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En su libro Twelve Years with Mary Baker Eddy...

Del número de septiembre de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En su libro Twelve Years with Mary Baker Eddy (Doce Años con Mary Baker Eddy), Irving C. Tomlinson dice (pág. 73): “Todos los días antes de comenzar su tarea, ella [la Sra. Eddy] consultaba su Biblia en busca de dirección y guía. Después abría el libro de texto [Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras] y veía de qué manera maravillosa armonizaban entre ellos”. Mi reacción inmediata al leer esto fue: “Si una practicista tan experimentada como la Sra. Eddy necesitaba ser guiada por Dios todos los días, claro está que yo también la necesito”. Muchas veces, a partir de ese momento, cuando abría mis libros, encontraba la respuesta que satisfacía mi necesidad.

Este volverme a Dios para que me guiara me enseñó a ser paciente. Antes de que mi esposo eligiera la Ciencia Cristiana para sí mismo, ya que él había comprobado su eficacia mediante mi experiencia, yo había abierto el libro de texto durante años repetidamente en el mismo pasaje: “Los motivos y las acciones no se aprecian correctamente antes de que sean entendidos. Más vale aguardar hasta que aquellos a quienes se desee beneficiar estén preparados para esa bendición, pues la Ciencia está obrando cambios tanto en el carácter personal como en el universo material” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 238). Esta verdad trajo una intimidad muy apreciada en nuestra familia.

Cuando mi esposo se encontraba lejos del hogar durante la Segunda Guerra Mundial, tuve que conducir mi auto sola desde la Costa Este a la Costa Oeste de los Estados Unidos. Mi experiencia para conducir consistía en unas pocas vueltas alrededor del cuartel militar y el coche sólo tenía dos neumáticos buenos que era lo que el comité de racionamiento nos permitía. Cada vez que me asaltaba el temor de conducir con neumáticos viejos, oraba para reemplazarlo por el reconocimiento de la actividad y el cuidado continuos del Amor y mi necesidad de reflejar el Amor. Cada vez que un neumático reventaba ocurría cerca de una estación de servicio donde podía conseguir uno nuevo. Cuando llegué a mi destino, el coche tenía cinco neumáticos nuevos.

El poder divino nos asegura salud y dominio. Por medio de la oración agradecida he visto revivir un arbusto perenne después de haberse puesto amarillo como la retama, y plantas enfermas reverdecieron. Bulbos y rosas que todos los años habían sido comidos por conejos y ratones crecieron sin molestias aunque los animalitos aún jugaban entre las plantas. Las ardillas sólo comían normalmente en el comedero de los pájaros y mi gasto de semillas se redujo casi a la mitad gracias a una conducta más equilibrada de esos animalitos. En la época de las cerezas, como los pájaros y las ardillas fueron considerados como seres que tenían su lugar en un universo amistoso gobernado por Dios, parte de la fruta fue consumida enteramente por ellos, en lugar de comer un poco de cada fruta; así que tuvimos buenas cerezas en abundancia para nuestro propio consumo y el de nuestros vecinos.

Hemos tenido muchas curaciones físicas: efectos de envenenamiento con tomaína, invalidez después de haber dado a luz, y un hueso de mi pulgar sanado mediante la cirugía mental. Fuimos protegidos contra los efectos de picaduras de abejas y del contacto con líquidos hirvientes.

La guía de Dios nos da alegría y valor. Estamos en Sud América porque fuimos animados mentalmente en cada paso del camino por la inspiración espiritual que se encuentra en los dos libros de texto: la Biblia y Ciencia y Salud. Toda esta experiencia ha sido un período de gran crecimiento espiritual, puntos de vista más amplios y provisión divina. La guía que la Sra. Eddy utilizaba ha sido cumplida en nuestras vidas en las palabras de Cristo Jesús: “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará ... pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:23, 24).


Aunque no estuve con mi esposa durante el tiempo en que ocurrieron algunos de los acontecimientos relatados en su testimonio, supe que sucedieron y sé muy bien que el buscar soluciones por medio de la oración es el método que mi esposa acostumbra emplear. Me siento muy agradecido de que ella haya traído esta Ciencia a mi vida. También estoy agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre y por ser un Científico Cristiano activo.

Soy la madre de la Sra. Brown. Debido a la eficacia sanadora de la Ciencia Cristiana, diecisiete miembros de la familia se volvieron Científicos Cristianos, así como varios amigos.


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