¿Se ha encontrado usted alguna vez frente a su máquina de escribir haciendo un esfuerzo por cumplir con una fecha de entrega sin tener la más mínima idea de lo que va a escribir? ¿O le han devuelto un manuscrito para que lo revise y se ha sentado en su escritorio mirando inútilmente su propio trabajo, preguntándose cómo podría mejorarlo?
Muchos de nosotros daríamos una respuesta afirmativa. Ésta es una experiencia bastante común entre los que escriben para alguna publicación o preparan trabajos para sus estudios o negocios.
Sin embargo, existe una solución práctica para este problema y la da el estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana. Esto no implica que los que son estudiantes de esta Ciencia sean superiores a los que no lo son. Pero sí significa que existe un instrumento espiritual invalorable al alcance de todos los que están deseosos de aprovecharlo para aprender a extraer de la fuente de inspiración y guía que nunca falla.
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