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[Original en alemán]

Gracias a la Ciencia Cristiana he despertado...

Del número de mayo de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Gracias a la Ciencia Cristiana he despertado a una vida saludable y activa después de años de intenso sufrimiento físico.

Antes de conocer esta religión sanadora me encontraba, recién casada, en un estado de salud casi desesperado. Había tenido amigdalitis que resultó en una seria enfermedad del sistema respiratorio, la cual trataron los médicos aplicando inyecciones concentradas. Luego se me desarrolló una septicemia seguida de una descalcificación de los huesos. Se consultó a varios especialistas excelentes y tuve que someterme a varias operaciones sin que se evidenciara ninguna mejoría. Un día, los médicos me dijeron que la medicina material no podía hacer nada más por mí. En esta aflicción aprendí a orar. En respuesta a mi oración supe por primera vez acerca de la Ciencia Cristiana. Mi pensamiento fue profundamente conmovido de inmediato por lo que aprendí.

A pedido mío se me permitió salir del hospital, con el diagnóstico de que mi condición era incurable. Entonces, solicité en seguida tratamiento por la Ciencia Cristiana. La practicista, a quien siempre estaré agradecida, se interesó mucho por mí, y gradualmente me fue familiarizando con la Ciencia Cristiana. La curación fue lenta porque tuve que abandonar muchos conceptos médicos y otros de orden material muy arraigados. Mirando ahora retrospectivamente, veo que fue un maravilloso desarrollo del bien. Aunque al principio caminaba con bastones, pronto puede abandonarlos y fui disfrutando de mejor salud cada vez más.

El que fuera mi médico era jefe de una clínica universitaria en Berlín. Cuando fui a verlo unos meses después, apenas pudo comprender el cambio que se había operado en mí. Como era una persona muy religiosa, me dijo exactamente estas palabras (ver 1 Cor. 13:9): “ ‘Porque en parte conocemos’. Leyes superiores se han manifestado aquí”. Por supuesto que le dije por qué medio había sido sanada, después de lo cual me pidió que le hablara más acerca de mi religión, que le era completamente nueva. Desde ese momento tuve el gran placer de ver su creciente interés por la Ciencia Cristiana.

Se me dijo que, de acuerdo con la opinión de los médicos, nunca podría completar un período de gestación debido a la descalcificación de los huesos. En los años siguientes nos nacieron tres niños sanos y fuertes. ¡La ley de Dios había vencido una vez más esta llamada ley de la medicina!

Estoy profundamente agradecida por la bendición de esta religión sanadora, y por el bien que me ha conferido en lo referente a salud y provisión. Esta Ciencia me ha capacitado para ahondar más profundamente en las Sagradas Escrituras, que he reconocido verdaderamente como la guía para la vida eterna.


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