La Ciencia Cristiana ha colmado mi vida de muchas bendiciones, y con sincera gratitud a Dios escribo este testimonio. Cuando me presentaron esta Ciencia, tenía una gran necesidad de ella, y me ha ayudado a superar muchas etapas difíciles de mi vida. Desde que comencé este estudio, mi salud ha mejorado tanto que he tenido muy pocos problemas físicos.
Me siento muy agradecida por una curación que experimenté hace algunos años cuando me encontraba en Inglaterra y tuve un accidente de tráfico. Casi inmediatamente pudimos ponernos en contacto con una practicista de la Ciencia Cristiana quien me dio tratamiento. Para complacer a mi hermana, me llevaron al hospital para sacarme radiografías, y encontraron que tenía fracturado un hueso de la rodilla. Mi preferencia por la Ciencia Cristiana fue respetada y no se me suministró asistencia médica — ni siquiera se me enyesó la pierna. La practicista continuó dándome tratamiento por medio de la oración, y me apoyaba y me alentaba por carta todos los días, dado que yo no tenía teléfono cerca para hablarle. En poco tiempo la curación fue completa y me fue posible caminar normalmente.
Recientemente experimenté otra demostración de la bondad de Dios. Pareció necesario que me mudara de casa, de modo que comencé a buscar el lugar satisfactorio. Al cabo de unas semanas de frustración y creciente duda de poder obtener un lugar de acuerdo con mis posibilidades, me sentí desalentada. Fue entonces que leí en una publicación de la Ciencia Cristiana un artículo sobre el tema de encontrar nuestro lugar. Este artículo señalaba que la persona piensa que encuentra un dichoso término medio en la creencia de que Dios lo dirige al lugar correcto, pero que el lugar que él tiene en mente no es la morada espiritual del hombre, sino un lugar en la existencia material que Dios no conoce. De modo que la creencia es autodeceptiva. Creo que jamás comprendí tan claramente lo que significaba cuando se me dijo “Tú siempre estás en tu lugar correcto”. Previamente había creído que si uno oraba a Dios para que le indicase un lugar material y algo se presentaba que a uno le gustaba, entonces significaba que Dios indicaba que era correcto para uno y que ésa era Su dirección.
Me di cuenta entonces que tenía que comenzar desde una base científica, y saber que ya estaba en mi morada espiritual en ese preciso instante, puesto que vivimos en Dios. Comencé tratando de obtener un mejor concepto de las cualidades del hogar justo donde me hallaba, aceptando con gozo la eterna presencia del bien, la paz que disfrutaba, la bondad y el amor que demostraban mis vecinos, y una mayor gratitud por el hecho de que tenía un hogar. Me inundó un sentimiento de satisfacción y dejé de buscar un lugar.
Alrededor de dos o tres meses más tarde me enteré de una casa que me sentí guiada a ver. Así lo hice y hallé que en todo aspecto era lo que había estado buscando. El precio era razonable y por sobre todo se encontraba más cerca de una iglesia filial de Cristo, Científico. No tuve duda alguna al respecto y presentí que podía ser mi hogar.
No oré a Dios para hallar un comprador para mi casa, ya que esta vez me sentí muy confiada que sólo lo que era bueno se me presentaría, ya fuera que me quedara donde me encontraba o me mudase. Esto se solucionó rápidamente y sin ningún esfuerzo de mi parte. Al día siguiente, mientras hablaba con un compañero de trabajo, le conté acerca de la casa que había visto. De inmediato y, muy inesperadamente, dijo: “Si a Ud. realmente le gusta esa casa le haré una oferta por la suya”. Me ofreció un precio que era satisfactorio y que cubría mi necesidad para la nueva vivienda. Desde entonces todo se solucionó sin tropiezos y armoniosamente. La nueva casa ha probado ser mucho más de lo que pensé que me sería posible obtener, y sé que estoy en mi lugar correcto.
Me siento profundamente agradecida por estas experiencias y porque en mi comprensión alborea el hecho de que Dios está cerca, que la Ciencia Cristiana me enseña. Estoy agradecida por el ejemplo de nuestro Maestro, Cristo Jesús, y por la Sra. Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, quien ha seguido el camino del Maestro.
Cremorne Point, Nueva Gales del Sur
Australia