Nadie tiene por qué estar sin trabajo. La Ciencia Cristiana explica las leyes divinas del bien que continuamente desarrollan las cualidades y posibilidades humanas canalizándolas debidamente para beneficiar a todos. No hay límites de la materia (tales como edad, tiempo, dinero) que puedan frustrar la beneficencia divina, ni puede derrumbarse la infinita amplitud de Dios.
La Ciencia Cristiana revela que Dios clasifica individualmente a cada uno de Sus hijos — cada idea espiritual — según Su plan de perpetua actividad. Siempre hay una misión designada especialmente para cada cualidad y condición espiritual del individuo. Ninguna de ellas está inerte ni queda inútil. La ley divina coordina con absoluta precisión el progreso infinito de todas sus ideas.
Podemos aprender a vivir en armonía con Dios, a ajustarnos a las exigencias del bien que todo lo incluye y cooperar con el continuo desarrollo del bien. La Ciencia Cristiana enseña cómo cada uno de nosotros puede encontrar su debido lugar mediante la oración.
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