Llena de gratitud, deseo relatar mi curación efectuada por medio de la Ciencia Cristiana.
Mi madre sufría de ataques de abatimiento, y la cuidé durante casi diez años. Lentamente esta tarea me abrumó y hace algunos años sufrí un colapso nervioso. No podía hacer los quehaceres domésticos y mi esposo tuvo que hacerse cargo del trabajo más pesado. Tuve que internar a mi madre en una institución donde la cuidaban. Allí se cayó de la cama y se quebró el fémur. Me sentí culpable porque la había sacado de casa.
Después de haber seguido durante un tiempo un tratamiento médico — que a pesar de todo no me trajo mejoría alguna — y sin saber ya que camino tomar, mi esposo sintió que sólo podía sanarme por medio de la Ciencia Cristiana. Él había conocido la Ciencia Cristiana en su juventud y había asistido a la Escuela Dominical durante algunos años, pero en esa época no se interesaba mucho en sus enseñanzas.
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