Deseo dejar constancia de mi sincera gratitud por la Ciencia Cristiana y por todo el bien que ha traído a mi vida.
Supe acerca de esta maravillosa religión cuando por vez primera conocí a mi futuro esposo y a sus padres, que eran Científicos Cristianos, y jamás olvidaré el amor y la paciencia que me demostraron al guiar mis pasos en este nuevo camino. Interrogantes que me habían tenido intrigada durante años, obtuvieron respuesta satisfactoria a medida que estudiaba la Biblia conjuntamente con las obras de la Sra. Eddy. Como resultado de este estudio he sido liberada de muchas situaciones estudio falsos rasgos de carácter han sido corregidos y he experimentado numerosas curaciones incluyendo las de pesar, dolores de cabeza y postración nerviosa.
Mi primera curación fue la de un trastorno estomacal, para el cual había estado tomando medicamentos durante muchos años. Fui a ver a una practicista de la Ciencia Cristiana, y aunque realmente no comprendí todo lo que ella me dijo, lo acepté, sin embargo, como la verdad y sentí que su ayuda mediante la oración sólo podía beneficiarme. Fui sanada al día siguiente y jamás he vuelto a tomar medicinas desde entonces hasta el día de hoy, un período de más de veinticinco años.
Cuando mi hijo tenía dos años de edad, tomó el mango de una sartén en la que se estaban preparando papas fritas y la empujó sacándola de la hornilla. El aceite hirviendo salpicó su cara y uno de sus brazos. Rápidamente declaré que el niño no había sido tocado; como hijo de Dios no podía ser lastimado. Repitiendo varias veces el Padrenuestro, las palabras “Hágase tu voluntad” se destacaron. “Caramba”, pensé, “la voluntad de Dios para Su hijo es solamente el bien y sólo Su voluntad es lo que se está haciendo aquí y ahora y no hay ninguna otra voluntad”. Comprendí que no hay ley mortal que diga que una quemadura ha de producir ampollas y cicatrices, que sólo la ley de Dios está presente y operando continuamente, trayendo sólo el bien. Una y otra vez repetí el Padrenuestro y gradualmente las desagradables marcas rojas de la cara y del brazo del niño bajaron de color hasta desaparecer completamente. A las dos horas estaba completamente normal. En gratitud por esta curación me hice miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial tan pronto como pude y he disfrutado al participar en los diversos trabajos relacionados con la iglesia.
Un día, hace algunos años, mi marido vino del trabajo con la cara enrojecida e hinchada. Un aprendiz de mecánico de motores, accidentalmente, había destapado el radiador de un motor que estaba hirviendo y el vapor y el agua hirviendo dieron de lleno en la cara de mi esposo cuando él se inclinó sobre el motor del vehículo. Juntos oramos en la Ciencia Cristiana, negando primero la posibilidad de accidentes, debido a la dirección infalible de Dios en todo momento. Le aseguramos también al muy arrepentido mecánico, que no sentíamos enojo alguno hacia él. Simplemente lo envolvimos en amor. Después de dos días toda la piel se despegó de la cara de mi marido y después de otros dos días estaba de nuevo en su trabajo, perfectamente sano, sin marca ni cicatriz de ninguna clase.
La instrucción en clase con un maestro de Ciencia Cristiana ha sido un gozo genuino para mí. Regresé a mi casa y acepté mi primer paciente. Con agradecimiento digo que desde ese entonces, hace más de quince años, sigo trabajando en la viña de mi Padre. Mi corazón desborda de alegría a medida que se desarrolla más y más esta Ciencia del Cristo mientras continúo estudiando.
Estoy muy agradecida por un hogar feliz y por un esposo cuyo continuo apoyo significa tanto para mí. Con humildad agradezco a Dios por Cristo Jesús, nuestro amado Maestro y Ejemplo, por la Sra. Eddy, cuya compasión por todo el género humano la capacitó para ser la Descubridora y Fundadora de esta práctica religión que está bendiciendo hoy al mundo.
Kloof, Natal, República de África del Sur
