¡Cómo se alivian las cargas, cómo cede la angustia
cuando muere todo esfuerzo egoísta
y la esperanza reposa en una labor más elevada,
a medida que la dirección de Dios es revelada!
Éste es el camino de la santidad,
el camino del que nunca se regresa,
donde el bien reemplaza la carencia
donde Dios, para bendecir, siempre está cerca.