Hace algunos años vi una cartelera en que se anunciaba la exposición de pinturas en una galería de arte, decía: “El original es para siempre”. Pensé: “¡Cuán cierto es!”. Mas, yo no estaba pensando en los cuadros sino en la creación original de Dios tal como la había leído en el primer capítulo del Génesis.
En este capítulo de la Biblia había aprendido acerca de la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios, la expresión de la Vida eterna. Pensé en lo que la Sra. Eddy escribe: “La Vida es el Principio divino, Mente, Alma, Espíritu. La Vida no tiene comienzo ni fin. La eternidad, no el tiempo, expresa la idea de la Vida, y el tiempo no es parte de la eternidad”.Ciencia y Salud, pág. 468;
Cuando comprendemos que el hombre es el reflejo de Dios, podemos identificarnos con la Vida eterna, y empezar así a verificar que es la única vida verdadera que hemos conocido y que conoceremos. Es esencial comprender que el hombre existe en Dios, la Vida, para siempre, a través de toda la eternidad.
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