Debiéramos estar alerta ante las pretensiones de la mala práctica mental y defendernos correctamente contra este enemigo. El hecho de reconocer que es un enemigo nos incita a enfrentarla y dominarla en su debida forma. ¿Cómo podemos evitar o invalidar los efectos de la mala práctica a menos que sepamos exactamente lo que es y cómo pretende actuar?
La mala práctica, según se la entiende en la Ciencia Cristiana, es la creencia errónea de que alguien puede ser afectado adversamente por el pensamiento de otra persona o por un concepto equivocado acerca de él. Es la ilusión de que el odio, la ira, el poder de la voluntad, la envidia, la lujuria, dirigidos específicamente hacia un individuo, pueden influenciar erróneamente a esa persona y causarle sufrimiento.
¿Cuál es nuestra protección contra la creencia falsa y agresiva a la que llamamos mala práctica? Pablo nos dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efes. 6:11, 12; Es de primordial importancia que recordemos que la mala práctica es simplemente una mentira más del diablo, la mente mortal. La promesa de Cristo Jesús: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32; es eternamente verdadera y siempre eficaz.
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