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¿Qué podemos hacer contra la manipulación mental?

[Original en alemán]

Del número de octubre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La manipulación de la mente de los hombres y la perversión de las técnicas sobre “control del pensamiento” al servicio de intereses egoístas, es motivo de creciente inquietud. Parece infiltrarse en la actual estructura social.

La propaganda para consumidores, por ejemplo, está mayormente encauzada a manipularnos — a despertar el deseo por más cosas materiales, a alentarnos a comprar más y más, y aun a limitar nuestra libertad de elección. La víctima deja de ser dueña de sus decisiones; cae en la trampa del arte de la seducción. Leemos que podemos obtener la felicidad mediante una marca determinada de pasta dentífrica, de perfume o de cosmético; que podemos sobreponernos a los problemas, desilusiones y fracasos simplemente por medio de artículos de consumo. Este tipo de propaganda comunica sólo ilusiones, dando la impresión de que la felicidad se puede comprar. ¿Qué podemos hacer sobre esto?

Partiendo desde la base de una Mente, Dios, como lo explica la Ciencia Cristiana, podemos tratar este problema como una imposición mental y resistir eficazmente toda intención despiadada de influir el pensamiento y la acción por medio de la propaganda. La manipulación mental obra en contra de la habilidad de pensar por uno mismo.

¿Vemos con claridad las consecuencias de tal manipulación o simplemente nos hacen reír las frases de reclamo? Si tomamos en cuenta que cientos de anuncios publicitarios están dirigidos hacia nosotros cada día, podemos ver en ello la necesidad de protegernos contra tales intentos de influenciarnos. Tenemos que aprender a pensar por nosotros mismos.

En su epístola a los cristianos de Efeso, Pablo les advierte que no se dejen engañar por las artimañas persuasivas de la mente mortal. Los insta así: “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”. Efes. 4:14;

En el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy encontramos esta importante advertencia: “Los miembros de esta Iglesia deben velar y orar diariamente para ser liberados de todo mal, de profetizar, juzgar, condenar, aconsejar, influir o ser influidos erróneamente”.Man., Art. VIII, Sec. 1;

¿Cómo podemos protegernos de las influencias mentales agresivas? Podemos examinar diariamente toda sugestión que se nos presente. Nos podemos preguntar: “¿Qué es lo que está influyendo mi pensamiento y mis acciones? ¿Me someto incondicionalmente a las tendencias populares? ¿Me dejo convencer para entregarme al descontento y a las esperanzas utópicas y al temor como requisitos previos a mi deseo de ‘seguir al grupo’? ¿Hay algo que trata de amenazar mi habilidad para pensar lógicamente?” Nadie puede manipular nuestro pensamiento a menos que lo permitamos.

Ni bien terminé la universidad conseguí un empleo en una gran agencia de publicidad y mi primer trabajo fue diseñar un anuncio para un nuevo tipo de cigarrillo. Para un empleado nuevo, recién salido de la universidad, este trabajo era considerado una gran oportunidad. Mas para mí significaba un gran dilema: ¿Debía yo, como Científico Cristiano que siempre se ha negado a fumar, tomar parte ahora en influir a otros a que fumaran? Inmediatamente supe que tenía que decir No, pero no veía claramente de qué modo podía decirle esto a mi jefe. Parecía ser un problema para mí porque mis compañeros pensaban que nadie podía negarse a este encargo — y menos un empleado nuevo.

Me pregunté: “¿Se me está usando como instrumento de la manipulación a fin de influir erróneamente a mi prójimo?” Comprendí que no lo podía hacer. Sabía que no dependía de un jefe humano. Pensé: “El Principio divino es mi jefe y me da mi trabajo”. Con esta confianza y con el motivo de hacer sólo el bien, le informé al jefe que no podía hacer este trabajo. En un primer momento pareció sorprendido; luego se sonrió y me dio un trabajo nuevo e interesante que podía aceptar. La franqueza y firmeza de mi negativa lo impresionaron favorablemente. Poco después de este incidente me hizo su ayudante. En los años que siguieron encontré que los trabajos que me asignaron y los clientes con quienes traté fueron siendo cada vez más interesantes y más satisfactorios.

No tenemos que juzgar a aquellos que hacen uso de la manipulación porque solamente debemos hacer algo contra la creencia mundial y no contra la persona. Pero necesitamos proteger nuestro pensamiento contra el intento de que se nos influya con pensamientos contrarios al bien divino, ya sea que éstos tengan que ver con la salud, la escuela, las relaciones humanas o la profesión — o pensamientos tales como: “no puedo hacer esto”, o “no me siento suficientemente fuerte”, o “estoy enfermo”, y así por el estilo. El pensamiento constantemente negativo evidente en nuestro ambiente — es decir, la opinión de que la vida está en la materia — siempre tiende a influirnos y a privarnos de nuestra autodeterminación. Cristo Jesús nos advirtió: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”. Juan 7:24;

El pensamiento independiente es uno de los componentes más importantes de una sociedad libre. Lo importante es ver con cuánta frecuencia realmente hacemos nuestras decisiones independientemente — libres de la manipulación externa. ¿Imitamos sólo el comportamiento que nos impone la publicidad, la política y la información masiva? ¿La moda, el vestir, la conducta humana, el estilo de vida, y demás? ¿Qué decir de nuestra individualidad y originalidad? La Sra. Eddy dice: “Dios ha dotado al hombre con derechos inalienables, entre los cuales se encuentran el gobierno propio, la razón y la conciencia. En realidad el hombre goza de gobierno propio sólo cuando es dirigido correctamente y gobernado por su Hacedor, la Verdad y el Amor divinos”.Ciencia y Salud, pág. 106;

La subordinación al gobierno de la ley divina conduce al gobierno propio y al pensar independiente. El estudio de la Biblia, junto con la práctica de la autodisciplina en conformidad con sus amonestaciones, es un requisito previo. Si vivimos de acuerdo con la ley divina, obtenemos discernimiento y seguridad que nos afianza en nuestro camino y evita que nuestros pensamientos sean confundidos o enmarañados. La obediencia a la ley de Dios nos da la certeza de que cualquier cosa que los hombres puedan pensar o desear debido a su ignorancia o a su ceguera de la verdad, no tiene verdadera autoridad y no nos puede influir.

¿Y qué decir de nuestro comportamiento hacia los demás? ¿Hacemos uso de la manipulación? ¿Especulamos sobre cómo podemos dominar a otros con nuestras opiniones, o sobre qué artimañas serán mejores para competir ventajosamente con nuestros compañeros de estudio, colegas y competidores? ¿Acaso de vez en cuando, y para asombro nuestro, no nos encontramos que estamos juzgando, censurando, influyendo o tratando de siempre ganar una discusión o intentando controlar a los demás? ¿No recurrimos a la adulación, no explotamos el egotismo, o quizás disfracemos la verdad un poquito para así obtener algún provecho? Todo esto es parte de la manipulación. El temor quisiera hacernos pensar que es legítimo influir a los demás — el miedo a desacreditarnos, a no tener suficientes ideas buenas y cualidades excelentes, a no ser apreciados. Es necesario que eliminemos estos pensamientos manipulantes de nuestra consciencia y los reemplacemos con inspiración espiritual, desinterés, amor, humildad y respeto por los derechos de los demás.

La Sra. Eddy nos da este sabio consejo: “Queridos Científicos Cristianos: Tened vuestra mente tan llena de Verdad y de Amor, que ni el pecado, ni la enfermedad, ni la muerte puedan entrar en ella. Es evidente que no se puede añadir nada a la mente que está llena. No hay puerta por la cual pueda entrar el mal, ni espacio que pueda ocupar en una mente llena de bondad. Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos de ella, estáis completamente protegidos contra los ataques del error de toda clase. Y no sólo vosotros mismos estáis a salvo, sino también se benefician todos aquellos en quienes pensáis”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 210.

Esta manera de pensar promueve la verdadera libertad del individuo, la armonía y la salud en las familias, la concordia en la comunidad, y la paz por todo el mundo. Éste es nuestro trabajo y misión en el mundo de hoy.

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