Dios nunca está sin empleo. Está ocupado en sostener la perfección y el orden del hombre y el universo. Este hecho espiritual tiene para nosotros consecuencias prácticas. Jamás estamos sin trabajo si comprendemos que el hombre es la idea de Dios; estamos empleados en ser el reflejo constante de Dios. Al identificarnos con Dios como Su idea, obtenemos un mejor concepto de nuestra verdadera ocupación. Y podemos encontrar el empleo que necesitamos. Esto está asegurado bajo la ley de Dios.
Aun cuando sea útil consultar avisos o agencias de empleo, la comprensión espiritual nos muestra el camino a seguir para conseguir un empleo más elevado y más provechoso que cualquier actividad humana remunerada mediante un salario o sueldo — al mismo tiempo es justo esperar que esta comprensión nos guiará al trabajo que necesitamos.
¿Cómo encontrar este empleo apropiado? Reconociendo la verdad espiritual del lugar que le pertenece al hombre y negando la creencia en un mal empleo o la falta de éste. Porque Dios está en todas partes, nosotros estamos ahora mismo exactamente donde debemos estar — con Dios. El hombre no ha estado nunca en ningún lugar que no haya sido su correcto y único lugar: en la Mente, Dios.
El Cristo, la presencia de Dios siempre activa en nuestro favor, revela y protege nuestro propósito: el que seamos la manifestación de Dios. Ni las recesiones económicas ni los paros industriales pueden impedir nuestra demostración de este propósito. Nuestro verdadero empleo es espiritual y no se nos puede privar de él. Ni tampoco podemos estar separados de nuestra recompensa y satisfacción espirituales. Al comprender que nuestro principal empleo es divino, que está presente y que no tiene fin, nos damos cuenta de que nunca estamos demás, que nunca somos demasiado jóvenes ni demasiado viejos para ser o estar empleados. Nuestro papel imprescindible es evidenciar la Mente eterna. Este empleo no es ni de temporada ni temporario: es empleo permanente.
El hombre nunca está frustrado porque falten ofertas de empleo o porque sean escasas. Ya que esto es la verdad hoy tanto como lo será el mes que viene, podemos demostrarlo sin tardanza. Sabiendo esto, no esperamos a que algo aparezca, sino que podemos ver y reconocer el empleo que ya está aquí y que ya es nuestro.
El hombre está idealmente dotado de la capacidad para realizar su propósito divino. Basándonos en esto, podemos refutar y destruir toda sugestión de que sufrimos desventajas debido a una mala preparación, a falta de educación o a que nuestros talentos son anticuados o inadecuados. Dios sabe lo que Él hace, y nos ha hecho para Su propósito. Ésta es nuestra ocupación: “Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”. Isa. 43:12; Nunca acabamos con la habilidad u oportunidad de ser lo que somos. Con la Ciencia Cristiana podemos llegar a ver que en la vida no caminamos en un sendero cada vez más estrecho, sino que alcanzamos un desarrollo cada vez más amplio y una experiencia cada vez más abundante — y podemos ampliar nuestros horizontes para aprovechar oportunidades siempre mayores. Como la Sra. Eddy lo confirma en Ciencia y Salud: “Dios expresa en el hombre la idea infinita, desarrollándose eternamente, ensanchándose y elevándose más y más desde una base ilimitada”.Ciencia y Salud, pág. 258;
Puede que digamos: “Bueno, esto suena muy bien. Pero, me falta dinero y tengo una familia que sostener ahora mismo. ¿Qué pasa durante el intervalo entre ahora y el tiempo en que aparezca un buen empleo?”
Dios, el Amor, que nos dirige hacia un empleo constructivo, no nos abandona en el camino. Los hijos de Israel no vagaron sin sustento mientras buscaban el camino a la Tierra Prometida. Dios suministró maná a cada familia. De igual manera, los que llamamos nuestros dependientes, son, en realidad, dependientes de Dios en cuanto a todas sus necesidades, y no dependen meramente de nuestra labor y sueldo. Esto no quiere decir que hacemos caso omiso de nuestras responsabilidades, sino que las satisfacemos mejor espiritualmente. Si tratamos de colocarnos entre la Mente y nuestra familia, usurpando el lugar de Dios como fuente del bien, podríamos llegar a impedir nuestra propia demostración de substancia y la de nuestros familiares. Pero si abandonamos nuestro papel de ser la fuente del bien, entonces dejamos que corra libremente el caudal de la provisión. Dios es el creador del bien, y no podemos hacernos cargo de Sus responsabilidades.
Si se nos presenta la necesidad de cambiar de una clase de empleo a otra totalmente distinta, ¿nos preocupamos por ello? Es importante comprender la continuidad de nuestro verdadero empleo como idea de la Mente. Esta carrera divina no tiene interrupciones violentas ni períodos de reajuste. Nuestra verdadera ocupación espiritual nos mantiene en el ambiente del Amor puro donde no existen exigencias agobiadoras ni condiciones extrañas. El Amor es nuestro ambiente natural. La Sra. Eddy nos dice: “Nada es nuevo para el Espíritu. Nada puede ser novedad para la Mente eterna, autora de todas las cosas, la que desde toda eternidad conoce Sus propias ideas”.ibid., págs 518–519. Al aceptar como nuestra a la Mente divina, logramos el dominio sobre sentimientos de que no estamos al tanto de las cosas o de que nuestra preparación es inadecuada. Nos sentimos más a gusto, cualquiera que sea la situación material en la que parezcamos encontrarnos. Ya que en nuestro verdadero ser somos la idea infinita de la Mente, no hay exigencia alguna que pueda ser mayor que nuestra habilidad.
El Amor infinito tiene un lugar para nosotros; el Amor infinito es el lugar para nosotros. El estar dispuesto a aceptar esto, ayuda a satisfacer la necesidad humana de encontrar empleo porque no existe necesidad humana más urgente — ni más práctica cuando está satisfecha — que la necesidad de saberse y sentirse presente en el Amor infinito. Comprendiendo el Amor, Dios, hallamos a nuestro ser verdadero, porque encontramos a nuestra verdadera fuente — llegamos a saber que nuestro verdadero creador es el Principio, y no la materia. Encontrando esto, encontramos empleo verdadero, y así encontramos la base desde la cual demostrar un trabajo útil y valioso con que ganarse el sustento.