Un día en que cabalgaba con mi instructor de equitación, me contó un chiste que no he olvidado jamás. Se trataba de dos ancianos en desacuerdo respecto a la causa de un dolor en una pierna que aquejaba a uno de ellos.
— La pierna derecha me sigue doliendo — dijo uno de los ancianos.
— No es sino vejez, — respondió el otro.
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