En una época pensaba que la provisión y la substancia eran materiales, que mis ingresos y mi seguridad provenían de mi empleo. En mi trabajo, no se recibía reembolso o recompensa si no se efectuaba una venta. Mi trabajo era esencialmente a base de comisión, no obstante, se podían girar pequeñas sumas a cuenta de futuras comisiones. Con todo, me había casado recientemente y comencé a sentirme frustrado por no creerme capaz de mantenerme ni mantener a mi esposa.
Empleé los servicios de un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara por medio de la oración. Sentía que la única solución verdadera y permanente para este problema radicaba en la demostración de las verdades de esta religión. En mi carrera de vendedor siempre se me había enseñado que para tener éxito en este trabajo, el vendedor tiene que ser sumamente ambicioso y tener mucho empuje. Aprendí que estaba equivocado. Tales características de la entidad mortal no son expresadas por la naturaleza verdadera del hombre como idea de Dios, a quien Dios siempre motiva y gobierna, ni tampoco tales características forman parte de la manifestación de bien que Dios provee para Su creación. También aprendí que mi trabajo era reflejar mejor a Dios en todo lo que yo hacía.
Durante un período de pocos meses leí y releí varios artículos inspiradores y apropiados en las publicaciones de la Ciencia Cristiana sobre provisión, substancia y abundancia. Estos artículos me mostraron claramente que Dios es nuestra única fuente de provisión y que tenemos todo lo que jamás podríamos necesitar ahora mismo — y lo tenemos abundantemente.
Poco a poco mi pensamiento comenzó a apartarse de la contemplación de ingresos materiales hacia la comprensión de que la substancia es verdaderamente espiritual. Esto también reemplazó el anhelo de recibir por el deseo de dar. En este deseo estaban incluidos todos aquellos con quienes tenía contacto, como también la iglesia.
El pensar menos en lo material y más en lo espiritual fue un proceso lento al comienzo, pero persistí en mi esfuerzo y me mantuve en ello. Cristo Jesús dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5). La mansedumbre, conjuntamente con la humildad, fue otra cualidad que tuve que practicar diariamente en mi pensamiento y acción. En pocos meses llegué a convencerme de que el hombre no carece de nada ni está limitado en manera alguna; progresé al punto de confiar solamente en el Padre para la provisión y guía. Poco después se realizó una transacción considerable importancia que resultó en una comisión considerable por mis servicios. Desde entonces mi mejor punto de vista acerca de lo que es la substancia y la provisión ha resultado en ingresos mejores y permanentes para mí y mi familia.
Estoy muy agradecido a la Sra. Eddy por la Ciencia Cristiana que me trajo esta curación, y por otros casos en que nuestra familia ha podido demostrar el poder sanador del Cristo. Habiendo sido toda mi vida estudiante de la Ciencia Cristiana, estoy muy agradecido por haber gozado siempre de excelente salud y no haber sufrido ninguna condición discordante física o mental.
También estoy muy agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre y de una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Mediante la demostración que he relatado he adquirido una comprensión más profunda de Dios y de lo que la Sra. Eddy quiere decir con estas palabras: “El Amor inspira, ilumina, designa y nos muestra el camino” (Ciencia y Salud, pág. 454).
Decatur, Georgia, E. U. A.