En el Día de Pentecostés, cuando los discípulos estaban reunidos en Jerusalén, fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas. El efecto que tuvo su iluminación espiritual sobre aquellas personas de diferentes nacionalidades que estaban presentes, se describe de este modo: “Se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua”. Hechos 2:6;
Cada uno de ellos oyó la Palabra de Dios en su propia lengua, según la manera en que individualmente estaba preparado para comprenderla. La Palabra fue eficazmente comunicada a cada oyente de acuerdo con sus propias necesidades.
Es de gran ayuda meditar sobre el significado de la experiencia de Pentecostés en relación con los servicios de la iglesia de la Ciencia Cristiana hoy en día. ¿Acaso no deseamos que cada miembro de la congregación pueda oír la Palabra inspirada en su propia lengua? En otras palabras, deseamos que cada oyente pueda darse cuenta de que las verdades espirituales pronunciadas durante el servicio están dirigidas directamente a sus necesidades, sean de curación, consuelo, guía o de una sensación de paz.
A menudo, hay personas que se ven iluminadas nuevamente y obtienen mayor comprensión espiritual de un determinado versículo de la Biblia o de un pasaje de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, cuando escuchan la lectura de la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana; desde el púlpito el domingo por la mañana. ¿Por qué es que con frecuencia obtienen renovada inspiración precisamente en ese instante aunque hayan estudiado cuidadosamente el versículo o pasaje durante la semana?
Una de las respuestas puede hallarse en el libro de Hechos donde leemos: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos”. Hechos 2:1; Los discípulos tenían una sola Mente. Habían sido testigos de la resurrección y ascensión, la prueba culminante de todo lo que su amado Maestro había enseñado. Antes de dejarlos, Cristo Jesús les había ordenado compartir con toda la humanidad el significado de la gran obra de su vida. En obediencia a ello se reunieron en Jerusalén, unidos de corazón y con un sólo propósito. Luego, impelidos por el impulso divino, comunicaron a las multitudes las verdades gloriosas que se les había enseñado.
Bajo el título marginal de “Pentecostés de nuevo” en Ciencia y Salud, la Sra. Eddy escribe con respecto a la experiencia de los discípulos: “Hasta entonces sólo habían creído; ahora entendían. La llegada de este entendimiento es lo que significa el descenso del Espíritu Santo, — aquel influjo de la Ciencia divina que iluminó el Día de Pentecostés con tanto resplandor, y que se va repitiendo ahora como antaño”.Ciencia y Salud, pág. 43;
¿Qué podemos hacer individual y colectivamente para que cada servicio religioso de la Ciencia Cristiana sea una ocasión similar a la de Pentecostés en la cual cada miembro de la congregación oye la Palabra de Dios en su propia lengua? Debemos ser de una sola Mente tanto en nuestra oración preparatoria para el servicio como en nuestra participación en él.
Podemos unirnos en la preparación del culto dominical apoyando su propósito sanador en nuestras oraciones durante la semana. Podemos saber que este propósito será cumplido a medida que las verdades espirituales acerca de la naturaleza de Dios y el hombre verdadero creado a Su imagen y semejanza sean reveladas durante el servicio. Y podemos reconocer que cada uno de los componentes del servicio — los himnos, el solo, la oración silenciosa, el Padrenuestro y la Lección-Sermón — contribuirán a este propósito comunicando el poder sanador de la Palabra.
El hombre perfecto, espiritual, el reflejo de Dios, continuamente recibe comunicaciones claras, cabales y fortalecedoras de parte de su Hacedor. Podemos saber que esto es lo que actualmente sucede durante el culto de la iglesia. Como siempre, Dios se está comunicando con el hombre a través de Su Palabra, y el hombre responde a las ideas espirituales que se le revelan. Esta comunicación es individual y categórica.
La Verdad habla a cada persona en su propia lengua. Revelando el hecho espiritual que corrige y reemplaza el error, o el mal, la Verdad llega a la consciencia individual precisamente donde la necesidad humana parece presentarse. Podemos darnos cuenta de que esta actividad sanadora del Cristo, la Verdad, continúa durante todo el servicio.
En nuestra devota oración en pro del culto podemos también saber que nada puede impedir la comunicación de Dios con Su idea, el hombre. Podemos reconocer que nada tiene presencia ni poder para detener o impedir que las corrientes sanadoras de la Verdad lleguen a la congregación a través de la Palabra inspirada; ni tampoco puede haber falta de receptividad a la Palabra. No existe ninguna falsa comunicación con el hombre que provenga de una mente falaz que esté sugiriendo indiferencia, escepticismo, o antagonismo a la Verdad. La singularidad y totalidad de la Mente siempre activa niegan la existencia o actividad de cualquier otra mente. La consciencia divina, que cada miembro de la congregación en realidad refleja, sólo conoce el desarrollo ininterrumpido y sin obstrucción de ideas espirituales.
Otro aspecto muy importante de nuestra preparación para el servicio dominical incluye el estudio diario y cuidadoso de la Lección-Sermón. Cuando nos unimos en este estudio con los demás estudiantes de todo el mundo, podemos afirmar que el mensaje de la lección llegará con claridad y poder, encontrando pronta aceptación en los corazones y en las mentes de todos los que la escuchan el domingo. Cuando nos dedicamos durante toda la semana a probar en cierto grado las verdades científicas que esta lección contiene, aportamos al culto una profunda convicción espiritual de que la Ciencia Cristiana sana.
Al reunirnos “todos unánimes juntos” el domingo, mantengamos la expectativa de que cada miembro de la congregación recibirá durante esa hora una respuesta sanadora para su necesidad del momento. En consecuencia, aquellos que han asistido al servicio en busca de curación sentirán el poder restaurador de la Palabra elevando sus pensamientos y fortaleciendo sus cuerpos. Tenemos el derecho de esperar que aquellos que buscan la guía divina verán la luz que les alumbra el camino. Y sabemos que aquellos que están agobiados por la aflicción o el pecado sentirán la fuerza liberadora del Amor divino que los hace libres.
Esta devota preparación y expectativa de curación proporciona una atmósfera en la cual la nueva revelación de la Verdad espiritual puede ocurrir espontáneamente en la experiencia de cada oyente.
Pero debemos darnos cuenta de que el apoyo que brindamos mediante la oración al propósito sanador del servicio de la iglesia debe continuar durante todo el culto.
La oración silenciosa brinda la oportunidad a todos los presentes de incluir con amor desinteresado a toda la congregación, a fin de que el Espíritu Santo, o Ciencia divina, pueda descender y llegar al entendimiento de todos los que se han reunido en Su nombre.
Mientras que el Padrenuestro con su interpretación espiritual por la Sra. Eddy se repite al unísono, recordemos que la comprensión espiritual de esta oración responde a cada necesidad humana. La petición
“Danos hoy nuestro pan de cada día;
Danos gracia para hoy; alimenta
los afectos hambrientos” ibid., pág. 17;
nos recuerda que la primordial necesidad humana es la de obtener mayor comprensión espiritual.
Al escuchar atentamente la lectura de la Lección-Sermón, es de mucha ayuda comprender lo siguiente: que las verdades declaradas por el Pastor impersonal, la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, son infinitos en su significado y su aplicación es universal, y que ellos hablan a cada miembro de la congregación en su propia lengua.
El servicio finaliza con la lectura de Ciencia y Salud y el pasaje correlativo de las Escrituras según 1 de Juan, Capítulo 3. Durante ese momento conviene saber que esas profundas declaraciones de verdad están unificando o compendiando en provecho de la congregación todo lo que se ha oído durante todo el culto religioso.
La Sra. Eddy escribe: “Sed ‘de una mente’, ‘en un lugar’, y Dios os brindará una bendición tal como nunca antes habéis recibido”.Miscellaneous Writings, pág. 134. Cuando nos unimos en una preparación devota y altruista para el culto dominical y participamos en él, cada culto se convertirá en una ocasión similar a la de Pentecostés. Todos los que están presentes oirán la Palabra de Dios en su propia lengua, es decir, recibirán comprensivamente los mensajes sanadores de la Ciencia divina.