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El hombre no es finito

Del número de septiembre de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Basándose en la infinitud de Dios, la única causa, la Ciencia Cristiana enseña que el hombre no es finito. Este concepto del hombre es enteramente diferente del que los sentidos materiales nos sugieren. “El sentido finito”, dice la Sra. Eddy, “no tiene concepto verdadero del Principio infinito, Dios, o de Su infinita imagen o reflejo, el hombre”.Ciencia y Salud, pág. 300; El concepto Científico del hombre tiene consecuencias no sólo sorprendentes para la manera común de pensar materialista, sino extraordinariamente prácticas: sana.

Dios no conoce limitación alguna, y lo que Dios no conoce tampoco lo conoce el hombre. El hombre de Dios no es finito. Gran parte de las luchas humanas procede de la aceptación casi universal de lo que, en la Ciencia, es una falsa creencia: que el hombre existe en el espacio material y tiene una identidad delineada y mensurable. En consecuencia, el hombre finito sufre a menudo de lo que podría llamarse problemas de aspiración o ingestión. El individuo dentro de un cuerpo físico parece depender de algunas de las cosas del ambiente que lo rodea y, al mismo tiempo, ser vulnerable a otras. Pero el hombre, la imagen infinita del Amor eterno, no es de ninguna manera esa clase de entidad. Él vive en el Amor.

Por ejemplo, una creencia profundamente arraigada acerca del hombre finito es que su subsistencia y bienestar dependen de la atmósfera que lo rodea. Las personas que aceptan esta creencia pueden sufrir problemas respiratorios. En su aspiración del aire, el hombre finito, compuesto de pulmones, corriente sanguínea, etc., puede, aparentemente, sufrir de la contaminación industrial del aire mismo que parece indispensable para su bienestar. La verdad sanadora, sin embargo, es que el hombre es el producto de la Vida infinita — no un limitado habitante de la atmósfera terrenal — y depende de la Vida para su ser y existencia. La idea del Espíritu es espiritual, y es mantenida en el Espíritu. No está sujeta a problemas respiratorios o gases venenosos. Esto podemos comprobarlo en el mejoramiento de la salud a medida que aumenta nuestra comprensión de que el hombre — morando en el Espíritu — no conoce límites ni imperfecciones. Esto desmaterializa el concepto que abrigamos acerca de nosotros mismos y de los demás. Además, nuestra comprensión más clara de que el hombre vive en el Espíritu puede ayudar a acelerar los métodos que sean necesarios para purificar nuestras ciudades.

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