Si usted estuviera perdido y desesperado en un lugar desierto y sombrío y de pronto viera un pequeño rayo de luz invariable en lo alto de una colina, probablemente se esforzaría por llegar a la fuente de esa luz. Podría ser la salida para usted, la respuesta a su necesidad. La luz de la Mente divina, Dios, reflejada individualmente por los miembros de una Iglesia de Cristo, Científico, es semejante a eso. Señala la salida de la obscuridad y la derrota.
¿Qué clase de luz viene de su iglesia filial? ¿Es un resplandor invariable de amor y compasión que guía a la gente hacia la Ciencia divina? ¿O es una luz vacilante y opaca que podría ser fácilmente obscurecida por preocupaciones superficiales, insignificantes y mediocres?
Aunque el trabajo en la iglesia pueda parecer colectivo, en su sentido espiritual es individual y se basa en lo divino. La Iglesia, hablando desde el punto de vista de lo absoluto, es una idea espiritual que llegamos a comprender mediante nuestro propio pensamiento receptivo y nuestro propio despertar. Cada uno de nosotros manifestamos, en proporción a nuestra comprensión, una aproximación a esta idea espiritual. Por lo tanto, nuestro sentido de Iglesia de ninguna manera debería depender de las actividades de otros miembros o estar limitado por ellas. Siempre podemos obtener un mejor concepto espiritual de Iglesia y así una mejor comprensión de su divinidad. Nuestra experiencia humana nunca está realmente subordinada a lo que otros puedan pensar o hacer. A pesar de ciertas actitudes humanas hacia una iglesia filial, una sola persona puede espiritualizar su propio pensamiento con la expresión radiante del Amor divino, hasta que toda su vida refleje esa luz espiritual que atrae a otros hacia su calor sanador.
La Sra. Eddy cita el poema de Horatius Bonar:
Piensa correctamente, y tus pensamientos
alimentarán el hambre del mundo. “Be True”, citado en Miscellaneous Writings, pág. 338;
Por lo tanto, son los pensamientos de los miembros que, al constituir la luz del Amor, guían a quienes necesitan curación hacia las puertas abiertas de la iglesia. Mediante la esencia y calidad de nuestro pensamiento individual, o bien reflejamos la luz del Amor divino o contribuimos a ocultar los rayos sanadores de la verdad.
La Sra. Eddy dice: “¿Son los pensamientos divinos o humanos? Ésa es la cuestión importante”.Ciencia y Salud, pág. 462 ; Los pensamientos humanos pueden ser de crítica, sensuales u obstinados. Esta clase de pensamientos abrigados por los miembros, tienden a obscurecer la luz de su iglesia. Los miembros se pueden preguntar por qué en ciertas oportunidades su concepto de iglesia les parece tan poco interesante a los demás. La respuesta es clara: porque la luz se ha ido. Nadie puede encontrar la iglesia porque la consciencia obscurecida la ha ocultado. Únicamente encendiendo el fuego del amor desinteresado en el pensamiento individual se puede solucionar tal situación.
Los pensamientos humanos, aunque sean bien intencionados, pueden ser muchas veces sumamente personales y pierden contacto con el amor espiritual. Los miembros de una iglesia filial que abriguen pensamientos demasiado personales pueden ser llevados a fijarse en las apariencias con respecto a los Lectores, al solista, al edificio o a los demás concurrentes. Puede que sus pensamientos no sean malos, pero no sanan. Un sentido personal y físico no tiene poder divino para traer curación espiritual.
Cuando los pensamientos divinos — la verdadera luz de una iglesia — predominan en la consciencia colectiva de los miembros de una iglesia, la gente se sana a veces de enfermedades agudas o crónicas y de debilidades morales profundamente arraigadas. El Cristo, la idea verdadera de Dios, imparte una santidad que ilumina la atmósfera misma de nuestra iglesia diciendo, de hecho, como dijo Cristo Jesús: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas”. Juan 12:46;
¿Deseamos ayudar a que nuestras iglesias filiales cumplan con el propósito espiritual de sanar a toda la humanidad? Debemos pensar espiritualmente. Debemos reflejar pensamientos semejantes a Dios en todo lo que vemos y oímos. Pensar espiritualmente acerca de nosotros mismos y de los demás significa que uno no está preocupado con el sentido humano de las cosas. Un Científico Cristiano verdadero no considera al hombre, la idea de Dios, joven o viejo, enfermo o sano, negro o blanco. En cambio concibe al hombre como realmente es: la imagen de Dios — espiritual, eterno, hermoso. ¿Quién no desearía estar en una atmósfera tal, abrazado por la ternura y el amor sanadores?
¿No es acaso la atmósfera del conocimiento correcto el verdadero poder atrayente de la Iglesia de Cristo, Científico? Y, por supuesto, se necesita algo más que los meros pensamientos espiritualmente científicos que abrigamos acerca de los que concurren los domingos y los miércoles a nuestra iglesia. Para satisfacer esta necesidad están las actividades de las Salas de Lectura, las conferencias, los practicistas, los maestros, La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, las Escuelas Dominicales y otras por el estilo. Estos forman parte integral del funcionamiento de las iglesias.
¿Qué es lo que alienta a un extraño a entrar en una Sala de Lectura o asistir a una conferencia? ¿Por qué alguien solicita instrucción en clase o va a un practicista público para que le ayude? ¿Por qué un niño tímido de pronto tiene el valor suficiente para invitar a un amigo a la Escuela Dominical? Una persona puede creer que es su propio pensamiento el que la guía a dar pasos más activos; pero es más que esto. Es el ímpetu total del Cristo, la Verdad, brillando en los pensamientos de todos aquellos que aman la Iglesia y sus diversas actividades, el que ilumina tiernamente su camino. Por lo tanto, al brillar una luz sobre las actividades diarias de la iglesia, ¿no deberían los miembros de la iglesia — que han aceptado estas ideas en su consciencia — esforzarse por reflejar pensamientos inspirados y puros en cada situación?
El individuo cuya consciencia iluminada está llena de amor espiritual por toda la humanidad lleva con él la actividad sanadora de la Iglesia a dondequiera que vaya. Una amiga mía tuvo una experiencia de esta clase. El profundo amor que por muchos años sentía por la identidad divina del hombre, había despertado en ella una profunda ternura hacia quienes deseaban encontrar el camino de la paz.
Un día en que estaba almorzando en un restaurante, una mujer joven, desconocida para mi amiga, se acercó a su mesa y le preguntó: “¿Es usted Científica Cristiana?” Cuando mi amiga le contestó que sí, la mujer le dijo que tenía un gran problema y necesitaba conversar con alguien. Cuando vio a mi amiga, aunque no la conocía personalmente, sintió que había en ella una actitud cristiana de espiritualidad y ternura. La atracción del Amor divino fue tan poderosa que la atrajo instantáneamente.
En medio del repleto restaurante las dos mujeres mantuvieron en privado una conversación sanadora, regocijándose en el amor siempre presente de Dios, que abraza a toda Su familia. Esto era todo lo que se necesitaba. La urgente necesidad de la joven de encontrar quien la escuchara fue satisfecha.
“Ningún poder puede resistir al Amor divino”,Ciencia y Salud, pág. 224. dice la Sra. Eddy. Necesitamos comprender que nuestros pensamientos iluminados por el amor, nuestros pensamientos sanadores que conocen el origen y la naturaleza divina del hombre, brillarán como una lámpara de consuelo e iluminación en la consciencia humana obscurecida. Entonces la substancia sanadora de la Iglesia de Cristo, Científico, será buscada y encontrada en todas partes. Y su luz transmitirá un solo mensaje: “¡Bienvenido a casa!”