El hombre real y espiritual es la representación exacta de la Mente, Dios, e incluye todas las ideas y cualidades correctas. Por lo tanto, nuestro cuerpo espiritual — es decir, nuestra verdadera identidad e individualidad — es lo que comprende los elementos en permanente expansión de la Mente infinita.
Si aceptamos el hecho de que el hombre es infinito, debemos también ver que su substancia, su identidad, es ilimitada. No hay límite para que el hombre real exprese los atributos de Dios.
Nuestra identidad es la manifestación espiritual de la forma, substancia y color verdaderos. Invariablemente buena, esta identidad no tiene límites o sensación física. Está gobernada por la ley de la Mente de la acción y el orden perfectos. Nuestro cuerpo verdadero, o identidad espiritual, es nuestro constante desarrollo que se origina en Dios. Todo es hermoso y bueno en nuestra consciencia.
En la Ciencia Cristiana el Alma es Dios, el Espíritu. El Alma es la esencia y substancia del universo perfecto y espiritual. La Sra. Eddy percibió una estrecha relación entre el Alma y el cuerpo.
Cuando contesta a la pregunta “¿Qué son el cuerpo y el Alma?” la Sra. Eddy dice: “La identidad es el reflejo del Espíritu, el reflejo en formas múltiples y variadas del Principio viviente, el Amor. El Alma es la substancia, Vida e inteligencia del hombre, que está individualizada, pero no en la materia. El Alma jamás puede reflejar nada inferior al Espíritu”.Ciencia y Salud, pág. 477; No puede haber un hombre perfecto que no tenga substancia espirítual, una forma perfecta creada por el Alma.
En un sentido colectivo, no hay más que un cuerpo y éste es espiritual porque el hombre genérico es el reflejo pleno de la única Mente. Pablo declara: “Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo”. 1 Cor. 12:13; Este único cuerpo perfecto, el cuerpo de Cristo, o la completa manifestación de Dios, es nuestra herencia como hijos de Dios. El cuerpo o identidad espiritual de cada hombre individual es una parte esencial de este cuerpo único.
Un concepto espiritual correcto de la identidad tiene fuerza sanadora. Se puede aplicar rápidamente a nuestro cuerpo humano. Nuestro cuerpo físico es tan fuerte, ágil, atractivo y útil como lo permite nuestra consciencia. Los únicos límites que nuestro cuerpo humano puede manifestar son los que le imponemos nosotros mismos al aceptar el pensamiento humano limitado. Podemos siempre aplicar la ley divina que gobierna nuestra verdadera identidad porque está siempre actuando.
La Ciencia Cristiana demuestra cuán falso es tener un sentido personal y finito de que poseemos un cuerpo material. Esta Ciencia explica que también es igualmente equivocado ignorar o menospreciar el cuerpo físico o atenerse a sus características. Puesto que nuestra identidad genuina es espiritual y otorgada por Dios, no deberíamos sentir humillación u orgullo de nuestro cuerpo humano. A medida que dejamos de lado nuestro concepto humano de substancia y percibimos lo espiritual, lo humano se reforma, se vuelve más y más armonioso.
La Mente divina es la única entidad y el único poder. El mal puede existir sólo como una suposición. Cuando insistimos persistentemente de que el hecho de que Dios es todo es algo demostrable, evitamos progresivamente que las ilusiones de pecado, enfermedad y muerte se manifiesten en nuestro cuerpo físico. Podemos entender que puesto que la Mente omnipotente abarca a todo el ser, ningún ataque del mal, tanto sea mental o físico, puede tocar nuestro cuerpo. En verdad, no hay mal que pueda atacarlo.
Nuestro cuerpo no puede expresar enfermedad o anormalidad cuando sabemos que no existe discordancia en todo lo que Dios manifiesta. Allí mismo donde parece existir un cuerpo material imperfecto, está funcionando únicamente el Amor perfecto, el Espíritu que lo incluye todo. Nuestra verdadera identidad es pura y sin pecado. Sólo puede manifestar dominio y libertad.
Al entender nuestra verdadera identidad, podemos reclamar el derecho de tener en nuestra experiencia diaria, un cuerpo armonioso que funcione bien. La Sra. Eddy declara: “La consciencia construye un cuerpo mejor, cuando la fe en la materia se haya vencido. Corregid la creencia material por el entendimiento espiritual, y el Espíritu os formará de nuevo”.Ciencia y Salud, pág. 425;
Necesitamos dejar que sólo los pensamientos buenos y saludables gobiernen nuestro cuerpo humano. Para tener un cuerpo sano debemos establecer un concepto científico de apoyo, simetría, función, nutrición, vitalidad, circulación y otros similares. Las ideas correctas y las cualidades divinas constituyen constantemente la identidad verdadera del hombre, que es completa y saludable.
El entender la substancia infinita se traduce en tener un cuerpo humano normal y saludable. Los resultados estarán en proporción a nuestra comprensión de la verdad regeneradora, a la inocencia y al amor desinteresado que estamos dispuestos a aceptar en nuestra consciencia y en nuestras acciones.
La Sra. Eddy escribe: “En paciente obediencia a un Dios paciente, laboremos por deshacer con el disolvente universal del Amor la dureza adamantina del error — la obstinación, la justificación propia y el egoísmo — que lucha contra la espiritualidad y es la ley del pecado y la muerte”.ibid., pág. 242; Cuando enfocamos en nuestra vida diaria las imágenes de la substancia e identidad verdaderas, nuestro carácter, motivos y aspiraciones se vuelven más espirituales.
Si a alguien no le gusta lo que ve en el espejo, debería conseguir un espejo nuevo. Es decir, debería destruir su creencia en imágenes materiales y luchar para demostrar su pureza, atracción y salud como reflejo de Dios. Como imagen o idea de la Mente, Dios, el hombre refleja únicamente la substancia y actividad de la Mente. Por lo tanto, el cuerpo no es algo que uno tiene; es lo que uno es.
Cristo Jesús, el mejor demostrador de la Ciencia, entendió la perfecta identidad espiritual. Aconsejó a sus seguidores que no estuvieran ansiosos acerca del cuerpo humano: “No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido”. Lucas 12:22, 23; Y en la Última Cena, Jesús les dio pan a sus discípulos, simbolizando así la Verdad, y les dijo: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo”. Mateo 26:26.
El cuerpo es idea y no figura y peso físicos. Para poder curar a las multitudes, caminar sobre las aguas y rescatar su propio cuerpo físico de la muerte, Jesús debe haber percibido la substancia como infinita y perfecta.
Todos necesitamos ver la identidad como realmente es: espiritual y completa. Deberíamos mirar más allá de los falsos conceptos humanos y ver los conceptos espirituales que constituyen verdaderamente el hombre. ¡Cómo libera el educar nuestra consciencia a percibir la realidad en nuestra vida diaria! Esto puede servir para liberar al mundo de falsas e inadecuadas nociones sobre el cuerpo.
Podemos tener un concepto de cuerpo infinito o identidad que es tan liberador como el entendimiento espiritual de Dios. Esto nos permite experimentar con gozo el universo espiritual como todo lo que es bueno y verdadero.