Esa pregunta puede contestarse de distintas maneras. El que confía en el testimonio de los cinco sentidos físicos dará una respuesta limitada. Por ejemplo, el materialismo dialéctico de Carlos Marx y Federico Engels sostiene que “lo infinito no es nada más que la suma de lo finito”. Bo Gustafsson en Karl Marx — Friedrich Engels (Estocolmo, Suecia: Wahlström and Widstrand, 1965), pág. 9; Pero, el pensamiento iluminado espiritualmente, concibe al Espíritu y sus cualidades como la Verdad final y comprende que no pueden existir limitaciones — ni de tiempo ni de espacio — en la totalidad del Espíritu.
Hoy en día, muchos jóvenes se sublevan contra la injusticia. Sólo ven y experimentan oportunidades restrictivas para educarse o labrarse un porvenir en la sociedad tal como está establecida. Ellos exigen justicia social. En muchos casos sus móviles son buenos, están impulsados por un elevado idealismo. Las teorías que propugnan la redistribución de una provisión limitada de la riqueza material, les ofrecen un intento de solución.
Una distribución de ese tipo, es a veces una idea fascinante para los que preconizan la justicia social. Pero ¿qué grado de progreso puede lograrse por medio de teorías que se apoyan en la creencia de que la substancia es material y limitada? ¿Acaso no es mucho más lo que se necesita para satisfacer el anhelo de justicia y realización que tiene la humanidad?
Hace casi 2000 años, el gran Maestro, en Palestina, enseñó el camino de la Vida, que incluía un método espiritual de cómo liberarse uno mismo y a los demás de las limitaciones y de las injusticias. Las leyes divinas que sirvieron de base a las enseñanzas y a la vida de Cristo Jesús han estado siempre presentes para sanar y bendecir, pero en su Ciencia absoluta fueron descubiertas por Mary Baker Eddy, hace poco más de un siglo, quien dio a su descubrimiento el nombre de Ciencia Cristiana.
Hay una diferencia fundamental entre los dos métodos para solucionar la injusticia social. Una economía materialista ve una cantidad limitada de substancia en el mundo — en desarrollo tal vez, pero siempre limitada. Para ser justo uno la debiera dividir de manera que cada uno recibiera su porción, pequeña y limitada. La Ciencia de la totalidad del Espíritu, por otra parte, demuestra que la substancia es espiritual, y por ende, ilimitada. Las cualidades espirituales constituyen la substancia verdadera, que está siempre disponible en medida infinita para el hombre de Dios, la idea infinita de la Mente divina, la expresión sin límites del Espíritu.
En la Biblia, en el libro 2 de Reyes, hallamos un ejemplo de provisión ilimitada de substancia. Una viuda le pidió ayuda a Eliseo. Le dijo: “Mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos”. 2 de Reyes 4:1;
Eliseo era un profeta. Esto quiere decir, de acuerdo con la Sra. Eddy: “Un vidente espiritual; la desaparición del sentido material ante las realidades conscientes de la Verdad espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 593; Eliseo debe haber visto que no le era necesario quitarle la substancia a una persona para dársela a otra y así hacer que todos tuvieran una porción suficiente y justa. Como lo revela la Ciencia Cristiana, el hombre, reflejo individual de Dios, el Espíritu, está permanentemente provisto de todo lo que necesita, directamente de su fuente infinita. El hombre no es material, una masa compuesta de diversas moléculas; él es espiritual, compuesto de cualidades e ideas infinitas que le ha otorgado Dios. Aun una mínima comprensión de esta provisión espiritual e infinita, produce ajustes notables en los asuntos humanos, como lo demuestra el relato del profeta Eliseo.
Cuando el problema fue resuelto conforme a lo indicado por Eliseo, nadie fue privado de su substancia. Todo lo que la viuda parecía poseer materialmente era un poco de aceite, pero que, considerado y utilizado confiadamente mediante el discernimiento del profeta, fue suficiente para satisfacer la necesidad de la viuda. Pidió prestadas vasijas a sus vecinos en las que vertió el aceite que tenía. La presencia eterna de la provisión inagotable suministrada por una fuente más elevada se expresó, pues, el aceite no cesó de fluir hasta que las vasijas estuvieron llenas. Entonces pudo venderlo y pagar a sus acreedores, quedándole un remanente suficiente para ella y sus hijos. De este modo su necesidad fue satisfecha sin tener que despojar a nadie de ningún bien.
Este método de extraer de lo que uno ya tiene como reflejo de la Infinitud, en lugar de quitarlo de otra persona, para lograr justicia, es revolucionario. Pero para hacer esto, el precursor de la justicia social de hoy en día, debe también transformarse en “profeta” — “un vidente espiritual” — y aprender a dejar que desaparezca el sentido material “ante las realidades conscientes de la Verdad espiritual”.
Si una persona logra renovar su eficacia e inspiración y demuestra más inteligencia, nadie pretendería que le ha quitado esas cualidades a otra persona. La sabiduría, la comprensión espiritual, el amor, la pureza, el poder espiritual — ninguna de estas cualidades existe sólo en cantidad limitada que tenga que ser distribuida con más justicia. Todas ellas junto con todas las verdades liberadoras de la salud, la santidad y la plenitud del hombre como emanaciones de Dios, son infinitas y no están limitadas por el espacio o el tiempo. La conexión entre estas ideas infinitas y la provisión equitativa se aclara con las palabras de la Sra. Eddy: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria”.Miscellaneous Writings, pág. 307;
Para que tenga un valor de alcance permanente y profundo, la asistencia social debe ser una expresión de un conocimiento más elevado acerca de la ley del Espíritu. Esto no quiere decir que la asistencia social debería cesar. Por el contrario, puede elevarse a un plano superior y volverse más eficaz. Una persona cuyas necesidades materiales inmediatas son satisfechas pero al mismo tiempo aprende a utilizar sus posibilidades infinitas, su habilidad para expresar las cualidades divinas que ya posee, puede más tarde ser mucho más útil a la sociedad. No necesita apoyarse en la asistencia social sino que, podrá a su vez ayudar a otros a que se ayuden a sí mismos.
Cristo Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10; A fin de proseguir la revolución por él iniciada, la meta final de la humanidad debe ser la regeneración espiritual. Y para lograrla se requiere de parte del cristiano científico un trabajo mental consagrado y constante.
Debemos examinar cada noticia que escuchamos por la radio, que leemos en la prensa o miramos en la televisión, a la luz del conocimiento espiritual, y poner de manifiesto los hechos de la Verdad espiritual en este caso específico. Sólo así lograremos el dominio, no sólo de los pensamientos injustos sino de sus manifestaciones injustas en la experiencia humana.
La curación de la injusticia empieza con nuestra experiencia individual, pero no termina allí. La persona que se ha preparado para aceptar sólo la verdad espiritual puede profundizar con discernimiento espiritual las falsas creencias de escasez que la rodean y la injusticia que ellas aparentan ocasionar. Puede contribuir de un modo muy eficaz a exterminar lo que está mal en la sociedad. Su reconocimiento de la infinitud del Espíritu le permite ver el camino y las medidas que debe adoptar. Examinar las supuestas limitaciones, mirar hacia afuera y hacia arriba, reconocer la infinitud de la Vida, permite que la gratitud rebose en nosotros y nos ayuda a reconocer la provisión que Dios nos está dando. Es tan cierto para la curación o solución de la escasez como lo es para cualquier otra cosa, lo que dice la Sra. Eddy: “La manera de extraer el error de la mente mortal es vertiendo en ella la verdad por medio de inundaciones de Amor”.Ciencia y Salud, pág. 201.
La siguiente experiencia demuestra la manera práctica por la cual la Ciencia Cristiana ayuda a los hombres a liberarse de limitaciones. En una ocasión en que la escasez de viviendas causó muchos problemas, un joven matrimonio vivía en una pieza amoblada pequeña, de sólo diez metros cuadrados, sin ningún medio apropiado para cocinar. Eran estudiantes de la Ciencia Cristiana y vivían en gran armonía, pero debido a que su esfera de acción se iba expandiendo continuamente, la pequeñez de su habitación se hizo intolerable. Durante todo un año realizaron esfuerzos inútiles para conseguir una vivienda más grande.
Un día, cuando volvían de una excursión, vieron unas pocas casas quinta maravillosamente ubicadas en la costa rocosa cerca de la ciudad. Su primera reacción fue: “¡Allí es dónde nos gustaría vivir!” Pero de inmediato se les presentó el pensamiento de que sería una injusticia social, porque muy pocas personas podían vivir allí con bastante espacio, mientras que una gran cantidad de gente en la ciudad estaba prácticamente apilada en viviendas estrechas. Esto les pareció injusto. Entonces se les presentó este pensamiento: “¡Pero si una de las cualidades de Dios es la justicia! Si Dios es infinito, ilimitado, entonces la justicia también debe serlo. Todos la podemos experimentar sin tener que defraudar a nadie. El hombre espiritual y verdadero habita como idea en la Mente divina, no en una habitación tridimensional, por lo tanto, vive en la infinitud, es uno con la justicia infinita y puede experimentar este estado ahora y aquí. ¡Dejemos de buscar un lugar para vivir en el espacio y en el tiempo! Dirijamos decididamente nuestra mirada hacia la infinitud”.
Los dos Científicos Cristianos obedecieron de inmediato esta exhortación espiritual. Dejaron de hacer llamadas teléfonicas ansiosas para informarse de si había apartamentos disponibles y pusieron todo en manos del Principio divino, Dios. Al poco tiempo, les llamó una señora que ellos ni conocían y les ofreció un apartamento de cuatro habitaciones. Con la seguridad de que esta revelación de que la omnipresencia de la provisión de Dios sólo puede bendecir a otros de la misma manera que a ellos mismos, no dudaron en aceptar. Y resultó ser una de esas casas quinta que estaban tan maravillosamente ubicadas sobre las montañas.
¡ Cuán agradecidos debemos estar de que la totalidad es ilimitada!
