demás o tratando de dominarlas o influirlas. El hombre está sujeto sólo a la Mente, Dios, y, por lo tanto, únicamente puede experimentar el bien. Nuestra vida humana es la manifestación de nuestro pensamiento y puede ser serena o tormentosa según con qué llenemos nuestra consciencia, con el reconocimiento del bondadoso gobierno de Dios sobre el hombre y el universo, o con las agitadas creencias y vicisitudes de la mente mortal.

Por cuanto Dios es Amor, Él nunca causa una condición que no bendiga a Sus hijos. Dios no envía tormentas u otras calamidades o enfermedades para castigar a los hombres. Ésa no es la naturaleza del Amor.

Las palabras del profeta nos dan consuelo y seguridad: “¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti”. Jer. 32:17;

Cristo Jesús explicó la Palabra de Dios, y como Hijo de Dios nos mostró la aplicación del dominio espiritual del hombre en la experiencia humana. Su gran misión fue demostrar la operación de la ley de Dios y mostrar a la humanidad cómo aplicarla a la actividad cotidiana.

Jesús probó con sus obras que el dominio sobre las fuerzas materiales es posible. Él vio la absoluta nulidad de cualquier poder opuesto al bien. En cierta ocasión en que se encontraba a bordo de una embarcación con sus discípulos, se desató una tormenta mientras él dormía. Los discípulos, muy agitados, despertaron al Maestro y le preguntaron: “¿No tienes cuidado que perecemos?”  Marcos 4:38, 39; La narración continúa con estas palabras: “Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza”.

La autoridad que Jesús manifestó sobre el viento y el mar no fue exclusiva de ese gran hombre. Jesús fue nuestro Mostrador del camino. Él esperaba que quienes siguieran sus enseñanzas siguieran también su ejemplo en todos los aspectos de la experiencia humana.

En una ocasión, mi bebé y yo debimos viajar por avión a otra parte del país. La mañana de nuestro vuelo la radio informó que se había desatado un fuerte huracán en el punto de destino. La compañía aérea me informó que no había enviado aviones a esa zona durante varias horas y que no esperaba que mi vuelo pudiera salir, si bien no lo habían cancelado todavía.

Recurrí a mi Biblia y a Ciencia y Salud para corregir la tormenta de temor, desaliento y confusión desatada en mi pensamiento. En el inapreciable Glosario de Ciencia y Salud se dan las definiciones espirituales y materiales de muchas palabras de las Escrituras. Cuando damos tratamiento a una pretensión del error en la Ciencia, suele ser útil substituir el significado material por el espiritual.

Me ayudó la lectura de la definición de “viento” que da la Sra. Eddy en el libro de texto: “Aquello que indica el poderío de la omnipotencia y los movimientos del gobierno espiritual de Dios, abarcando todas las cosas. Destrucción; ira; pasiones mortales”.Ciencia y Salud, pág. 597; Comprendí que en mi ser verdadero, como hija de Dios, yo estaba gobernada sólo por Él. Mi vida no estaba a la merced de “destrucción; ira; pasiones mortales”.

También me ayudó esta afirmación de la Sra. Eddy: “No hay furia vana de la mente mortal, — expresada por terremotos, vientos, olas, relámpagos, el fuego y la ferocidad bestial, — y esta llamada mente se destruye por sí misma”.ibid., pág. 293. Comprendí, además, que el mal no tiene poder para destruir el bien y sólo puede destruirse a sí mismo.

El viaje que yo debía realizar iba a constituir una bendición para varias personas, y me era bien evidente que ninguna “furia vana de la mente mortal” podía estorbar el armonioso desenvolvimiento del plan de Dios o destruir el bien en mi experiencia. Al ir avanzando el día, fui adquiriendo tal certeza de estas verdades que cuando me dirigí al aeropuerto, en modo alguno me sorprendió que mi avión despegara a horario. Durante el vuelo el piloto anunció que durante más de una hora habíamos estado atravesando el huracán; sin embargo, el viaje fue agradable y sin complicaciones; cuando aterrizamos nos encontramos con un sereno paisaje iluminado por la luz de la luna. Luego supe que los vuelos siguientes habían sido nuevamente cancelados y que el nuestro había sido el único vuelo que había llegado a esa región en más de treinta y seis horas.

La misericordia y el poder de Dios son infinitos. Cuando entendemos esta verdad y sabemos también que la idea de Dios, el hombre, refleja y expresa este amor y omnipotencia, podemos llevar adelante armoniosamente todas nuestras actividades. En la medida en que comprendemos nuestro ser verdadero como ideas de Dios podemos demostrar nuestro dominio sobre todas las amenazas de las fuerzas materiales.

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