El hombre real y espiritual es la representación exacta de la Mente, Dios, e incluye todas las ideas y cualidades correctas. Por lo tanto, nuestro cuerpo espiritual — es decir, nuestra verdadera identidad e individualidad — es lo que comprende los elementos en permanente expansión de la Mente infinita.
Si aceptamos el hecho de que el hombre es infinito, debemos también ver que su substancia, su identidad, es ilimitada. No hay límite para que el hombre real exprese los atributos de Dios.
Nuestra identidad es la manifestación espiritual de la forma, substancia y color verdaderos. Invariablemente buena, esta identidad no tiene límites o sensación física. Está gobernada por la ley de la Mente de la acción y el orden perfectos. Nuestro cuerpo verdadero, o identidad espiritual, es nuestro constante desarrollo que se origina en Dios. Todo es hermoso y bueno en nuestra consciencia.
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