Trabajaba para una gran empresa industrial, y aunque mi sueldo era bueno el trabajo no me era satisfactorio. El empleo que originalmente me habían ofrecido, en el cual hubiera podido usar toda mi educación y experiencia, nunca se había materializado. Más bien me habían dado una posición completamente ajena a mis talentos y experiencia. Aunque trabajaba fuerte, no estábamos satisfechos ni yo ni la compañía.
En un esfuerzo por corregir la situación, hablé largo tiempo con los gerentes de la compañía que se encargaban de relaciones internas. Envié por correo más de cien solicitudes de empleo a compañías alrededor del mundo con un resumen de mi experiencia. Me registré con varias agencias de empleo por todo el país; utilicé todas las conexiones a mi disposición. La situación llegó a tal punto que hasta acudí a los ejecutivos de la compañía para que me ayudaran.
Pero no logré nada. Al contrario, la situación empeoró ya que mis superiores se dieron cuenta de que existía un gran descontento de mi parte. Y yo no estaba en condiciones económicas para dejar mi empleo.
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