Aun en medio de la vergüenza y la degradación es posible encontrar dos cualidades de pensamiento que, si se educan, pueden invertir todo curso degradante y elevar a la persona a la sublimidad de la visión y expresión espirituales. Estas cualidades son el conocimiento de sí mismo y la humildad.
La alegoría del jardín del Edén representa los variados tipos del pensamiento humano depravado: desobediencia, obstinación, vanagloria de la rectitud propia, para nombrar sólo algunos. Pero aún entre ellos podemos percibir estas dos cualidades redentoras que son esenciales para todo progreso y curación espirituales. Son expresadas por Eva cuando ella dice: “La serpiente me engañó, y comí”. Gén. 3:13;
La Sra. Eddy comenta la disposición de Eva de admitir su culpa y aceptar la responsabilidad de corregirla sin intentar siquiera justificarse a sí misma. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe: “Ella ha aprendido ya que el sentido corporal es la serpiente. Por lo tanto es la primera en abandonar la creencia en el origen material del hombre y en percibir la creación espiritual. Esto más tarde capacitó a la mujer para ser madre de Jesús, y para ver junto al sepulcro al Salvador resucitado, que pronto había de manifestar al hombre inmortal, creado por Dios. Esto habilitó también a la mujer para ser la primera en interpretar las Escrituras en su sentido verdadero, que revela el origen espiritual del hombre”.Ciencia y Salud, págs. 533534;
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