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Desechemos la superstición moderna

Del número de septiembre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchos piensan que la época actual es una época de esclarecimiento y que las supersticiones y consejas son cosas del pasado. Pero muchos que no dan ninguna importancia a la presencia de gatos negros o a pasar por debajo de una escalera, abrigan un número sorprendente de creencias irrazonables.

Así ha ocurrido en todas las generaciones. El apóstol Pablo les dijo así a los atenienses, que se enorgullecían de su superioridad intelectual: “Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”. Hechos 17:22, 23;

Pablo explicó entonces la naturaleza de Dios tal como le fuera revelada mediante las enseñanzas de Cristo Jesús. El vocablo griego original que se traduce como “extraordinariamente escrupuloso”, “sumamente religioso” y “muy religioso” en excelentes traducciones modernas, se ha traducido como “supersticioso” en la versión King James de la Biblia, y esta interpretación tiene un significado muy real. Tener miedo de ofender a un Dios desconocido no es adorar a Dios, sino inventar un demonio. Denota temor y atribuye un poder misterioso y siniestro al mal. Bien podemos decir que esto es superstición.

En el Glosario de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., da esta definición de “lo desconocido”: “Aquello que sólo el sentido espiritual comprende, y que es desconocido para los sentidos materiales”. Y agrega: “El paganismo y el agnosticismo pueden definir a la Deidad como ‘el gran incognoscible’; empero la Ciencia Cristiana acerca a Dios mucho más al hombre y hace que sea mejor conocido como el Todo-en-todo, por siempre cercano”.Ciencia y Salud, pág. 596;

La Ciencia Cristiana explica a Dios como Espíritu infinito, la única Mente divina, y al hombre como idea espiritual, o expresión, de esta Mente, no como a un mortal ignorante o temeroso. Esta religión demuestra que Dios es todopoderoso y enteramente bueno, y no atribuye poder o inteligencia al mal. Cuando percibimos algo de la totalidad y omnipresencia del bien, lo desconocido representa simplemente el bien que aún no hemos conocido y experimentado.

Pablo refutó la superstición en otra ocasión, cuando naufragó en la isla de Malta y una víbora salió de unas ramas secas que estaba poniendo al fuego y le mordió la mano. La Biblia dice: “Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir. Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció”. Hechos 28:4, 5;

Pablo había aprendido que un Dios de amor no castiga a Sus fieles servidores y que no hay poder aparte de Dios. Había aprendido que Dios es el bien, todopoderoso y siempre presente, y que el poder divino estaba actuando siempre en su favor, doquiera se encontrara y en todo lo que hiciera en servicio de Dios. Y debe de haber aprendido a no caer en la trampa de adorar al mal, esto es, atribuirle verdadero poder en cualquier forma. Por ello se sintió tranquilo y confiado frente a experiencias peligrosas como la del naufragio y la picadura de una víbora. Por cierto que no asoció esas experiencias con una manifestación de desaprobación divina.

El mismo método se puede aplicar a las supersticiones más modernas. Como Dios es Espíritu y el hombre refleja al Espíritu, es irracional y, por lo tanto, supersticioso, ceder a la materia en cualquier forma y atribuirle poder o inteligencia. Por eso es supersticioso asociar la enfermedad con condiciones materiales como el clima, las estaciones, el contagio o la herencia. Siempre es la creencia en esas asociaciones, no las condiciones mismas, lo que les da poder.

Hay, además, supersticiones de carácter más particular. Muchos de nosotros nos damos en pensar, a veces, en fantasías irracionales de que las cosas siempre salen mal en ciertos momentos, o cuando vamos a determinados sitios, o hacemos ciertas cosas o cuando nos visitan algunos familiares. Aunque todas estas supersticiones carecen de fundamento, nuestro pensamiento les da verosimilitud y la repetición refuerza su aparente poder.

Muchísimos problemas humanos comienzan de esta manera, ya sea por la repetición de una situación conocida o por el temor de una desconocida. La solución radica siempre en desmenuzar las supersticiones y examinarlas sin temor a fin de comprender que son ridículas a la luz del poder y la presencia conocidos de Dios, el bien. Debemos reemplazar el pensamiento irracional con el entendimiento espiritual, y sustituir el temor al mal con la confianza en el bien. Así comprenderemos que las circunstancias, lugares y personas mejoran a medida que nuestro pensamiento acerca de ellos cambia de lo material a lo espiritual.

La Sra. Eddy dice: “Todo lo que guíe el pensamiento de un modo espiritual, beneficia la mente y el cuerpo. Tenemos que llegar a entender las afirmaciones de la Ciencia divina, desechar la superstición y demostrar la verdad según Cristo”.Ciencia y Salud, pág. 149.

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