“La necesidad del hombre es la oportunidad de Dios”. Esta declaración citada en la página 266 de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, describe mi desesperación en una tarde de otoño. No sabía qué hacer ni a dónde ir. Me sentía desorientada. Pero una amiga me había hablado de Dios y de Su bondad infinita, y me había dicho que Él está siempre con nosotros y que yo tendría que orar más.
Entonces recordé algunas palabras que había leído cuando pasé una vez frente a la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. Decidí ir allá. En ese tiempo sufría de una enfermedad que tenía desde los seis meses de edad y de la que ningún médico me había podido sanar. Padecía de alergia y asma, y era yo sumamente nerviosa. Tomaba una buena cantidad de medicinas y me había hecho todos los tratamientos que me recomendaban. Y así fue que esa tarde, en un momento de necesidad, compré el libro de texto Ciencia y Salud. Al comenzar a leerlo no entendí mucho; pero estaba segura de haber encontrado la verdad. Durante un mes leí y leí, y fui comprendiendo gradualmente que mi ser verdadero es totalmente espiritual y, por lo tanto, sano; que hay una sola Mente, la que gobierna todas las cosas en armonía. Dejé de tomar medicinas y empecé a recibir ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana. Al correr de un año mi piel estaba totalmente sana, y había sanado de una serie de otras molestias, incluyendo la del asma.
Estoy infinitamente agradecida a la Ciencia Cristiana por haberme enseñado el camino. El Cristo, la Verdad, me está enseñando a identificarme como idea divina y perfecta, la cual no puede ser tocada por ninguna discordancia ni problema.
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