A pesar del nivel tan extraordinario que han alcanzado las innovaciones tecnológicas en este siglo — ejemplificado por el aumento en los sistemas habituales de comunicación y en los modernos por satélites en órbita — lo que puede tener mayores consecuencias prácticas en la vida de cada uno de nosotros sucedió hace dos mil años. La resurrección de Cristo Jesús tiene un significado y aplicación contemporáneos — en la Ciencia Cristiana se interpreta que la vida no está en la materia, nunca lo estuvo ni jamás lo estará.
La metafísica divina de esta Ciencia descansa en aquel hecho indudable. Fundamenta la demostración de la Verdad, que todos podemos lograr. Las palabras no pueden definir completamente su magnitud, porque el significado de la resurrección de Jesús tiene que vivirse — lograrse por medio de la comprensión científica. La Sra. Eddy establece las posibilidades: “No se debe hacer escarnio de la metafísica divina; es la Verdad con nosotros, Dios 'manifestado en la carne', no sólo a través de milagros y parábolas, sino por la demostración; es la naturaleza divina de Dios, que no le pertenece a una dispensación ya terminada, sino que está siempre presente, echando fuera el mal, sanando a los enfermos y resucitando a los muertos — resucitando a quienes están enterrados vivos en el concepto material de las cosas”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 109–110;
Según las apariencias, cada uno de nosotros está en cierto grado enterrado en el concepto material. De acuerdo con esta perspectiva, el hecho más ominoso que ocurre en la vida es la muerte. Pero, mediante el razonamiento científico podemos vencer la muerte. Vivir una vida ensombrecida por la suposición de que hay vida en la materia es, en verdad, la muerte actual. Aunque parezca que estamos sobre la tierra y vivos, podemos estar enterrados en conceptos equivocados. Mas, podemos alcanzar la vitalidad verdadera; la resurrección de Cristo Jesús nos muestra que podemos hacerlo. Éste es el tema del mensaje de la Pascua de Resurrección de la Ciencia Cristiana.
Los discípulos fueron los primeros en sentir las consecuencias trascendentales de la resurrección. La Sra. Eddy observa: “Su resurrección fue también la resurrección de ellos. Les ayudó a elevarse a sí mismos y a otros del embotamiento espiritual y de la fe ciega en Dios a la percepción de posibilidades infinitas”.Ciencia y Salud, pág. 34; ¡Posibilidades infinitas! He aquí el significado de la resurrección: la vida ya liberada de la pretensión de que existe vida en la materia y abierta a las posibilidades ilimitadas. La resurrección de Jesús es más que una abstracción teológica. Es la evidencia de la vida eterna fuera de la materia.
Las posibilidades infinitas están presentes, aquí. El día de nuestra resurrección no es un día en el "tiempo", día transitorio, sino que una clase especial de día; el día de la Mente, el día eterno de la Mente — el día del ahora, del momento mismo en que admitimos que la Vida divina es nuestra. La permanencia e indestructibilidad de la Vida y de su expresión, el hombre; éste es el significado de la resurrección. La resurrección de Jesús no fue un fin en sí mismo. Este triunfo de la Vida debidamente comprendido contiene consecuencias universales continuas.
Pablo lo explicó de esta manera: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. Rom. 8:6; Si sabemos en qué consiste el ocuparse de la carne, sabemos qué es el estar muerto. Por otra parte, si sabemos en qué consiste el ocuparse del Espíritu, sabemos qué es el estar verdaderamente vivos. La vida y la muerte no son estados físicos sino estados de pensamiento.
A la Sra. Eddy le fue revelado que la vida nunca estuvo en la materia y para ella la esencia de la Pascua era preeminentemente la resurrección del Cristo y no su crucifixión. Con una simplicidad y visión conmovedoras nos da un ejemplo perfecto de la resurrección y de su significación actual: “Dejando las mortajas de lado, el Cristo, la Verdad, ha salido de la tumba del pasado, revestido de inmortalidad”. Y continúa: “El Espíritu le dice a la materia: Yo no estoy allí, no estoy dentro de ti”.Miscellany, pág. 191; El comprender que la Vida eterna está sostenida por siempre en el Espíritu divino es tomar una dirección nueva. No solamente nos capacita para sanar espiritualmente — o para ser un sanador científico más eficaz — sino que esclarece todo nuestro concepto del ser. Le da significado a la vida, el que no se puede lograr mientras continuemos creyendo que la vida está en la materia.
Los dilemas morales — como aquellos vinculados con la guerra y el suicidio, el aborto, la eutanasia, el libertinaje — surgen de la creencia de que hay vida en la materia. Los pasos de orden moral necesarios para resolver esos dilemas, se hacen más obvios a medida que la lección de la resurrección de Jesús se comprende — que la vida nunca está en la materia.
Ver a través de la Ciencia ese evento ocurrido hace dos mil años enriquece nuestra vida presente. Por medio de la Ciencia, nuestra apreciación de la resurrección supera la interpretación de un acontecimiento dramático, casi incomprensible en el correr de la historia. Rebasa los confines de una evaluación meramente religiosa, a medida que empezamos a emerger de nuestro enterramiento presente en el concepto material de las cosas.
El hombre como idea de la Vida no es un conjunto de átomos materiales inspirado con un alma infinita. El hombre — que nunca fue material — no tiene que volverse espiritual; y, lo que nunca estuvo delineado en la materia no puede jamás volverse infinito. La infinitud no puede salir de la finitud. El Cristo, el poder de Dios que destruye el supuesto poder de la materia fue totalmente ejemplificado por Jesús y jamás estuvo enterrado en lo físico. La idea infinita del Cristo no puede ser crucificada ni resucitada.
La comprensión científica es el modo de resurrección. Demuestra que la materia es la objetivación de conceptos finitos. Aceleramos nuestra resurrección de las pretensiones del enterramiento en el sentido material cuando probamos por medio de la curación, la realidad del Espíritu infinito en vez de la materia finita. Aunque nuestra resurrección parezca ser un proceso lento, se acelera con nuestra disposición a aceptar de buena gana la Vida divina, sin elementos materiales, como la fuente del ser. Es una aceleración creciente y cierta cuando comprendemos que cuanto más vemos y demostramos de la Verdad, tanto más podemos ver de la Verdad. Los pasos progresivos en nuestra comprensión nos capacitan para avanzar más rápidamente y con más confianza — con pruebas más convincentes — hasta que habiendo resucitado completamente, hayamos avanzado muy lejos de la materialidad hasta comprender que nunca estuvimos verdaderamente en ella. Para alentarnos tenemos la promesa compasiva de Jesús respecto al Cristo: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20.