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Empleo y el lugar justo

Del número de octubre de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la actualidad muchas naciones están muy preocupadas por el creciente desempleo entre su ciudadanía. Agencias de gobierno, cámaras de comercio y grupos de ciudadanos con conciencia cívica, trabajan diligentemente para encontrar una solución satisfactoria al problema. Sin embargo, el empleo es básicamente una cuestión individual y no se puede encontrar una solución permanente al problema hasta que cada individuo lo solucione por sí mismo de acuerdo con la ley y el gobierno de Dios.

La Biblia revela a Dios como el único creador, y recalca el hecho de que la creación, siendo la expresión de la naturaleza perfecta de la Deidad, es completamente buena: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Gén. 1:31; La Ciencia Cristiana amplía mucho más esta verdad bíblica y revela a Dios como el Principio divino que gobierna y sostiene al universo, incluso al hombre espiritual. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “En el orden de la Ciencia, en el cual el Principio está por encima de lo que refleja, todo es una sublime armonía”.Ciencia y Salud, pág. 240;

Cuando consideramos el orden eterno y la inmutable perfección de la creación de Dios, ¿acaso podemos pensar por un solo instante que nuestro Padre-Madre Dios que todo lo sabe, creó al hombre sin un plan definido para él? ¿Separaría Dios al hombre de ese plan divino y lo dejaría estar ocioso, inactivo, sin alimentos y protección? ¡No! Toda la creación de Dios está eternamente desarrollándose, manifestando eternamente Sus atributos y poder. Se requiere una creación infinita para expresar la individualidad que es Dios. Por lo tanto, el Padre delinea cada idea, y Sus infinitas energías — bondad, inteligencia, integridad — son manifestadas individualmente en todas Sus ideas. Ciencia y Salud nos dice: “El hombre es idea, la imagen del Amor; no es corpóreo. Es la compuesta idea de Dios, incluyendo todas las ideas correctas”.ibid., pág. 475; El hombre fue creado para honor y gloria de Dios, para reflejar Sus cualidades de acuerdo con Su mandato.

Dios, nuestro afectuoso Padre-Madre Dios, es el único creador. Él hizo todo lo que fue hecho, y lo hizo bueno. Él creó al hombre a Su imagen y semejanza y le dio dominio. El hombre, como la compuesta idea de Dios, es perfecto y completo. Dios necesita del hombre para expresarse a Sí mismo. Todas y cada una de las ideas creadas por Dios son necesarias y útiles, creadas para un propósito definido, y son esenciales para el sabio plan del Padre. Dios está cumpliendo eternamente con Su propósito; por lo tanto, cada idea de Dios tiene un trabajo específico para hacer y expresa espontáneamente la vivacidad, el ímpetu y la guía infalible del Principio divino, el Amor.

Cristo Jesús expresó esta verdad cuando dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17; Paso a paso el Maestro fue inspirado y guiado por su Principio divino, o Padre, para que cumpliera con su destino divino como Mostrador del camino. Demostró el Cristo, la verdadera idea de Dios y de la filiación del hombre con Dios, sanando a los enfermos y reformando a los pecadores, y revelando el estado inmortal del hombre como el hijo amado de Dios. En la misión que Dios le designara como Mesías, el punto central era la paz, la buena voluntad hacia los hombres y la completa salvación de la enfermedad, el pesar, el pecado y la muerte. Demostró que por medio de la comunión espiritual con Dios y la iluminada obediencia a Sus mandamientos, el trabajo o misión de cada hombre se manifiesta y “será premiado”. Jer. 31:16 (según Versión Moderna);

Esta verdad puede ser un consuelo eficaz en esta época en que se expresa mucho temor por las incertidumbres del desarrollo económico mundial y de empleo en el futuro. No obstante lo que la mente mortal diga sobre tiempos y lugares, circunstancias o condiciones, el hombre jamás puede estar sin empleo porque siempre expresa a Dios, el bien. En la realidad sólo puede haber un negocio — los negocios del Padre — y este negocio es la incesante actividad del bien, que el hombre expresa y refleja. “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”, expresa la relación indestructible, observante de la ley, que hay entre Dios y el hombre, el Principio divino y Su idea.

El hombre verdadero — vuestra verdadera identidad y la mía — tiene un lugar preparado para él por el Padre. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”, dijo el Maestro, y, consolando a sus seguidores, añadió: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros”. Juan 14:2; El lugar designado para el hombre por el Alma, incluye un campo de actividad divinamente gobernado, con oportunidades ilimitadas para desarrollar las energías divinas del Espíritu. El hombre mora para siempre como idea en la Mente eterna, cumpliendo su misión designada por Dios de irradiar el bien. Está firmemente establecido en el Principio divino, arraigado y cimentado en el Amor, reflejando Vida eterna. En la Ciencia del ser cada identidad existe para manifestar su Principio divino, el Amor, y todas están unidas en un todo infinito y único.

El hombre siempre ha estado, está ahora, y siempre estará en su lugar justo y apropiado, siempre ocupado en los negocios de su Padre, mantenido inamovible por Dios, que es poder infinito y eterno. Esta verdad puede ser demostrada ahora al comprender que el hombre es uno con su afectuoso Padre-Madre Dios, uno con todo el bien — es ahora mismo perfecto y completo; está alegre, satisfecho y en paz; tiene oportunidades, habilidad y realizaciones.

El hombre ocupa su lugar justo en los negocios de su Padre. Refleja y expresa la habilidad dada por Dios, las facultades infinitas del Espíritu. Refleja todos los atributos y cualidades de Dios, la Mente divina. Manifiesta sabiduría suprema, infalible inteligencia divina y entendimiento perfecto. Todo su ser depende y emana del Principio divino, y la ley de Dios gobierna todo lo concerniente a él. El éxito y la realización son sus bendiciones, y el propósito que Dios le tiene designado por toda la eternidad se cumple.

Según la revelación de la Ciencia divina, Dios es el supremo y único empleador del hombre. Como Dios se expresa a Sí mismo eternamente por medio del hombre, el hombre está siempre empleado. En el universo espiritual no hay ideas desempleadas o desempleables. El empleo del hombre concuerda con la ley divina, la omnipotente voluntad de Dios. El hombre verdadero no puede desobedecer la voluntad de Dios, no puede desviarse del orden divino del ser porque el hombre es la idea de Dios, y la ley o voluntad de Dios está incorporada en las ideas que Él desarrolla. La comprensión de esta verdad actúa como una ley que ajusta la situación humana y revela la ocupación y las oportunidades humanas en las que mejor podemos expresar nuestras aptitudes individuales.

¡Qué consolador es darse cuenta de que Dios, el Amor divino, siempre protege y preserva al hombre que Él creó! El hombre espiritual, debido a que expresa a Dios, habita en el reino de los cielos, en la atmósfera del Amor. El poder, la energía, la ley, el amor, la inteligencia, la sabiduría y la consciencia de la Verdad que el hombre manifiesta, lo mantienen siempre fuera del alcance de todas las fases de la tal llamada mente mortal. En realidad sólo hay una Mente, la Mente que es Dios, y esta Mente enteramente buena y todopoderosa constituye y gobierna al hombre y todo lo concerniente a él.

Dios conoce a Su propio hijo, la criatura de Su creación. El hombre se conoce a sí mismo, y sólo puede ser conocido como Dios lo conoce. Manifestando las cualidades del Amor, el hombre es afectuoso y digno de ser amado. La Sra. Eddy escribe: “El Amor divino es infinito. Por lo tanto, todo lo que realmente existe, está en Dios, emana de Él y manifiesta Su amor”.Ciencia y Salud, pág. 340; Entonces, dejemos que “se [amotinen] las gentes, y los pueblos [piensen] cosas vanas”. Salmo 2:1. Quizás el mal pretenda que puede descorazonarnos, pero a medida que conocemos la verdad, se ve la ineficacia del mal. El mal no puede colocar al hombre fuera de su sitio ni quitarle su puesto, y no puede evitar que ocupe el lugar y desarrolle la actividad que Dios ha preparado para él.

Cuando estas verdades son conocidas y aplicadas según las reglas de la Ciencia divina, estamos seguros de protección divina, empleo satisfactorio, y de nuestro lugar justo en el orden humano.

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