En una época pensaba que la provisión y la substancia eran materiales, que mis ingresos y mi seguridad provenían de mi empleo. En mi trabajo, no se recibía reembolso o recompensa si no se efectuaba una venta. Mi trabajo era esencialmente a base de comisión, no obstante, se podían girar pequeñas sumas a cuenta de futuras comisiones. Con todo, me había casado recientemente y comencé a sentirme frustrado por no creerme capaz de mantenerme ni mantener a mi esposa.
Empleé los servicios de un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara por medio de la oración. Sentía que la única solución verdadera y permanente para este problema radicaba en la demostración de las verdades de esta religión. En mi carrera de vendedor siempre se me había enseñado que para tener éxito en este trabajo, el vendedor tiene que ser sumamente ambicioso y tener mucho empuje. Aprendí que estaba equivocado. Tales características de la entidad mortal no son expresadas por la naturaleza verdadera del hombre como idea de Dios, a quien Dios siempre motiva y gobierna, ni tampoco tales características forman parte de la manifestación de bien que Dios provee para Su creación. También aprendí que mi trabajo era reflejar mejor a Dios en todo lo que yo hacía.
Durante un período de pocos meses leí y releí varios artículos inspiradores y apropiados en las publicaciones de la Ciencia Cristiana sobre provisión, substancia y abundancia. Estos artículos me mostraron claramente que Dios es nuestra única fuente de provisión y que tenemos todo lo que jamás podríamos necesitar ahora mismo — y lo tenemos abundantemente.
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