Durante el transitar de los israelitas por la Península de Sinaí, los acontecimientos más grandes que se registran son: el recibimiento de la ley moral dada a Moisés por Dios Mismo y su promulgación en la forma que la Biblia denomina “palabras”, aunque por lo general se las conoce como los Diez Mandamientos.
Aun los pasos preliminares que precedieron al momento cuando los Mandamientos fueron dados por medio de Moisés, sugieren el profundo significado de este acontecimiento. Poco después de la llegada de los israelitas al pie del monte Sinaí, Moisés subió al monte y habló con Dios. Recibió instrucciones de que debía recordar al pueblo de la guía y protección divinas que ya habían experimentado y decirles que si estaban preparados para hacer la voluntad de Dios, ellos serían Su pueblo escogido. Se prepararon durante tres días para recibir el pronunciamiento de Dios, lavando sus vestidos como prueba de purificación (ver Éxodo 19:3–14).
Cuando amaneció el tercer día, había una espesa nube sobre el monte; truenos y relámpagos acompañaban el sonido de una bocina que iba aumentando en extremo, y todo esto agregaba una majestad impresionante a la ocasión. El monte se estremecía; el pueblo temblaba a consecuencia de ello. Los israelitas en conjunto no podían ni siquiera acercarse al monte; pero Moisés fue llamado a la cumbre por la voz de Dios, y él obedeció el llamado sin temor.
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