En 1967, cuando trabajaba en una guardería infantil con niños muy pequeños, noté una gradual flacidez en los brazos. Al finalizar la semana tuve que dejar de trabajar. Sintiendo miedo, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me diera tratamiento. El practicista me tranquilizó hablándome sobre el poder sostenedor de Dios, y me recordó que Dios es bueno y que Dios es Todo, y que el hombre es el reflejo de Dios. Me citó algunos párrafos de la Biblia y del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
En aquel tiempo una maestra de la Ciencia Cristiana me había aceptado para tomar instrucción en clase y tenía que hacer estudios preliminares, además de un largo viaje para llegar al lugar en que recibiría la instrucción.
Comencé a sentir flacidez en las piernas también y tenía gran dificultad para levantarme de la cama. El practicista me visitaba casi todos los días. Juntos estudiábamos y hablábamos sobre la Lección Bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y me alentaba a prepararme para la clase que tomaría.
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