Trabajaba para una gran empresa industrial, y aunque mi sueldo era bueno el trabajo no me era satisfactorio. El empleo que originalmente me habían ofrecido, en el cual hubiera podido usar toda mi educación y experiencia, nunca se había materializado. Más bien me habían dado una posición completamente ajena a mis talentos y experiencia. Aunque trabajaba fuerte, no estábamos satisfechos ni yo ni la compañía.
En un esfuerzo por corregir la situación, hablé largo tiempo con los gerentes de la compañía que se encargaban de relaciones internas. Envié por correo más de cien solicitudes de empleo a compañías alrededor del mundo con un resumen de mi experiencia. Me registré con varias agencias de empleo por todo el país; utilicé todas las conexiones a mi disposición. La situación llegó a tal punto que hasta acudí a los ejecutivos de la compañía para que me ayudaran.
Pero no logré nada. Al contrario, la situación empeoró ya que mis superiores se dieron cuenta de que existía un gran descontento de mi parte. Y yo no estaba en condiciones económicas para dejar mi empleo.
Como Moisés, me vi ante un Mar Rojo en el desierto. Pero, también como Moisés, sabía que tenía que haber una solución. Estaba consciente de lo que Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “A los lisiados, sordos, mudos, ciegos, enfermos, sensuales y pecadores yo quise salvar de la esclavitud de sus propias creencias y de los sistemas educativos de los faraones, quienes hoy como antaño, retienen a los hijos de Israel en cautiverio. Vi delante de mí el terrible conflicto, el Mar Rojo y el desierto; pero avancé con la fe en Dios, confiando que la Verdad, fuerte libertadora, me guiara al reino de la Ciencia Cristiana, donde las cadenas caen y los derechos del hombre son plenamente conocidos y reconocidos”.Ciencia y Salud, págs. 226–227;
Vi que la libertad es una herencia divina, una cualidad de Dios reflejada por el hombre espiritual y verdadero, que es por siempre la semejanza de Dios y, por lo tanto, no carece de nada. Y vi que toda la gente tiene la responsabilidad de dejar atrás la esclavitud de los erróneos conceptos materiales acerca de la existencia, y buscar la tierra prometida de la comprensión de Dios perfecto y hombre perfecto. Cada uno de nosotros tiene la habilidad para hacer esto pues el Apóstol Juan nos dice: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1; Y el Apóstol Pablo dice: “Ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo”. Gál. 4:7;
Me pregunté: “¿Qué comprensión me falta acerca de Dios para resolver este problema? ¿He aceptado en mi pensamiento una situación en la que Dios no puede ayudarme? ¡No! ¡Tal clase de situación no es posible!” Luego pensé: “Si el presidente de esta compañía me hubiera dado su promesa de que él me resolvería el problema y que yo no debía de temer nada sobre esto, ¿no hubiera yo aceptado esto con gozo y confianza? ¿Acaso Dios, mi Padre siempre presente y omnipotente, no me ama y me ha prometido lo mismo?”
Estas palabras de la Biblia surgieron en mi pensamiento: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión”, Prov. 3:5–7; y “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre”. Salmo 37:23. Deduje que al confiar en Sus promesas, estaría seguro. Perdí el temor. Por primera vez en dos largos años me sentí libre.
A los pocos días me llamó el gerente y me dijo que habían decidido terminar mis servicios con la compañía. Aunque esto no era lo que yo esperaba, le agradecí sinceramente y le dije cuánto sentía que no necesitaran de mis servicios. Entonces el gerente me respondió que aunque mi empleo terminaba a partir de ese mismo día, mi sueldo continuaría hasta que hubiese encontrado un empleo adecuado, y que no debería preocuparme por el tiempo que esta búsqueda me tomara. Y aún más, la compañía con gusto pagaría mi pasaje por avión y todos los gastos a cualquier ciudad en donde yo creyera que había oportunidad de empleo.
¡El Mar Rojo se había abierto para mí! La vara que lo había hecho fue la creciente comprensión del tierno cuidado que el Amor omnipotente tiene por su creación espiritual y la nada e impotencia de la carencia y el mal. Con confianza viajé al lugar a donde siempre había anhelado trabajar para ofrecer todos mis conocimientos para el servicio de la humanidad. Cuatro días más tarde estaba empleado en un puesto donde podía utilizar toda mi educación y experiencia. Había aprendido que no existe un poder aparte de Dios que pueda estorbarnos o esclavizarnos, que nos prive de expresar nuestra herencia divina de actividad correcta.