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Empleo para todos

Del número de agosto de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nadie tiene por qué estar sin trabajo. La Ciencia Cristiana explica las leyes divinas del bien que continuamente desarrollan las cualidades y posibilidades humanas canalizándolas debidamente para beneficiar a todos. No hay límites de la materia (tales como edad, tiempo, dinero) que puedan frustrar la beneficencia divina, ni puede derrumbarse la infinita amplitud de Dios.

La Ciencia Cristiana revela que Dios clasifica individualmente a cada uno de Sus hijos — cada idea espiritual — según Su plan de perpetua actividad. Siempre hay una misión designada especialmente para cada cualidad y condición espiritual del individuo. Ninguna de ellas está inerte ni queda inútil. La ley divina coordina con absoluta precisión el progreso infinito de todas sus ideas.

Podemos aprender a vivir en armonía con Dios, a ajustarnos a las exigencias del bien que todo lo incluye y cooperar con el continuo desarrollo del bien. La Ciencia Cristiana enseña cómo cada uno de nosotros puede encontrar su debido lugar mediante la oración.

La oración en la Ciencia Cristiana invierte las pretensiones negativas de los sentidos materiales. La oración comienza con el inspirado reconocimiento y la aceptación agradecida de lo que es divina y espiritualmente verdadero.

La verdad es que Dios, el bien, es Todo-en-todo. La omniacción del bien es la actividad de Dios. Propósitos específicos y coherentes involucran a cada identidad en expresiones útiles y provechosas. Debido a que el bien es la realidad eterna que está en todas partes, siempre, la oportunidad para hacer el bien está siempre presente, aquí y ahora. Dios, que es la única Vida y Mente de todo ser verdadero, hace que se manifieste la continua realización y aumento de bendiciones. Por ser la representación individual de Dios, el bien, cada identidad por siempre realiza su potencial divino — el máximo mismo del bien.

Nuestra verdadera identidad espiritual y posición ideal de unidad con Dios, en perfecta relación con todas Sus ideas verdaderas, están eternamente establecidas. Paso a paso podemos comprobar esta verdad y ver que satisface todas nuestras necesidades de empleo. La Sra. Eddy afirma: “Dios os da Sus ideas espirituales, y a su vez éstas os dan provisión diaria”.Miscellaneous Writings, pág. 307;

Todos podemos optar por albergar ideas espirituales — los buenos pensamientos de Dios — y así disponer de la substancia divina que instantáneamente satisface toda necesidad y finalmente excluye la creencia de necesidades no satisfechas. Los que piensan que se encuentran vencidos pueden descartar la desesperación y albergar en cambio la esperanza. Pueden aferrarse a la promesa de Dios: “Los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre”. Ezeq. 37:26;

Los que crean que injustamente se les ignora en el lugar en que están empleados pueden descartar la comparación y la envidia, y humildemente reemplazarlas con esa gratitud que reconoce el bien recibido. El Salmista nos reasegura: “Porque ni de oriente ni de occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento. Mas Dios es el juez; a éste humilla, y a aquél enaltece”. Salmo 75:6, 7;

Quienquiera que dé crédito a las estadísticas que dicen que hay más personas que empleos, puede optar por afirmar, en cambio, la perfección de la verdadera individualidad. No es la materia, ni los mortales, ni la voluntad humana o las opiniones personales, sino la provisión inagotable de las ideas espirituales de Dios lo que nos da todo lo que necesitamos en todo momento. Cuando la Verdad llena nuestros pensamientos, nuestra vida es dirigida, alentada y satisfecha.

Debemos cuidar nuestros pensamientos y mantenerlos libres de la sugestión que acepta el desempleo y especula morbosamente sobre el futuro basado en un concepto material del pasado y el presente. Afirmando la Verdad espiritual, como se la revela en la Ciencia Cristiana, podemos ocuparnos alegremente, manteniendo ideas espirituales que nos permiten, a su vez, vivir prácticamente la demostración completa de Dios, el bien, y Su creación ideal.

Podemos mantenernos ocupados en los negocios de nuestro Padre, expresando la idea divina, o Cristo, la Verdad, de la cual la Sra. Eddy escribe: “Esta idea o esencia divina estuvo, y está, siempre en los negocios del Padre, proclamando el Principio de la salud, la santidad, e inmortalidad”.Mis., pág. 163;

Cristo Jesús probó una y otra vez que estaba dedicado a los negocios de su Padre. La verdad que enseñó y demostró fue suficiente para permitir que la norma de vida y benevolencia de cada individuo se espiritualizara. Sanó a los enfermos, alimentó a los hambrientos, e inspiró el verdadero sentido de discipulado. Sus seguidores jamás carecieron de trabajo digno, ni de provisión necesaria.

Así es hoy. Ninguno de los seguidores de Jesús debe sentirse destituido o sentir que tiene que depender de los demás. Todos dependen directa e individualmente de Dios, el bien inefable e infalible.

En este mismo instante, en todas partes, el Cristo, la Verdad, que Jesús enseñó y practicó, nos ofrece empleo. Asegura un nuevo comienzo para cada motivo correcto, como también una nueva y brillante oportunidad para glorificar a Dios, y una ocasión propicia para la amplia demostración del desarrollo de nuestra comprensión espiritual.

En la Ciencia Cristiana puede verse que toda actividad humana correcta y útil, ya sea grande o pequeña, está al servicio de los negocios del Padre celestial, la omniacción del bien, y pertenece a ellos. Todo ser humano que se dedica concienzudamente a poner en práctica las ideas divinamente derivadas, se alínea con Dios y logra la abundancia y realización que corresponden a todo esfuerzo espiritual.

Hace algún tiempo tuve una curación por medio de la Ciencia Cristiana, un despertar espiritual al hecho de que el desempleo es consecuencia de la aceptación de la ilusión mortal presentada por los sentidos materiales, y que libremente podemos demostrar ocupación verdadera al reemplazar este falso concepto con la verdad inmortal del sentido espiritual.

Una tarde escuché, de manera casual, una conversación entre mi esposo y uno de sus socios cuando acababa de establecerse por su cuenta y tenía su propia oficina. Las cosas no andaban muy bien en su ramo. Aparentemente no había trabajo en ese momento, ni nada en vista por varias semanas.

Mientras me esforzaba por cambiar mis pensamientos y no aceptar las complicaciones de tal escasez, me vino a la memoria parte de un versículo de la Biblia, tan persistentemente, que lo busqué en las Concordancias de la Biblia. Dice así: “Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria”. 2 Reyes 7:1;

Estas enigmáticas palabras fueron dichas por el profeta Eliseo cuando una gran hambre asolaba a Samaria durante un bloqueo enemigo. Todos los medios materiales se habían agotado. Así que la probabilidad de que se cumpliese en un día la profecía de abundante provisión hecha por Eliseo, debe haberle parecido una burla a la gente. Por cierto, un oficial real que había escuchado la profecía exclamó incrédulamente: “Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así?” v. 2;

Sin embargo, la Biblia relata que la audaz y fiel aceptación del profeta de la revelación del sentido espiritual fue justificada. Su profecía se cumplió. El enemigo se retiró apresuradamente durante la noche, abandonando sus repletos almacenes. Al día siguiente, antes de la hora indicada en la profecía, se vendía harina y cebada a la entrada de la ciudad y exactamente al precio predicho.

Gustosamente acepté el mensaje de este versículo de la Biblia, que refutaba mi preocupación por las necesidades inmediatas de mi hogar. Deposité toda mi confianza en Dios.

Por cierto, al día siguiente, aunque le habían ofrecido un empleo a mi esposo, tuvo que rechazarlo porque había recibido y aceptado tantos pedidos como podía servir durante varias semanas.

El temor, la ignorancia, y el pecado — todo enemigo del empleo — tiene que retroceder ante nuestra comprensión de Dios, Verdad, Vida y Amor, según lo revela la Ciencia Cristiana. El hecho es que no existe ningún proceso o condición material que frustre las leyes invariables y omniactivas de Dios. Podemos demostrar esto para nuestro mundo, empezando con nosotros.

Cualquiera que sea nuestra necesidad, podemos rechazar la sugestión errónea que quisiera detener la corriente de inspiración y realización, enviadas por Dios para emplearnos y proveernos. No importa de dónde vengamos, ni lo que parezca rodearnos, lo que tengamos o no tengamos; no tenemos por qué temer. Ninguna situación está fuera del alcance de la ayuda de Dios. Sólo el bien es válido y definitivo.

Podemos aprender a ser profetas, o sea, comenzar a mirar toda circunstancia a la luz del sentido espiritual, donde el bien es siempre supremo. Podemos negarnos a experimentar privaciones por causa de un falso concepto. La Ciencia Cristiana puede ayudarnos a encontrar y mantener nuestra posición correcta en relación con el divino empleador y sus empleados, Dios y Sus ideas.

El Cristo imparte paz y seguridad que frustra las crueles decepciones y silencia el tormento de la falta de confianza en uno mismo. La Vida divina enfoca toda existencia hacia percepciones frescas cada momento — audibles, visibles, y tangibles para el sentido espiritual. La Verdad divina por siempre impulsa sus santos propósitos, desarrollando dones espirituales invisibles al sentido material pero siempre conocidas por el sentido espiritual. El Amor divino, Dios, disuelve los callejones sin salida del sentido material y revela las prometedoras avenidas de progreso espiritual.

Con inquebrantable convicción en la Verdad liberadora que se encuentra disponible ahora mismo para resolver cualquier problema de empleo en todo el mundo, la Sra. Eddy llega a una conclusión que lo incluye todo. Refiriéndose a Dios, la Verdad, Vida y Amor divinos, que es del todo bueno, dice: “Él tiene misericordia de nosotros y dirige todas las actividades de nuestra vida”.La Unidad del Bien, págs. 3–4.

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