El talento está incluido en la esencia de la que cada uno de nosotros está hecho. El Ser Divino, Dios, se expresa a Sí Mismo en el hombre individual, y cada uno tiene la capacidad inherente para demostrar de una manera individual lo que es el Ser.
El Apóstol Pablo, en la Biblia, habló de “diversidad de dones”. 1 Cor. 12:4; Algunos, dijo, son capaces de expresar el único Espíritu, Dios, como profetas, otros como maestros, otros como sanadores, otros como intérpretes de lenguas. Y dijo: “Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. 3:9;
El Espíritu, Dios, es la Mente infinita. El hombre es la idea infinita de la Mente. El hombre individual expresa la naturaleza ilimitada de la Mente en expresiones ilimitadas de talento. Mas la creencia falsa quisiera limitarnos insistiendo en que somos personalidades materiales finitas cuyo talento depende de una herencia material y biológica. Esta creencia todavía va más lejos y declara que aun en el caso de que hayamos heredado talento, nuestra libertad de emplearlo está limitada por el ambiente y la educación.
La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. revela la ley de la Mente, la ley que actúa en la consciencia humana para destruir las creencias falsas y limitadoras y reemplazarlas con las verdades del ser. Es la ley de la plenitud del Espíritu a la cual podemos despertar y por medio de la cual podemos reconocer nuestro talento otorgado por Dios y empezar a emplearlo. La Ciencia Cristiana no sólo revela esta ley — es la ley misma.
Cuando aplicamos las verdades de la Ciencia Cristiana, empezamos a encontrar nuestro talento así como oportunidades para desarrollarlo y utilizarlo. Es lógico que una idea de una mente justa tenga de su fuente todo lo que precise para ser una idea justa y completa. Bien, cada uno de nosotros es una idea de la única Mente justa, y esa Mente produce todas las ideas — todas completas.
Para aplicar la Ciencia Cristiana al concepto que tenemos de nosotros mismos, podemos empezar por identificarnos como ideas de Dios. Podemos negar vigorosamente y por medio de la oración la pretensión de la herencia material o de talento limitado. Podemos reconocer a Dios, Espíritu, Mente, como nuestro origen, y a nosotros como reflejando las facultades y cualidades ilimitadas de Dios.
Como resultado de tal aplicación de la ley divina descubrimos nuestro talento verdadero. El verdadero talento es mucho más que la mera destreza humana o la inclinación artística. Es la realización consciente de nuestra naturaleza espiritual, el reconocimiento de nuestra capacidad para discernir la substancia de la creación espiritual de Dios, incluso la acción incesante y la indescriptible belleza de la realidad divina. Es la demostración de la comprensión que imparte el Espíritu acerca del hombre y mujer verdaderos.
A medida que descubrimos este talento verdadero, percibimos que no tenemos por qué conformarnos con la mediocridad en nuestra vida. Cualesquiera que sean las habilidades humanas que estemos ejercitando, podemos siempre mejorarlas porque las posibilidades del hombre espiritual son siempre superiores al concepto humano del yo. Y una percepción clara de nuestro talento verdadero bien puede brindarnos la oportunidad de cambiar de empleo para utilizar más plenamente nuestras aptitudes que nos revela la Ciencia Cristiana.
Puede que no lleguemos instantáneamente al concepto verdadero acerca de nosotros mismos. Pero a medida que avanzamos, hay mucho que podemos hacer para demostrar nuestras habilidades dadas por Dios. Podemos emplear el talento que ya reconocemos que expresa nuestra naturaleza divina. Por ejemplo, tenemos poca dificultad en reconocer nuestro talento de ser honestos con nosotros mismos y con nuestro prójimo, o de ser fieles en nuestra búsqueda de comprensión, o de ser leales a Dios viviendo gozosamente de acuerdo con Su ley tal como nos fue legada por medio de los Mandamientos, el Sermón del monte, y por medio del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
Mostramos el uso de este talento más por lo que hacemos que por lo que no hacemos. La revelación en la Ciencia Cristiana de que el hombre es la idea infinita de la Mente, nos libera del falso concepto teológico de que la meta de la virtud es algo que carece de entidad y expresión. Por ejemplo, en vez de esperar ansiosamente que una perspectiva para un nuevo empleo sea la correcta, nos regocijamos porque siempre hay muchas oportunidades para expresar nuestra identidad. Y, por lo general, tenemos varias oportunidades entre las cuales elegir cuando las necesitamos, así como la sabiduría que la Mente confiere a sus ideas, guiándonos a decidir cuál empleo ofrece el mejor uso de nuestro talento. Puede ser que no seamos capaces de utilizar en este mundo todo el talento humano que pensamos tener, pero cuando reducimos este talento a las cualidades de la Mente, Espíritu, Amor divino, que este talento expresa, encontramos que todo talento es, en verdad, una faceta de la única habilidad de expresar el Ser Divino.
En un mensaje a una filial de su Iglesia, la Sra. Eddy escribe: “Hacer el bien a todos porque amamos a todos, y emplear en el servicio de Dios el único talento que todos tenemos, es nuestro único medio de aumentar ese talento y la mejor manera de silenciar un profundo descontento con nuestra ineptitud”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 195; Y Cristo Jesús prometió: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. Mateo 5:5.