Cuando sentí el ferviente deseo de entender las leyes espirituales de Dios, fui llevada, por el Amor divino, a las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y tuve el privilegio de experimentar muchas curaciones y bendiciones.
Hace unos quince años adquirí la convicción absoluta de que en el hombre, la imagen y semejanza divina de Dios, no puede haber síntomas de envejecimiento. Como resultado de este entendimiento dejé de lado mis anteojos. Desde entonces me ha sido posible ver con perfecta claridad a distancia y de cerca, así como también leer aun la letra más pequeña.
Estas palabras de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy me ayudaron en esta prueba de perfecta visión (pág. 210): “Sabiendo que el Alma y sus atributos se manifiestan eternamente por medio del hombre, el Maestro sanaba a los enfermos, daba vista a los ciegos, oído a los sordos, pies a los cojos, revelando así la acción científica de la Mente divina sobre las mentes y los cuerpos humanos, y dando una comprensión mejor del Alma y la salvación”.
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