¿No deseas, a veces, huir de todo el mundo y sólo descansar, pero cuando miras a tu alrededor siempre aparece un problema que te lo impide? Las personas que creíste que eran tus amigos te rechazan, te critican y hasta te eluden. O puede que tengas que presentar un estudio del tema de una novela que acabas de empezar a leer. O tienes que presentar en pocos días un extenso análisis sobre un tema que elegiste y que ni siquiera estás satisfecho con él. Cada actividad que tienes que realizar contribuye a aumentar la tensión en que te encuentras.
Es tentador el deseo de dejar atrás esa tensión o presión y abandonarlo todo y decirte: “¡No hay manera de salir de esto! ¿Cómo puede esperarse tanto de mí? Tengo que salir de este lugar y tomar las cosas con calma”.
Pero tal vez haya un camino mejor que éste.
¿Por qué no tratar de enfrentar cada situación a medida que se presenta, en lugar de hacer conjeturas acerca de lo que deberá hacerse? En el tiempo que perdemos cavilando cómo pasar el día, podríamos dedicarnos a destruir, mediante la oración, la mentira que declara que hay inteligencia en la materia y que nuestra porción de esa inteligencia es limitada. El hombre refleja la inteligencia divina.
Somos hijos de Dios, libres para expresar Su armonía y paz. Podemos vencer las persistentes presiones, porque ni una sola de las ideas de Dios puede estar privada de la alegría, la paz y el descanso. La persona alegre y sonriente que disfruta de una experiencia apacible y gozosa a pesar de todas las presiones no tiene más oportunidades que nosotros, de experimentar la armonía. Todos podemos tener más armonía y paz si nos esforzamos por alcanzar la bondad de Dios y comprendemos que la armonía es siempre nuestra.
En verdad, la armonía y la paz están presentes en la experiencia del hombre, ahora. Cristo Jesús demostró esta verdad, y la Ciencia Cristiana nos dice que tenemos la capacidad para sentir la presencia de Dios y para eliminar todo sentido de presión. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Tenemos que comprender la capacidad del poder mental para contrarrestar los conceptos humanos erróneos y reemplazarlos con la vida que es espiritual y no material”.Ciencia y Salud, pág. 428; Todos tenemos la habilidad para comprender que el hombre es el hijo del Amor divino y que sólo vive en paz, y no bajo presión.
Cuando cursaba el último año de secundaria, me sentí realmente oprimido. Una semana antes de las vacaciones tenía cada minuto ocupado. Me dije a mí mismo: “¡Tengo tantas cosas por terminar! ¡No tengo suficiente tiempo! Para colmo, todos están actuando como desaforados”. Me sentí tentado a creer que el mal tenía poder sobre mis pensamientos y acciones. Ya casi ni me importaba si completaba o no mi programa de estudios.
Un día durante la semana, cuando conversaba con un amigo, me di cuenta de que todos los demás tenían tanto que hacer como yo. Por un minuto pensé: “¡Qué extraño, me parecía que yo tenía más que hacer que ellos!” Comprendí que había estado perdiendo un tiempo precioso ocupando mi pensamiento con cuestiones que no resolverían el desafío que se me presentaba, sino que eran obstáculos para el progreso.
Por un momento me sentí muy fuera de la armonía, lejos de Dios, el bien. Entonces la siguiente afirmación que encontré en Ciencia y Salud, cambió por completo esa sensación: “El bien es natural y primordial. No es milagroso a sí mismo”.ibid., pág. 128; Pensé: “El bien, la armonía y el amor forman parte de la vida del hombre, ¡aquí y ahora mismo!” Nadie tiene por qué tolerar la tensión para poder experimentar el bien, pues el hombre vive siempre en Dios, el bien.
Cuando percibí nítidamente la verdad de que el hombre, como hijo de Dios, tiene derecho al bien infinito, me di cuenta de que el desafío agotador de un análisis y el rechazo de mis amigos no tenían importancia. Pude terminar todo lo que tenía que hacer con la convicción de haberlo hecho bien. Un cuadro depresivo de odio había sido reemplazado por otro de amor y amistad verdaderos. La desagradable sensación de presión fue reemplazada por la presión a la cual se refiere la Sra. Eddy, y que es la única presión a la cual tenemos que someternos: “Los Científicos Cristianos tienen que vivir bajo la presión constante del mandato apóstolico de salir del mundo material y permanecer apartados de él”.ibid., pág. 451; Tuve que apartarme de las creencias agresivas y falsas y percibir mi verdadera individualidad. Sólo después de haber dado ese paso pude tener actividades apacibles en vez de discordantes.
No es tarea fácil comprender que la armonía, la alegría, el descanso y la paz son componentes naturales de la experiencia del hombre y vencer la discordancia que pretende desanimarnos. Lo que tenemos que hacer es comprender que vivimos en Dios, no en la materia. Entonces aplicaremos a nuestra vida la admonición bíblica: “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz”. Job 22:21.
Eres el hijo de Dios. ¿Por qué no aprovechas tu derecho al bien y la armonía y vives en paz, ahora?
