Maestro, quisiera yo amar como tú amaste.
Y quisiera saber que tú eres el camino,
entonces la llama del Cristo, la Verdad,
despertará mi consciencia adormecida.
Quisiera tocar el borde del manto del Cristo,
y cual Magdalena sentarme a tus pies,
y aprender a amar al Proveedor, por cuyo amor
las cestas fueron llenas.
Doce apóstoles siguieron tu camino
inspirados por lo que el Padre tiene;
que es la verdad del ser que de Dios viene.
Sabiendo que en la presencia del Amor
el hombre no es un peregrino,
consciente de ello vive él eternamente.